editorial
El mensaje del presidente Morales confirma que, en Bolivia, a trece años del llamado proceso de cambios, ninguna medida económica —ni política ni administrativa ni de otra naturaleza— cuando menos tiende a modificar el modo de producción capitalista, dependiente y atrasado de Bolivia.
El Presidente culpa al capitalismo de las calamidades regionales e internacionales, lo que acaba como discurso sin aplicación en nuestra realidad.
Esas palabras de Morales evidencian, asimismo, que las medidas económicas consideradas “exitosas” por él y los demás gobernantes, constituyen reformas burguesas las que, sin embargo, pierden algún contenido avanzado que tuvieron.
Debemos tener claro que los bienes y servicios que producimos los bolivianos, más que otros países de nuestra América, no es resultado del crecimiento económico que festejan los gobernantes, no se debe a que se agrega nuevo valor a las materias primas, como el gas natural, porque hace tiempo la entonces máxima ejecutiva de la CEPAL, cuando nos visitó, dijo que los ingresos extraordinarios de nuestro país se debían —y se deben, añadimos— a los precios internacionales favorables por las materias primas, en nuestro caso por el gas, a pesar de la baja y el alza de lo que nos pagan por ese hidrocarburo.
Aquellos ingresos fuera de serie para los bolivianos no se deben, por tanto, a la industrialización de nuestros recursos naturales; industrialización que es incipiente, como la planta de producción de urea (abono) de Bulo Bulo. Morales, en su informe del 22 de este mes, dijo que se buscará la industrialización del país: ¿Veremos?
Guardando las distancias, actualmente sucede en Bolivia lo de antes: se extraen materias primas y se las vende en el mercado sin agregarles nuevo valor. Y la manera de producir y de vender, esas riquezas naturales, quiere decir atraso económico, aunque los gobernantes callen esa realidad.
Los pobres en Bolivia ahora son la minoría, dicen los dos primeros gobernantes del país, con más o menos palabras. Esa afirmación se refiere a una meta propuesta incluso por el Banco Mundial.
Entre nosotros son menos los pobres, pero aquí hay pobreza extrema y pobreza. Y hay más pobres, porcentuales, que en otros países latinoamericanos y caribeños. Pero este dato no oculta que las desigualdades en la sociedad boliviana prevalezcan y podrían ser mayores. Citamos ejemplos demostrativos de este criterio: aquí sólo los militares se jubilan con la totalidad de sus sueldos, el doble aguinaldo se destina a menos de la tercera parte de la población que es asalariada, la reposición del poder adquisitivo de los salarios llega a esa tercera parte de los bolivianos.
Morales no dijo que administra, con algunos buenos resultados, el capitalismo dependiente y atrasado. Así asegura la continuidad de esa forma de producir y de distribuir bienes y servicios.
Entre otras cosas, los empresarios también celebran aquellos resultados de la economía boliviana. Esos capitalistas a lo sumo, según dicen, tienen preocupación por el déficit fiscal y por la deuda externa e interna del Estado boliviano, la que crece.
Ante este recuento con saldo en favor de los empresarios, tendría que ser mayor la preocupación de los trabajadores y del pueblo y, por tanto, de los dirigentes sindicales como los de a COB que, parece, no saben dónde están los verdaderos intereses de los explotados y oprimidos de nuestra patria que merece cambiar de veras en dirección y en beneficio de los pobres de esta tierra.