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Venezuela: sin socialismo del siglo XXI y sin comunas populares

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De sábado a sábado 376

Remberto Cárdenas Morales*

Hugo Chávez Frías, comandante de la Revolución Bolivariana de Venezuela, en un discurso con el que, se advierte, se despidió del mundo y de la vida, dijo: No se equivoquen, compañeros, tienen que elegir a Maduro, presidente de Venezuela. Y a éste: Maduro: no te olvides que en Venezuela no hay socialismo del siglo XXI ni hay una sola comuna popular,

Después, a ningún dirigente de aquella Revolución le hemos escuchado decir algo sobre esas afirmaciones de Chávez. En la página web de Aquí publicamos íntegramente ese discurso.

Vista la realidad actual de la tierra de Bolívar y Sucre, desde la distancia, concluimos en que esa confesión de Chávez es verdadera y que ni sus seguidores ni el pueblo hicieron lo suyo para que en ese país hermano haya socialismo del siglo XXI y comunas populares, al estilo de China de Mao, lo que tendría que ser la propuesta-realización del chavismo.

Los datos de los que disponemos nos llevan a decir que en Venezuela no se ha resuelto, en realidad, la cuestión del poder, aunque las Fuerzas Armadas y sectores populares son el principal sustento del régimen que encabeza Maduro.

En otras palabras, como manifestación de la lucha de clases interna y la acción internacional en contra de la Revolución Bolivariana, con la administración de Trump, como actora de primera línea, allí sigue la pugna, incluso cruenta, de quién vence a quién: o los revolucionarios o la derecha en todos sus matices que tiene apoyo yanqui y de contrarrevolucionarios de la región y de otros continentes.

Urge una lectura más rigurosa de la realidad, con ideas avanzadas como orientación, para establecer si la toma del poder por el pueblo y los revolucionarios, en Venezuela, será posible sólo o fundamentalmente con las elecciones. También está en debate si el viejo Estado se destruye poco a poco para forjar, simultáneamente, un nuevo Estado. Sin embargo, estos temas merecen notas especiales.

Hace días se ha recordado que Fidel, en su primer discurso, luego de la victoria del 1 de enero de 1959, afirmó que quizá en ese momento llegaba la etapa más difícil de la Revolución que él dirigió en Cuba: la construcción de la nueva sociedad socialista y la defensa de ésta de la contrarrevolución interna y de la conspiración de los yanquis.

Amigos reales y aliados dudosos de la Revolución Bolivariana denuncian, que en contra de ésta se trama y se ejecuta un golpe de estado blando.

Pero si es cierto que en Venezuela hace falta, y con urgencia, resolver la cuestión del poder, creemos que es ineludible generar una nueva unidad del pueblo, con chavistas civiles y militares, y con grupos o personas de los sectores pudientes, todavía dominantes de sociedad venezolana; unidad que dirija el pueblo y los revolucionarios. Los métodos predominantes, en ese accionar, tienen que ser democráticos, una lucha de masas en las calles, para lo que se requiere —lo decimos fraternalmente— contingentes con una formación ideológica y política la que, al parecer, es insuficiente en Venezuela

Asimismo, se requiere un programa para la construcción de la nueva sociedad, en una fase democrática y popular de un “proceso revolucionario”, que transita un momento inicial, y con una tarea ineludible: la reconstrucción de una economía que enfrenta una gravísima crisis.

Los movimientos sociales tienen que ser los actores principales de la Revolución Bolivariana y, al mismo tiempo, deben ser los que ganen la batalla de la producción, tarea que se propusieron los militantes de la Unidad Popular en Chile.

La defensa de la Revolución Bolivariana está a cargo de las fuerzas armadas, pero gente del pueblo también debe compartir esa tarea difícil.

De un proceso revolucionario. como el venezolano, se espera más ideas para los cambios, así como transformaciones en la cultura, de modo que aquel proceso articule un frente cultural que explique y defienda la Revolución desde las familias, la escuela, la universidad, incluso desde los grupos religiosos que opten, preferentemente, por los empobrecidos, como difundió el Concilio Vaticano II.

En Venezuela, sin más postergaciones. se requiere un poder popular que impulse soluciones reales al hambre, la emigración o el exilio, la desocupación, contra la corrupción, entre otras carencias y calamidades, que afectan sobre todo a la gente del pueblo.

La riqueza petrolera de Venezuela, entre otras, tiene que satisfacer las necesidades de la gente del pueblo; riqueza que necesariamente debe defenderse de la voracidad del imperio.

Allí tiene que ocurrir una verdadera revolución para defenderla, sobre todo si se trata de una revolución socialista y en ningún una farsa.

Intelectuales de Nuestra América sostienen que los regímenes progresistas de Argentina, Ecuador y Brasil han sido derrotados porque en ellos no triunfó la revolución. Postulamos que se salve de ese designio la patria de tantos combatientes y dirigentes de la primera independencia latinoamericana y caribeña.

*Periodista

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