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Ideas de gobernantes sobre el referéndum (III)

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El politólogo Atilio Boron, amigo de los gobernantes bolivianos, varias veces dijo que Evo Morales contaba con una fuerza electoral invencible. No dijo, sin embargo, que ese electorado era y es un contingente poco ideologizado y deficientemente politizado.

Aquel estudioso de la política, argentino como es él, también señaló que el imperio y que la derecha, hicieron campaña por el NO. Olvidó añadir que entre los aliados importantes de los gobernantes bolivianos están empresarios que nunca estuvieron en la izquierda.

A Boron, para hablar de nuestro caso, le hace falta leer mejor la realidad boliviana porque sus juicios los apoya en referencias, sobre todo de los gobernantes a los que apoya, con frecuencia, de manera acrítica. Sin embargo, respectamos sus ideas, aunque no siempre las compartimos sobre todo las del último tiempo, así como hacemos nuestra la apreciación suya en sentido de que la corrupción deteriora y podría desmoronar a los procesos llamados progresistas de la región: Brasil, Venezuela, antes Argentina y, nosotros añadimos, Bolivia.

El electorado de Juan Evo Morales Ayma (JEMA) es un contingente, sobre todo campesino (entre los que hay capas medias), marcadamente desideologizado y visiblemente despolitizado. El pueblo asume ideas e incluso las elabora en su accionar cotidiano y se politiza también cuando se moviliza, pero está demostrado que a ese proceso, informativo y formativo, también se debe acompañar una labor de educación ideológica y política, con lecturas (en talleres, conversatorios, asambleas, congresos, marchas, bloqueos) y sobre todo con una reinterpretación o lectura crítica de la realidad. Esa actividad de formación ideológica y de educación política es lo menos que han realizado los gobernantes actuales.

Esta afirmación ha sido implícitamente corroborada por el vicepresidente García Linera cuando en un texto que lleva su firma y que ha sido publicado en el suplemento Animal Político de La Razón de La Paz, en el que sostiene que los gobernantes no consiguieron influir en las capas medias (parte de una nueva estructura de clases en Bolivia) que han aumentado en número y que su bienestar material le deben al proceso de cambio, aunque no siempre se dan cuenta, esas capas medias, de que esos beneficios son de los últimos 10 años.

En realidad, los gobernantes ven sobre todo en los campesinos —actualmente la minoría de la población boliviana— como una masa electoral que debe estar dispuesta, según sus jefes políticos, como agrupamientos dispuestos a marchar hacia La Paz o hacia el lugar en el que esté el Jefazo para escuchar sus peroratas, casi siempre insustanciales en el último tiempo, y para aplaudirle, lo que está entre lo que más le gusta al Presidente, según testimonios, y por el conocimiento que tenemos sobre ese comportamiento.

Los campesinos se sienten incluidos, creen que son los actores principales del todavía llamado proceso de cambios, consideran que ya no son discriminados y hasta sacan pecho porque constatan que disminuye la extrema pobreza. Ésta es cierto que disminuye, meta que es de las Naciones Unidas y por lo que se declara también del Banco Mundial y, sin duda, es una aspiración legítima de nuestro pueblo. Sin embargo, nosotros afirmamos que la inclusión, la discriminación, la participación del pueblo, estos últimos 10 años, son destacables en la forma, pero carentes de contenido. En otras palabras: muchos de los incluidos son invitados de piedra allí donde se encuentran, no son discriminados en las palabras pero siguen siendo en los hechos, la participación de ellos en el quehacer político es meramente formal porque nada o muy poco deciden.

El poder tiene mucho de sensual, sobre todo cuando los que lo ejercen son gentes como JEMA y su entorno de súper llunk’us. Por eso esa frases suyas: si el pueblo me quiere votará por la reforma constitucional o por qué no nos quieren personas de las ciudades. Reducir la política a cuestiones del corazón es caminar por caminos equivocados. Si con esas apelaciones a las sensaciones de la gente, el Presidente busca apoyo electoral para las venideras elecciones, las que otra vez cree que las ganarán con el 70 por ciento, se comporta o finge hacerlo como aprendiz o que finge que sigue su aprendizaje político durante 10 años.

