Corte de La Haya:
La Corte Internacional de Justicia (CIJ), con sede en La Haya (Holanda), además de señalar que tiene competencia para atender la demanda del Estado boliviano contra el de Chile, concluye:
“En vista de lo anterior, la Corte concluye que el objeto del diferendo es si Chile tiene la obligación de negociar de buena fe el acceso soberano de Bolivia al océano Pacífico y, en caso afirmativo, si Chile ha incumplido esa obligación.”
Resuelta esa cuestión previa, con la que la CIJ responde al Estado chileno que no atiende su pedido para que la Corte deje de tramitar la demanda del Estado boliviano, resumidamente dice: que aquel organismo de justicia, previa investigación, para acopiar las pruebas, resolvería que Bolivia y Chile dialoguen para que nuestro país negocie con los titulares del Estado chileno una salida con soberanía al océano Pacífico; con soberanía, según la demanda más que centenaria de nuestro país.
Incluso algunos oficialistas han leído correctamente esa resolución de la CIJ. Sobre esta materia, la Presidenta de la Cámara de Diputados dijo que aquella Corte resolvió una cuestión de forma en La Haya y que ahora le toca atender las cuestiones de fondo. Sin embargo, esta parlamentaria anotó, además, que el oficialismo “capitalizará” esa victoria internacional para conseguir que la gente vote sí en el referendo del 21 de febrero de 2016. Citamos a Gabriela Montaño:
“La gente define viendo resultados y será el pueblo el que tome la decisión de que si estos resultados, incluyendo el ámbito internacional, son favorables para Bolivia y toda la gente sabe que sin el liderazgo del presidente Evo Morales no hubieran tenido el resultado que tuvimos ayer en La Haya.”
Otros funcionarios del gobierno, creemos que a propósito, dicen verdades a medias —un mecanismo de la subinformación y de la desinformación— porque afirman que estamos más cerca del mar y/o que se abre el camino rumbo a las playas en el océano Pacífico que recuperará el actual gobierno.
Un dirigente de los cooperativistas afirmó, ante medios de difusión, que ellos exportarán minerales por el puerto que será boliviano, y otras afirmaciones parecidas.
Incluso medios de difusión que, al parecer, hacen una mala lectura de la resolución de la CIJ de La Haya, como Página Siete, sobre el asunto que comentamos señala:
“El jueves 24 de septiembre, la CIJ rechazó la objeción chilena y se declaró competente para resolver la demanda marítima (de Bolivia) y reactivó el proceso y los pasos procesales como la preservación de la contramemoria, la dúplica, réplica y sentencia final.”
El Vicepresidente, al que reconocen como “teórico”, ha dicho: “Nunca antes ningún Gobierno, ningún Presidente había logrado una victoria internacional de ese calibre… Hay que agradecer a la Pachamama de haber vivido este día histórico, de haber compartido con el hombre que ha sido gestor, el líder para esta victoria, nuestro presidente Evo Morales.” Y agregó en la misma ocasión: “A nadie se le ocurrió eso antes, fue el presidente Evo en persona, no fue un doctor, ¡fue Evo! ¡E! ¡V! ¡O!”
Gustavo Fernández, excanciller boliviano y experto en relaciones internacionales, en una entrevista que publicamos en este número de Aquí (www.semanarioaqui.com), dice que es una ingenuidad esperar que los inquilinos actuales del Palacio Quemado dejen de sacar beneficio político al referido fallo de la CIJ.
El excanciller Fernández, en aquella entrevista, evalúa el éxito diplomático de Bolivia, así:
“Al buen trabajo del equipo, un trabajo jurídico impecable. Bolivia encontró un camino que no lo había explorado antes con tanta profundidad, porque probablemente no teníamos la formación y la calidad jurídica de los abogados que se han contratado ahora o porque el derecho internacional no había alcanzado el nivel de evolución que tiene hoy día. No era lo mismo plantear el asunto en la Liga de Naciones en 1920 que hacerlo hoy. El mundo cambia y se encontró un camino que es enormemente importante. Esa es la principal razón y luego, por cierto, la consistencia del respaldo político.”
