periodismo
“Moral y política” de Albert Camus
Periodismo crítico
Hagamos un poco de autocrítica. El oficio que consiste en definir todos los días, ante la actualidad, las exigencias del sentido común y de la simple honestidad de espíritu entraña cierto peligro.
Por querer lo mejor, se dedica uno a juzgar lo peor y a veces lo que sólo está menos bien. En una palabra, uno puede adoptar la actitud sistemática del juez, del maestro de escuela o del profesor de moral. De este oficio, a la jactancia o a la tontería no hay más que un paso.
Esperamos no haberlo dado. Pero no estamos seguros de haber escapado siempre al peligro de dar a entender que creemos tener el privilegio de la clarividencia y la superioridad de los que no se equivocan jamás. No es así, sin embargo. Tenemos el deseo sincero de colaborar en la obra común mediante el ejercicio periódico de ciertas reglas de conciencia de las que la política, nos parece, no ha hecho uso hasta ahora.
Ésa es toda nuestra ambición y, por supuesto, si bien marcamos los límites de ciertos pensamientos o acciones políticas, también conocemos los nuestros. Sólo tratamos de salvarlos recurriendo a dos o tres escrúpulos. Pero la actualidad es exigente, y la frontera separa la moral del moralismo, incierta, y sucede que, por fatiga o por olvido, se la franquea.
¿Cómo escapar a este peligro? Por la ironía. Pero no estamos ¡ay! En tiempos de ironía. Estamos todavía en tiempos de indignación. Sepamos solamente conservar, suceda lo que sucediera, el sentido de lo relativo y todo se salvará.
Ciertamente, no podemos leer sin irritación, al día siguiente la toma de Metz, y sabiendo lo que ha costado, un reportaje sobre la entrada de Marlene Dietrich en dicha ciudad. Y nos indignamos con razón. Compréndase, sin embargo, que no pensamos que los diarios deban ser forzosamente aburridos. Simplemente no creemos que en tiempo de guerra los caprichos de una estrella sean necesariamente más interesantes que el dolor de los pueblos, la sangre de los ejércitos o el esfuerzo encarnizado de una nación para encontrar su verdad.
Todo esto es difícil. La justicia es a la vez una idea y un ardor del alma. Sepamos tomarla en lo que tiene de humano, sin transformarla en esa terrible pasión abstracta que ha mutilado a tantos hombres. La ironía no nos es ajena y no es a nosotros a quienes tomamos en serio, sino a la prueba indecible que sufre este país y a la formidable aventura que hoy es necesario vivir. Esta definición dará al mismo tiempo su medida y su relatividad a nuestro esfuerzo cotidiano.
Nos ha parecido necesario hoy decirnos todo esto y decírselo a la vez a nuestros lectores para que sepan que en todo lo que escribimos, día tras día, no olvidamos el deber de reflexión y de escrupulosidad que tiene que ser el de todo periodista. En una palabra, no olvidamos el esfuerzo de crítica que nos parece necesario en este momento.
(Combat, 22 de septiembre de 1944).
*Las tres notas que publicamos en este espacio sobre periodismo son de Albert Camus, Premio Nóbel de Literatura en 1957, las que son parte del libro suyo: Moral y política, Editorial Lozada S.A., Buenos Aires, Argentina, 1978.