Para nosotros que más de la mitad de los bolivianos decida votar NO el 21F es porque encontró que sus intereses no se mezclan con los intereses de gobernantes que pactan con grupos empresariales, tipo Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO); que no se revuelcan con otros empresarios que tienen socios transnacionales, como en Santa Cruz; que eligen como socios a capitalistas transnacionales, como chinos o rusos, sin reparo alguno. Cuidado: los empresarios chinos y rusos, los de ahora, nada tienen de socialistas, y los capitalistas fueron y son explotadores y opresores. La acumulación originaria de esos capitalistas quizá fue diferente a la anterior acumulación capitalista, pero lo dicho por Marx sobre esa acumulación sigue vigente: el capitalismo llega al mundo bañado de lodo y sangre de la cabeza a los pies.

En otras palabras: las reformas burguesas de este último tiempo boliviano, de las que ganan los capitalistas transnacionalizados, como los banqueros y los agroindustriales, que en varios casos están fusionados, son hechos que convencen a importantes sectores del pueblo en qué lugar están sus verdaderos intereses y por supuesto a integrantes de las capas medias que tienen sentido común, el que les permite leer bien la realidad cotidiana.

Los medios de difusión en nuestro país, en su mayoría (el 80 por ciento), son amigos de los gobernantes, de acuerdo a lo dicho por el presidente Morales al diario cruceño El Deber. La propaganda política de los gobernantes para que la gente vote SÍ el 21F resultó abrumadora y cara. Lo que los gobernantes no admiten —y no porque no tengan el dato— es que la propaganda política no determina por sí misma el comportamiento electoral de los votantes, aunque su influencia es importante. Otro aspecto es tanto o más determinante entre los electores: la propaganda política (y la publicidad comercial) difunden mentiras, junto a datos que podrían ser verdaderos, tal como señala un francés. Sobre estos datos verdaderos merece un estudio el que la entrega de obras, por los gobernantes, no haya influido en los electores de modo que éstos le den la victoria al SÍ, soñada por JEMA, el que dijo varias veces que el SÍ ganaría con el 70 por ciento el 21F.

Un docente universitario alemán —criterio que compartimos— afirma que en una guerra lo primero que muere es la verdad. Apoyados en ese parecer, nosotros nos animamos a decir que cuando en Bolivia se agudiza la lucha de clases se mata a la verdad o se lo intenta, especialmente desde el gobierno y desde el Estado.

Las redes sociales también difunden mentiras de ambos bloques: desde el llano y desde el gobierno o por los voceros oficiosos de éste. Las redes sociales influyen electoralmente, pero como los medios de difusión tradicionales no determinan conductas. Además, los gobernantes sueñan con establecer controles en las redes sociales, es decir, censuras, autocensuras, medias verdades, manipulaciones y mentiras, tal cual ocurre en prensa, radio y televisión.

Aquellos gobernantes también consideran que utilizarán las redes sociales para ganar las elecciones en 2019. Veremos. En las redes sociales, en cada coyuntura, tendremos que observar quién gana a quién.

Lo que olvidan los gobernantes es que los actores y/o propagandistas de las redes sociales asientan su labor en la realidad y cuando ésta es desfavorable al pueblo, por la acción de gobernantes como los actuales inquilinos del Palacio de Gobierno, ninguna propaganda oficialista, difundida por las redes sociales, será capaz de conseguir que el pueblo vote en contra de sus intereses y por sus opresores y explotadores de ayer y de hoy.

En la próxima nota editorial de www.semanarioaqui.com opinaremos sobre otras afirmaciones de los gobernantes y sus voceros oficiales y oficiosos, tales como: la hegemonía no es lo mismo que continuidad de liderazgo, la unidad de la oposición (al decir de García Linera), la segunda vuelta o el segundo tiempo (de acuerdo al presidente Morales) la derrota táctica, el empate electoral, la victoria relativa y la derrota relativa.

A manera de conclusión agregamos que no basta haber contado con una fuerza electoral antes invencible, pero poco ideologizada y escasamente politizada, para ganar en todas las elecciones bolivianas. Así como la vida muestra que tampoco basta que los oficialistas cuenten con propaganda política predominante en los medios tradicionales: televisión, radio y prensa para ganar en un referéndum.

Asimismo, los resultados del 21F evidencian que las mentiras, propagadas desde el gobierno y desde el Estado, aunque éste fuera plurinacional, no alcanzan para engañar toda la vida a nuestro pueblo que no tiene “alma de esclavo”, como dejó dicho un destacado líder sindical minero.  

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