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Nueva unidad del pueblo boliviano

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De sábado a sábado 317

Remberto Cárdenas Morales*

En diciembre del año pasado (2013) planteamos, en este espacio, la necesidad de organizar una nueva unidad del pueblo boliviano de veras democrática, popular, antiimperialista y revolucionaria.

En esa ocasión recibimos respuestas de aprobación de esa propuesta incluso de algunos que, en las últimas elecciones generales, han postulado a la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP), en frentes y/o partidos de la derecha.

Ahora creemos que es urgente contar con esa nueva unidad del pueblo boliviano: que sea una convergencia muy amplia, un movimiento social y político, cuyas fronteras sólo se establezcan según el programa que asuma ese encuentro el que, además, debe ser elaborado sobre la base de múltiples consultas: programa que registre el contenido de la unidad que proponemos (democrática, popular, antiimperialista y revolucionaria).

La convergencia que proponemos, por su forma y por su contenido debe ser mucho más de lo que acumulan y constituyen partidos, frentes, movimientos, organizaciones ciudadanas. Debe aprender de estas organizaciones: lo positivo y lo negativo tienen que ser referentes ineludibles y, asimismo, debe enseñar, especialmente a sus integrantes.

Básicamente, la convergencia debe ser la dirección política que necesita el pueblo boliviano, los explotados y oprimidos, los que no viven ni pueden vivir bien.

Pasos o movimientos tácticos tienen que sucederse en la construcción de la nueva unidad del pueblo, de la convergencia de éste.

Nos referimos a la unidad en la acción, a la que no se la concierta, ocurre de hecho porque los que la impulsan encuentran coincidencias esenciales con la plataforma que se agita y por la que se lucha.

La unidad táctica es la que tiene lugar, previa consulta, y es consecuencia de un acuerdo. Con frecuencia, los actores de esa unidad, comparten una plataforma de lucha o un programa también táctico. La unidad táctica, además, cuando es exitosa por la acción de sus protagonistas, aproxima a la estrategia, es decir, al objetivo general, al propósito central que se persigue.

En consecuencia, un escalón más avanzado es la unidad estratégica. Ésta se articula o sigue su curso en el tramo de las batallas decisivas en pos del objetivo fundamental que busca, en este caso la convergencia.

Estos tres tipos de unidad: en la acción, táctica y estratégica, cuando son adecuadamente encausadas, se complementan, en vez de contraponerse.

En la convergencia que proponemos, sus actores pueden llegar en distintos momentos y a cualquiera de las citadas instancias de la unidad.

Incluso algunos de los integrantes de la convergencia quizá sólo participen esporádicamente de la unidad en la acción, o sólo en la unidad táctica, o directamente se enrolen a la unidad estratégica. Los momentos de la unidad que sugerimos en nada se parecen al vencimiento de cursos sucesivos o del cumplimiento de prerrequisitos que una pedagogía formalista, por ejemplo, impone en centros de estudios superiores.

Los constructores de la convergencia, en suma, aportan con lo que son y con lo que tienen; lo que importa, esencialmente, es que participen de la articulación de una dirección política del pueblo.

Una dirección política, la convergencia que sugerimos, debe tener organismos de conducción y de coordinación. Previo estudio, las necesidades deben determinar las instancias orgánicas. Sin embargo, la estructura de la convergencia propuesta debe tener en cuenta las experiencias organizativas de nuestro pueblo y de los trabajadores bolivianos y/o latinoamericanos, así como de tantas otras organizaciones políticas del mundo.

Las ideas que asuma como propias la convergencia tienen que ser las avanzadas, así como precursoras deben ser las que elabore y las que propague porque o hay arte posible que permita asumir como suyas las ideas que se desconocen.

La fuerza de los pobres… siempre será la unión, dicen versos de una canción difundida en predios universitarios los convulsivos años 70 del siglo pasado.

La gente del pueblo aprende cada día que lucha. Sin embargo, en la convergencia, la educación ideológica y política debe ser una labor cotidiana, sin formalismos dañinos, pero de manera sistemática.

Toda dirección de la convergencia tiene que ser colectiva. Las personalidades de ella deben aportar al esfuerzo colectivo de aquélla.

El programa de la convergencia, reiteramos, debe ser democrático, popular, antiimperialista y revolucionario.

La convergencia, asimismo, desarrollará las mejores relaciones con nuestros pueblos y, con ellos, la solidaridad será por doble vía: respaldo político e ideológico con toda causa verdaderamente popular de Nuestra América, como punto de partida, y lucha en Bolivia contra los enemigos reales de nuestros pueblos.

La convergencia, la más amplia y profunda unidad del pueblo boliviano, tiene y tendrá, sin duda, como enemigos fundamentales, a la derecha política y económica, a las empresas transnacionales y al imperialismo que sigue como el enemigo fundamental de nuestros pueblos.

Asimismo, la convergencia no desahucia la unidad con ningún contingente político, social, económico y cultural sin debate, sin consulta, sin conocimiento a fondo del discurso y, sobre todo, de la acción de los actores de la unidad. Ésta, con certeza, se busca hace tiempo, pero se intensifica esa búsqueda ahora, luego del 12 de octubre de este año.

Conocemos que se constituyen convergencias o bloques unitarios, especialmente entre las capas medias de las ciudades. Ésta que podría presentarse como una limitación, debemos asumirla como una fortaleza.

Por tanto, con la propuesta de construcción de una convergencia buscamos aportar a la construcción de lo que denominamos la nueva unidad del pueblo boliviano, con la forma y con el contenido del que adelantamos en esta nota.

Incluso creemos que las diversas convergencias o procesos unitarios que tienen lugar en varios lugares del país deben continuar su crecimiento. Esas instancias unitarias, en nuestra opinión, deben confluir en una gigantesca convergencia que tiene que ser construida en toda nuestra patria. 

Si surgen otras convergencias (citadinas) y por alguna razón (e incluso sinrazón) no quieren incorporarse a la convergencia de mayores alcances, se debe entender que podemos y debemos compartir tareas aunque desde nuestros puestos de lucha, así como dice el verso de una cueca que recuerda la insurrección popular de abril de 1952: Desde su trinchera pelea el guerrero/ desde mi trinchera peleo yo.

En la convergencia, por supuesto, tienen y tendrán espacio militantes y organizaciones políticas, frentistas, agrupaciones ciudadanas, tendencias, fundaciones, asociaciones, religiosos, religiosas, militares, policías, ciudadanos que encuentren que en la convergencia están sus intereses legítimos. 

    En la convergencia, en consecuencia, no tendrán espacio alguno, los enemigos de la democracia, los enemigos del pueblo, los amigos del imperialismo, los contrarrevolucionarios. 

La Paz, 18 de octubre de 2014.

*Periodista

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