Remberto Cárdenas Morales* - De sábado a sábado (198)
Antonio escribía con tal destreza y con dos dedos en la máquina de escribir que ni releía ni corregía sus textos. Entre otros, uno de los factores determinantes de ese ritmo de trabajo y de las notas "en limpio" logradas obedecía a que... vivía informado,...
El momento de conocernos nos abrazamos como si nos hubiéramos encontrado después de un tiempo. Fue en el penal de San Pedro de La Paz, lugar al que fuimos llevados los últimos presos políticos del dictador Banzer, en diciembre de 1977. Allí el agente de la policía política al mando nos dijo: "Señores, ustedes han dejado de ser detenidos políticos, ahora son presos comunes". Quizá ese lenguaje se debió a que a los cautivos políticos residuales (poco más de diez) nos amenazaron con juicios criminales por asesinato, alzamiento armado, asociación delictuosa, falsa identidad, etc. Los otros presos políticos fueron amnistiados en ocasión de la navidad de ese año (1977). A los pocos días empezó la huelga de hambre por "amnistía general e irrestricta" iniciada por las cuatro conocidas amas de casa de Catavi y Siglo XX.
A manera de "bienvenida", los presos por narcotráfico nos ofrecieron gratis unas dosis de cocaína, para "calmar las tensiones", dijo uno de ellos. Nuestra respuesta fue de rechazo. Supusimos que con ese gesto buscaban consumidores que amplíen el mercado próspero que funcionaba día y noche en ese penal. Todos preservamos distancia de esos "internos", salvo un ex suboficial del Ejército boliviano, quizá un infiltrado, que con visible entusiasmo se relacionó con los culpados de narcotráfico.
Antonio presidió la primera reunión, apenas se alejaron esos visitantes inesperados. Apoyado en el pensamiento y en el ejemplo del Che, nos arengó para mantener "la moral revolucionaria" y desarrollar las mejores relaciones posibles con la llamada población penal.
La mayoría de los últimos presos políticos de Banzer (entre ellos Antonio) militaba en el Ejército de Liberación Nacional-Partido Revolucionario de los Trabajadores de Bolivia, uno pertenecía al Movimiento de la Izquierda Revolucionaria, otro al Partido Comunista Marxista-Leninista y yo a la Juventud Comunista de Bolivia.
Constituimos una dirección política integrada por delegados de las organizaciones políticas citadas, instancia que de hecho fue presidida por Antonio, aunque en germen fue una tentativa de dirección colectiva.
Organizamos nuestra residencia para asegurarnos alimentación, trabajo en cuernos de vacunos, estudios de historia de Bolivia, preparación para los juicios anunciados, asesoramiento de abogados; todo con apoyo de nuestros familiares, que nos llevaban víveres, libros y material de trabajo, y también de nuestras organizaciones políticas.
Las cuatro precursoras de la huelga de hambre nos visitaron y nos dijeron que el ayuno sería también para conseguir la libertad de todos nosotros y el retorno de los cientos de exiliados. Uno de los compañeros de prisión era esposo de una de las huelguistas de hambre que sostuvieron esa medida en el Arzobispado de La Paz.
Iniciada la huelga de hambre, Antonio nos avisó que iba a sostener el ayuno en la capilla del penal de San Pedro. Nos invitó a sumarnos a ella y añadió que no le parecía ético que otros ayunen por nuestra libertad y que nosotros no. Otros alegamos que no era posible mantener esa medida como presos políticos que seguíamos siendo. Se instaló el piquete, pero acabó a los pocos minutos desbaratado por la guardia del penal.
Los últimos presos políticos de Banzer, luego de que nos fotografiaron en la plaza de San Pedro, con abrazos mediante, agradecimos a los huelguistas de hambre del país y a la lucha del pueblo que conquistaron la libertad política, nuestra y de los bolivianos.
El reencuentro con Antonio ocurrió en el semanario Aquí, que él ayudó a fundar al cura mártir Luis Espinal junto con periodistas y religiosos. Sucedió en un momento de relanzamiento de aquel vocero del pueblo cuando nuestro compañero, que antes ejerció la jefatura de redacción, asumió la dirección. Los primeros números de Aquí, en ese momento de reorganización, Antonio los realizaba solo: escribía los originales, transcribía los textos en una máquina un poco más avanzada que el linotipo, diagramaba sobre papel al viejo estilo y ayudaba en el armado de las páginas.
En ese período (1986-1987) Antonio puso el acento en la tarea de conseguir que Aquí retome contenido y forma originales y que restablezca su condición de periódico autogestionario, es decir, que muestre que sus integrantes éramos dueños colectivos de los pocos bienes que tenía y que todos aportábamos sobre todo con trabajo en la redacción, administración, distribución y otros. Sólo el director, jefe de redacción, un redactor y un mensajero percibían sueldo; los estudiantes de comunicación, incorporados en el medio semanal, recibían como remuneración una beca-trabajo que nunca fue mayor al salario mínimo nacional de ese tiempo.
Una vez por semana, en reuniones de la redacción, evaluábamos el trabajo de la semana y aprobábamos la agenda para la siguiente edición. Antonio escribía con tal destreza y con dos dedos en la máquina de escribir que ni releía ni corregía sus textos. Entre otros, uno de los factores determinantes de ese ritmo de trabajo y de las notas "en limpio" logradas obedecía a que Antonio vivía informado, y bien informado, en especial sobre el momento político, el comportamiento de la economía y respecto de la lucha de los trabajadores bolivianos.
Lo esencial del trabajo periodístico de Antonio en Aquí, como su director, fue la denuncia y el análisis del neoliberalismo: del pazestenssorismo y del gonismo en particular.
Cuando Aquí denunció el pago de sobresueldos a funcionarios escogidos del gobierno de Paz Estenssoro, poco después de la imposición del DS 21060, que resumía la política económica y social neoliberal, el semanario tituló una de sus ediciones: "Cabrones ¡váyanse!", texto que trató de expresar lo que la gente del pueblo decía sobre los que pagaban los sobresueldos. Además, no buscó aludir al comportamiento conyugal de los esposos Paz-Cortez.
Ese titular desencadenó la furia de los gobernantes, que sin orden judicial y mediante sus agentes allanaron la oficina de Aquí, apresaron a los visitantes y al director, Antonio Peredo. Éste, que recibió el respaldo de los periodistas del país y de fuera, consiguió su libertad en una audiencia, después de pagar una fianza y luego de 10 días en prisión.
También bajo la dirección de Antonio, Aquí publicó una denuncia documentada sobre las comisiones del 15 por ciento cobradas por C. Morales, ministro de Paz Entenssoro, con el título: "Los negociados del Ministro Morales Landívar 'dan asco'", frase de una de las fuentes que informó sobre la conducta del entonces funcionario público. El día en que circuló esa edición, el Presidente le pidió la renuncia a su ministro que ocupaba la cartera de Energía e Hidrocarburos.
Antonio merece que contemos, en otras notas, más facetas de su vida fecunda. Entre tanto, añadimos que él fue un imprescindible porque luchaba, leía y escribía todos los días.
La Paz, 9 de junio de 2012.
*Periodista.