editorial de Aquí 256
La encuesta sobre preferencias electorales, la última de Página Siete (31-03-19), otra vez da mayor respaldo a Carlos Mesa que al actual Presidente. Lo que no es empate porque la diferencia en favor del primero es más de un punto.
Esa encuesta, además, pone a la vista que el presidente Morales no recibe el total de lo que llama voto duro del MAS (35 por ciento) y está lejos del 70 por ciento con el que sueña triunfar en octubre.
El Vicepresidente del Estado, lo que parece una confesión, entre otras, ha dicho que si su binomio no gana con aquella diferencia no contaría con el respaldo que buscan para continuar con los cambios burgueses, muchos favorables a los grupos dominantes que controlan y/o que siguen controlando la economía en varios rubros, gracias a los acuerdos que tienen con los gobernantes. (explicaremos esta alianza en otro especio).
Aquella encuesta, asimismo, constata que Morales difícilmente conseguiría un aumento sustancial de su electorado porque el mayor apoyo lo tiene en las provincias y el campo, mientras que Mesa saca ventaja en las ciudades en las que está, ahora, la mayor cantidad de electores.
Se comportan discretos los masistas ante esa encuesta que, además, se sabe que reconoce una posibilidad de error y faltan seis meses para la consulta electoral. De yapa el 70 por ciento de los consultados considera que habrá fraude en las próximas elecciones,
Otra muletilla de los gobernantes es asegurar que sólo ellos tienen un programa y que los otros candidatos no ofrecen nada al país. La ejecución de ese programa, también hace falta analizar.
Sin embargo, aquéllos mienten respecto del candidato Mesa.
Éste, por su lado, se refirió sin claridad al “rentismo” en Bolivia y sugirió que la OEA intervenga en asuntos internos de Venezuela y añadió que el respaldo de Morales, en nombre de los bolivianos a Maduro, le favorece electoralmente a él. Debemos ser solidarios, creemos, con el pueblo venezolano y rechazar todo tipo de intervención “diplomática” y/o militar en la tierra de Bolívar y Sucre.
Las denuncias sobre el posible tráfico de influencias en la Alcaldía de La Paz y las disidencias en el FRI le dañan electoralmente a Mesa.
Afirmamos que Morales-García sólo ganarían las elecciones, tal vez en la primera vuelta con el fraude que ya impulsan.
Con miedo que meten a la gente: que sólo habrá más cambios en Bolivia con Evo. Que las conquistas sociales de estos 14 últimos años se perderían con Mesa presidente En economía que no habría crecimiento como en ningún país de la región, sobre lo que adelantamos un apunte: el crecimiento económico del que se parlotea se debe, básicamente, a los ingresos por la venta de materias primas, como el gas, el que ha empezado a mermar.
Los inquilinos de la Casa Grande el Pueblo, sostienen que sólo con Morales seguirá la inclusión de los indígenas en la acción política, la que en mucho es apenas formal y no real.
Los gobernantes, como parte del fraude, seguirían la compra de votos: este operativo aparece de manera abierta, como la “compra” de dirigentes del transporte, y en forma indirecta incluso con la compraventa de votos.
Especialmente, en el campo, en lugares como el Chapare o empresas mineras presentadas como cooperativas, los masistas cambiarían los resultados de las elecciones: se anotarían para ellos la cantidad de votos que puedan y dejarían sin éstos a los opositores.
Además del fraude —hay señales— de que los gobernantes se negarían a reconocer su probable derrota o no entregarían el poder. Tampoco se descarta el uso de la fuerza armada.
Para consumar el fraude electoral, asimismo, lo que sería más fraude, Evo-Álvaro cuentan con tribunales electorales que hacen incluso más de lo que les pide.