El expresidente, Carlos D. Mesa Gisbert, concluye su columna que le publican en Página Siete (y que reproducimos en esta edición) como sigue:
“Este es un primer paso, pero un primer paso que ha consolidado el valor incuestionable de afirmaciones históricas de Bolivia, a partir de consideraciones categóricas del máximo tribunal internacional de justicia. El largo camino que aún queda no estará exento de dificultades, pero la solidez de nuestros argumentos y la clara vocación de haber definido esta causa como una política de Estado, trabajada por un equipo compacto y con una única meta, nos permite ser optimistas en cuanto al resultado que todos los bolivianos esperamos.”
Un abogado internacionalista y ex ministro de Relaciones Exteriores de nuestro país, en una nota publicada el domingo 27 de este mes, a propósito del fallo de la CIJ de La Haya —considerada una victoria que hizo llorar a funcionarios del gobierno y del Estado, como al Presidente del Senado—, convocó a la sindéresis, es decir, a la discreción y a juzgar con rectitud ese fallo. (Publicamos en este número de Aquí la nota de Fernando Salazar Paredes).
Este internacionalista reproduce los párrafos 32 y 33 del fallo de la CIJ que los bolivianos debemos asumir de manera recta de acuerdo a ese abogado que, además, es docente de la UMSA y que ejerció el periodismo en La Paz. Citamos:
“La Corte considera que, si bien se puede suponer que el acceso soberano al océano Pacífico, al final, es la meta de Bolivia, hay que distinguir entre ese objetivo y el conflicto relacionado pero distinto presentado por la aplicación; es decir, si Chile tiene la obligación de negociar el acceso soberano de Bolivia al mar y, si existe tal obligación, si Chile ha incumplido la misma. La aplicación no pide a la Corte que falle y declare que Bolivia tiene derecho a accedo soberano.”
El párrafo 33 del fallo de la CIJ, que cita Salazar Paredes, dice:
“Más aún, de proceder este caso de conformidad a sus méritos, la reclamación de Bolivia colocaría ante la Corte los respectivos argumentos de las Partes sobre la existencia, la naturaleza y el contenido de la supuesta obligación de negociar el acceso soberano. Aun suponiendo, argüendo, que la Corte constatara la existencia de tal obligación, no sería la Corte quien pueda predeterminar el resultado de cualquier negociación que se llevaría a cabo como consecuencia de esa obligación.”
“Si Chile se niega a acatar un eventual fallo contrario a sus intereses —ahora si hay indicios sobre ello— cuál será el camino a adoptarse, no para denunciar a Chile por esta actitud, sino para proseguir con nuestra búsqueda de reconocimiento efectivo de nuestro derecho de contar con una salida soberana al Pacífico”, afirma Salazar Paredes.
Gobernantes y grupos dominantes de la sociedad chilena que mantienen un comportamiento inamistoso respecto de los bolivianos —entre ellos un militar jubilado ex y ministro de la Defensa— han dicho a medios de difusión de su país (Chile) que éste no dialogue con el nuestro, que abandone el proceso ante la CIJ y que en el Estado vecino se realice una consulta que autorice su salida del Pacto de Bogotá que, básicamente, recomienda que los conflictos entre estados de la región, como el de Bolivia-Chile, se resuelvan sin guerra.
La presidenta Bachelet, además de señalar que su país nada perdió y que Bolivia nada ganó en La Haya, por intermedio de funcionarios de su gobierno o de la comisión que atiende aquel pleito en esa Corte, añade que el Estado chileno nada tiene que negociar con Bolivia y menos una salida al Pacífico con soberanía.
