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Evo Morales quiere quedarse en el poder a pesar del NO (VII)

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"Nos ha dolido perder el 21 de febrero porque desde 2005 siempre ganamos con más del 50%,  con más del  60% (...) Sólo hemos perdido el primer tiempo, no el segundo tiempo y el segundo tiempo es el 2019”, afirmó el presidente Morales en San Lorenzo de Lomerío, Santa Cruz.

Según él fueron los dirigentes campesinos los que dijeron que en el Movimiento Al Socialismo (MAS) se "confiaron demasiado” en los resultados del referendo del 21F, pero que se sorprendieron del papel que jugaron los medios de difusión y las redes sociales.

"Nuestra lucha va a seguir al frente, ganando las elecciones (...) No ganó la derecha, sino la mentira nos ha ganado. Ahora vamos a prepararnos para derrotar a la mentira”, añadió el primer mandatario. Él mismo y más de una vez aseguró que el SÍ ganaría, en el referendo del 21F, con el 70 por ciento, es decir, con más de dos tercios.

Por lo que anotó Juan Evo Morales Ayma (JEMA) en San Lorenzo de Lomerío le sigue y le seguirá doliendo la victoria del NO en el referendo del 21F, consulta que negó la modificación de la Ley Fundamental de nuestro país por lo que él y el Vicepresidente, constitucionalmente, están impedidos de postular en 2019, a los cargos que ocupan, cuando acabe el actual mandato de ambos.

Sin embargo, al viejo estilo y según el discurso y la acción de los políticos y politiqueros burgueses, el Presidente indígena como que siguiera por la senda de aquéllos.

Morales trata de acostumbrarnos a la idea de que “sus” movimientos sociales deben ser escuchados y que el Presidente y el Vicepresidente, por tanto, tienen que repostular,  en 2019, a pesar de que la Constitución Política del Estado prohíbe.

Dicho con las palabras de exgobernantes de estos últimos 10 años: el Presidente ha resuelto enfrentarse, con las más diversas acciones y con muchos discursos, con los que votaron NO en la referida consulta del 21F.

Nos hemos referido a ese asunto en una nota similar a ésta y se ha publicado en este espacio editorial.

Los gobernantes se consideran la encarnación del pueblo, a pesar de que su gestión, en el último tiempo, sirve más a los empresarios grandes, criollos y transnacionales,  a la gente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) y los patrones que explotan minerales en San Cristóbal (Potosí); a los cooperativistas-empresarios mineros, los que no son cooperativistas, de acuerdo a expertos, y según la realidad; tales gobernantes, en último escalón, ejecutan algunas políticas de bajo rango, con las que creen que sirven al pueblo. Por esto último los inquilinos del Palacio Quemado se consideran “del pueblo”.

Cabe una precisión: hay gente del pueblo que todavía le cree a JEMA y, por tanto, en apariencia considera que el actual gobierno boliviano es su gobierno.

Ocurre que ahora en nuestro país, particularmente los dirigentes sindicales que tienen cierto apoyo de sus bases, por acción o por omisión, sirven a la alianza o pacto de gobernantes y empresarios. En consecuencia, en este momento y hacia delante, aunque no lo quieran y quizá sin advertirlo, los empobrecidos y los no tanto, cuando menos son facilitadores de esa alianza de clases, al estilo de la que impulsó el MNR, a partir de la Revolución del 9 de abril de 1952: paralelo para el que tenemos en cuenta el tiempo transcurrido y la situación concreta.

Citamos un ejemplo para mostrar los alcances de esta última afirmación: El MNR, luego de la reforma agraria burguesa de 1953 y después de liquidar latifundios improductivos, especialmente, consintió e incluso promovió un nuevo proceso de concentración y monopolización de la tierra agropecuaria, especialmente en Santa Cruz. Es conocida la afirmación de un dirigente indígena quien dijo que él hubiera preferido nacer vaca porque este animal, según aquella reforma agraria, debía pastar en cinco hectáreas de suelo beniano.

Ante ese proceso de concentración y monopolización de la tierra en Santa Cruz, surge una nueva clase social: los empresarios agropecuarios o burguesía agraria. También por ello, los kataristas avanzados proponen un proyecto de ley agraria con el siguiente principio fundamental: “La tierra para el que la trabaja personalmente.”

La actual reforma agraria, también impulsada por los s actuales gobernantes, entre otras cosas consiente que un millón de hectáreas sean poseídas por empresarios brasileños en las que se cultivan, especialmente, soya transgénica, como estableció un estudio de la Fundación Tierra, conclusión sobre la que los gobernantes guardan silencio cómplice.

El pacto gobernantes-empresarios agrupados en la CAO tiene como filo principal satisfacer las exigencias de esos patrones, como constataron dirigentes campesinos masistas durante la firma de esos acuerdos en los que los intereses de pequeños y medianos trabajadores del agro, cruceño y boliviano, no fueron tomados en cuenta.

Los movimientistas, como una de las realizaciones de la reforma agraria de 1953, intentaron y/o “formaron”, también, una burguesía nacional agraria. Algunos de los integrantes de lo que fue esa fracción de clase dominante, incluso recibieron “créditos de honor”, parte de los cuales invirtieron en Santa Cruz con los que compraron tierras y ganado. Pero, muchos de esos créditos ni fueron invertidos para lo que fueron destinados ni fueron devueltos al Banco Agrícola.

Nosotros afirmamos que JEMA y sus llunk’us siguen por una ruta de la que, vistas las cosas como están, ya no saldrán: ejecutarán reformas burguesas, con algún aderezo popular, de aquí adelante con más celeridad incluso, a las que podrían seguir llamando revolución democrática y cultural, tal cual lo hacen, aunque cada vez menos, y sin fervor, es cierto.

La diferencia principal que registramos, entre los gobernantes y los editores de este semanario virtual, reside en que JEMA, creemos, no debe reproducir su poder después de 2019 porque si eso ocurre no será para servir al pueblo sino, sobre todo, “a sus socios y no patrones”, mejor dicho, a sus socios que son a la vez patrones.

Básicamente por eso rechazamos el segundo tiempo, luego del referendo del 21F, porque JEMA podría imponer acciones de sus movimientos sociales (marchas, bloqueos, huelgas de hambre, ocupaciones); represión encubierta y abierta a los que exijamos que se respete la victoria del NO en febrero de este año; así como lo que debemos subestimar: acaso un alzamiento armado de los movimientos sociales o un “enfrentamiento” como llaman los gobernantes y/o sus adulones.

 Al revés de aquellos que quieren quedarse hasta la muerte en el poder, pero que en 2019 darán la batalla para quedarse, los que estamos en contra de un prorroguismo sin límite, debido a las razones anotadas en esta nota, tenemos que dar la batalla en todo momento, cada día, y sin cuartos intermedios. Esto quiere decir: construcción de una nueva unidad del pueblo boliviano (democrática, popular, plurinacional, antiimperialista y revolucionaria); esto es una convergencia de la que deben ser excluidos opresores y explotadores; una nueva alternativa política, con un partido revolucionario, que exprese la unidad de los que asuman las transformaciones como tarea de todos los días: camino cierto para construir el socialismo de todo el pueblo en tierras bolivianas.   

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