tribuna
de sábado a sábado 375
Remberto Cárdenas Morales
Dirigentes de organizaciones sindicales, profesionales, de investigadores, docentes universitarios, estudiosos de la comunicación y del periodismo, desde hace tiempo, buscamos un nuevo periodismo el que, en las condiciones actuales de Bolivia, Latinoamérica y el Caribe es necesario y es posible.
Ana María Romero de Campero (Anamar) calificó como superficial a nuestro periodismo, apreciación que algunos colegas consideraron como una ofensa.
Nosotros en este espacio periodístico, en el ámbito sindical y en aulas universitarias, entre otros lugares, entonces compartimos la opinión de Anamar y añadimos —lo que ahora reiteramos— que con las redes sociales el periodismo de Nuestra América o Patria Grande y, del país, es más superficial.
El inventor de la página web anotó que a pesar del radio de acción creciente de aquélla, la comunicación no había mejorado sino de manera limitada y que lo más dañino de ese espacio era (¿y es?) que lesionaba (¿y lesiona?) la identidad de nuestros pueblos.
Las redes sociales se han desarrollado tanto y cuentan con soportes tecnológicos de punta que, el periodismo tradicional, parece anacrónico y, por ello, muchas más personas ejercen el “periodismo”. por esos cauces, tanto que Ignacio Ramonet, afirma que los periodistas de viejo cuño son (y somos si me permiten) una especie en extinción. (Escribiremos sobre este periodismo).
En la mayoría de los medios de difusión bolivianos, ahora, censuran, se autocensuran, dicen medias verdades, manipulan y mienten o se mata a la verdad o se lo intenta. Todas estas “plagas” del periodismo se las encubre, no se manifiestan abiertamente.
La censura o prohibición de difundir una noticia es muy frecuente y ese objetivo es logrado con sólo dejar fuera de una edición a la nota desafecta.
La autocensura: autodecisión de no publicar una nota informativa es una medida que se consigue por miedo o por paga.
La propagación de una media verdad ocurre cuando se recorta una noticia, no se registran los dichos y los hechos de las partes involucradas en la situación noticiosa o, simplemente, se “olvidan” las circunstancias que determinan los hechos. Ejemplo: se habla de que Bolivia carece de soberanía alimentaria y no se agrega el o los porqué.
La manipulación: presentar los datos y opiniones al gusto de los gobernantes y/o de los sectores dominantes de la sociedad. El Presidente del Tribunal Supremo de Justicia ha dicho que los periodistas manipulamos, lo que es una media verdad, entre otras cosas, porque sugiere que los manipulares somos los periodistas —y no los dueños de esos medios que al menos la consienten— y ni siquiera sugiere que también manipulan los periodistas de medios estatales o de medios “paraestatales”, y los libera de culpa a gobernantes o a empresarios, beneficiarios de la manipulación. En este número de Aquí publicamos un punto de vista sobre la manipulación de Chomsky. Esa lectura a nosotros nos ayuda a entender que los principales manipuladores (en la información incluida), ahora, son los gobernantes.
Matar a la verdad o intentarlo, en una palabra: mentir, es lo que hacen, especialmente, gobernantes y voceros de los sectores dominantes de la sociedad (con frecuencia por intermedio de terceros), pero no son los únicos.
Un docente universitario alemán dice: En una guerra, lo primero que muere es la verdad. Nosotros, apoyados en esa afirmación, decimos que, sobre todo, cuando se agudiza la lucha de clases en Bolivia, se mata a la verdad o se lo intenta.
Creemos, asimismo, que una vía inmediata para contrarrestar esas plagas del periodismo y para dar pasos certeros hacia el nuevo periodismo, es informar verazmente, ayudar a que la gente se comunique, opinar con responsabilidad e interpretar con ética.
Añadimos otro ejemplo: el presidente Morales, hace un año, aseguró que Bolivia es el país más fuerte de la región, lo que configura una mentira para la manipulación. Frente a esa mentira para manipular, el diario Cambio, al día siguiente de ese mensaje, abrió la primera página con esa mentira; otros diarios reprodujeron pasivamente esa mentira divulgada por el mandatario que debe “anoticiar” con veracidad, a lo que tiene derecho la gente.
Ante aquella mentira, los periodistas debimos analizarla o interpretarla, con ética, es decir, como propone la Federación Latinoamericana de Periodistas, la que sobre todo tenga en cuenta los intereses colectivos y no la del caudillo mentiroso.