Los gobernantes bolivianos otra vez quedan al descubierto: capitalizan el triunfo en la CIJ con la pretensión de que los bolivianos votemos por la reelección de Juan Evo Morales Ayma hasta 2030. Aunque la del mar para Bolivia es una política de Estado en las palabras, porque en los hechos, tiene un autor: el presidente Morales, según del Vicepresidente, que tendría que asimilar mejor el fallo que comentamos, y que también tendría que referirse a las limitaciones del mismo.
Nosotros tratamos más allá: en primer lugar los gobernantes utilizan políticamente aquel fallo para sumar votos de respaldo a la reelección del Presidente y sólo después tienen en cuenta los intereses de los bolivianos, muchos de los que creen que con el mar remontaremos el atraso de nuestro país.
No tenemos capacidad de aguar la fiesta a Evo Morales y tomamos nota de aquel avance de la lucha por el mar para nuestro país, pero sugerimos a gente del pueblo que comprendamos los reales alcances de ese fallo, de modo que establezcamos que la resolución de la CIJ es sólo para que siga el trámite y esa Corte disponga que Chile converse con Bolivia sobre la demanda de salida al mar con soberanía, si es que Chile en base a una norma está obligado a dialogar con su vecino.
Debe quedar muy claro, asimismo, que lo que disponga la CIJ (la sentencia final sobre la cuestión de fondo) dentro de plazos que no están definidos, podría desoír Chile, al fin de cuentas lo que aquel Estado sostiene respecto de nuestra demanda marítima es una política estatal, es decir, de los sectores dominantes de la sociedad suya, la que cuenta con apoyo de sectores del pueblo.
Por ello, la negociación entre Bolivia y Chile se nota un tanto distante sino y podría frustrarse porque esa política de los sectores sociales dominantes chilenos podría prolongarse y, suponemos que muy difícil de cambiar. Sin embargo, los bolivianos no debemos ser los que busquemos más obstáculos a la causa marítima, porque la mejor parte sensata del pueblo —que esperamos se comportará con “sindéresis”— asume y asumirá aquel fallo, de un incidente previo al juicio, en sus reales términos y en sus justos alcances.
Nosotros creemos que debemos rechazar el uso político y/o politiquero que hacen los gobernantes de ese fallo de la CIJ —y que definen como su autor al presidente Morales—, con lo que consideran que influirán en los electores para que digan sí el 21 de febrero de 2016.
Ni siguiera nos convence el optimismo, ni el moderado ni el desenfrenado, de los que creen que aquella Corte ha favorecido a Bolivia como ningún otro tribunal y que estamos más cerca que nunca de conseguir un puerto boliviano en el Pacífico.
Compartimos más el punto de vista de Fernando Salazar Paredes, que sugiere calma, y añade que el fallo que comentamos es un buen comienzo y que la continuación debe ser mejor. Pero, apoyados en la historia, consideramos también que sólo habría salida al mar para nuestro país si se encuentra una solución que satisfaga a los Estados boliviano, chileno y peruano y, de manera particular, si atiende los interese legales y legítimos de los pueblos concernidos en el diferendo.
Nosotros, asimismo, ponemos el acento en que el avance registrado con el fallo de la CIJ hubiera sido imposible sin la lucha, a veces estridente, del pueblo boliviano, y sin el apoyo de hijos del pueblo chileno, así como sin la simpatía de sectores populares peruanos. Jamás podríamos negar el aporte del “equipo compacto” que atiende nuestra demanda en La Haya, y sin desconocer aportes de las personas, no aceptamos —porque no es verdad— que aquel fallo se lo debemos al Presidente de Bolivia, aunque el Presidente del Senado pretenda hacernos creer que eso hizo Juan Evo Morales Ayma porque tiene huevos. ¡Gringo González: si todo fuera cuestión de huevos hubiera bastado el carajazo de Abaroa para evitar el enclaustramiento boliviano!
Tenemos que leer muy bien aquel fallo para darnos cuenta por sí mismos de sus alcances y de sus limitaciones; sobre todo tenemos que leer la realidad y confrontarla con la relectura de ese texto con la que inflan el pecho unos fanáticos sin remedio que existen entre las capas medias de la población boliviana.