De sábado a sábado 404
Remberto Cárdenas Morales*
Juan Evo Morales Ayma y Álvaro Marcelo García Linera, en sus discursos del último 6 de agosto, convocaron a conciliar intereses de clases sociales, los que podrían ser coincidentes, pero cuando se ubican frente a frente explotadores y explotados, esos intereses son contrapuestos e irreconciliables.
Los candidatos a la reelección, anticonstitucional e ilegítima, han hecho aquel llamado, que tiene un dejo electoralista, para recapturar votos perdidos y ganar otros.
Esa apelación, además, es una constatación de que Evo-Álvaro ya no tienen la fuerza electoral invencible, de la que hablaban los amigos suyos, incluso fuera del país, el politólogo argentino, Atilio Borón, entre ellos.
Pero hay algo más, tan importante o más en aquel comportamiento de los candidatos oficialistas: El programa que dicen tener, las reformas que realmente ejecutan, las pocas ideas que asumen o acuñan, los aliados que se gastan, el cada vez más escaso apoyo que reciben, el camino electoral por el que trajinan, los lleva a esos políticos decadentes a parlotear de esa forma.
Ahora sería una ceguera no ver y no rememorar lo que ha sucedido en Bolivia: han sido conciliados intereses contradictorios de clases sociales; pacto del que casi siempre ganaron los grupos sociales pudientes que, con frecuencia y en ese momento, seguían dominantes. En la práctica no hay eso de que de tal acuerdo, entre desiguales social y económicamente, ganan todos.
Para explicar lo que afirmamos, citamos un hecho ocurrido hace poco. Entre los colonizadores productores de soya de San Julián y Cuatro Cañadas (norte de Santa Cruz) y los empresarios grandes con acceso al mercado internacional hubo un conflicto, entre otros factores, por el precio de la soya —transgénica o casi toda transgénica— debido a que los colonizadores demandaron un precio mayor para su producto y los empresarios se negaban a compartir, en otra proporción, sus ganancias. A la postre se impusieron los capitalistas, luego de hacerles concesiones menores a sus socios, también menores. No se sabe que los dos primeros mandatarios mediaron en aquel conflicto, a pesar del pedido de los colonizadores, los menos favorecidos.
En este caso hubo cierta conciliación de intereses, sobre todo económicos, porque así funcionan esas relaciones entre patrones grandes y pequeños y/o medianos.
Sin embargo, esas contradicciones entre esos grupos económicos, también marcan el pulso de la vida en una sociedad como la nuestra. Además, esas contradicciones ponen de manifiesto la forma en la que tiene lugar la lucha de clases sociales.
Es que en las relaciones sociales —así también se define a una sociedad—, nada ocurre fuera de la lucha de clases, la que para el marxismo es la locomotora de la historia.
Y con aquel llamado a la conciliación de intereses de clases sociales diferentes, los todavía gobernantes pretenden ampliar el apoyo electoral para octubre, el que sueñan que será del 70 por ciento; sueñan porque hasta este momento la campaña electoral sugiere que ese porcentaje, deseado por los oficialistas, ahora, parece imposible.
Evo Morales, además, en su mensaje citado pidió preservar lo avanzado en Bolivia, en los casi 14 años de sus gobiernos. Eso mismo quiere decir ponerse de acuerdo entre desiguales para cuidar las reformas burguesas, en mucho favorables a los empresarios grandes (criollos y transnacionales), a los empresarios medianos y colonizadores (cooperativistas mineros y cocaleros del Chapare sobre todo) y a mucha distancia los productores de soya de San Julián y Cuatro Cañadas y, más lejos todavía, los explotados y oprimidos, entre los cuales equivocadamente creen que los gobernantes actuales atienden sus demandas y que por ello son irremplazables.
Con lo dicho se reafirma que la conciliación de intereses de clases sociales que comentamos tiene miras cortas, busca más votos para reproducir el poder de Evo Morales, para que éste siga como el Presidente de la “mejor Bolivia” burguesa que se reconstruye en este tiempo.
*Periodista