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Medios dirigidos ahora por operadores del gobierno ¿“están mejor que antes”?

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De sábado a sábado (295)

Remberto Cárdenas Morales*

Periodistas que han confirmado en la práctica su competencia profesional y siguen en la lucha aunque es fuerte la dirección de los vientos en su contra, ahora, luego de señalar que antes los medios de difusión eran, mayoritariamente, opositores a los cambios y al gobierno de Juan Evo Morales Ayma, con aparente seguridad afirman que ahora “está mejor que antes” el 80% de los medios, definidos como amigos del Presidente y de su gobierno,

Cuando escuchamos ese tipo de afirmaciones, además de preocuparnos, recordamos el grafiti (rayado mural) difundido en esta parte del mundo (en Ecuador, especialmente) que define al periodista como al profesional “que la mitad de su tiempo habla de lo que no sabe y la otra mitad de su tiempo calla lo que sabe”.

Nosotros afirmamos que antes de la metamorfosis de los medios de difusión de nuestro país, gracias a la confesión del Presidente —entrevista a éste en El Deber de Santa Cruz del 24-09-13— así como ahora, con las naturales diferencias debidas al espacio y al tiempo, la mayoría de los medios de difusión, incluidos los del Estado y/o gubernamentales, censuran, se autocensuran, dicen medias verdades, manipulan y mienten o intentan matar a la verdad.

Estudios, en nuestro país, se realizan más que antes y nosotros trataremos de aportar a ese entendimiento, como lo hemos hecho en este espacio periodístico y en otros.

Decimos más: cuando se acentúa la lucha de clases (en el campo de la política, las ideas, la economía y la cultura) los medios de difusión incurren más en las deficiencias anotadas.

Antes, los medios de difusión enfrentaban a las reformas bolivianas, al gobierno y, en especial al Presidente, porque sus dueños eran opositores; muchos de éstos asumieron ese comportamiento porque no entendieron entonces que podían pactar con el Presidente, como lo consiguieron hace poco.

Además los medios, definidos como “aparatos ideológicos”, en el mundo cumplen similares y casi idénticas tareas: aportar en la despolitización y en la desideologización y, a la vez, a reideologizar y a repolitizar a los “públicos”, a unos más que a otros en una sociedad como la nuestra: “abigarrada” y dividida en clases sociales con intereses contrapuestos, incluso en este momento y por un tiempo indefinido.

Como es inusual entre nosotros, el primer director de El País de España, en la primera entrega de ese diario, dice: Este diario será el intelectual colectivo de la transición de la dictadura a la democracia; de la dictadura fascista de ese país europeo, luego de la muerte de Francisco Franco, hacia la democracia burguesa (vigente hasta este momento), luego del pacto de la Moncloa (Palacio del Gobierno español) establecido entre los partidos políticos del sistema imperante. En ese pacto no entraron los más consecuentes combatientes que defendieron la República española porque habían muerto o porque fueron “ninguneados”.

La mayoría de los medios de difusión bolivianos hacían lo que hacían en defensa de los intereses materiales, de las ideas propias o ajenas pero asumidas como suyas, de los proyectos socio-políticos de ellos, de los proyectos de vida de las clases dominantes… Desde sus orígenes los medios de difusión aquí, en Nuestra América o Patria Grande, han desempeñado ese papel, para eso existen.

Antes del anuncio presidencial, en Santa Cruz, la mayoría del 80 por ciento de esos medios de difusión hicieron lo que convenía, en ese momento, a sus dueños, a las clases dominantes a las que pertenecían. Ésta, que quizá sea una verdad de Perogrullo (que todo mundo la conoce), la reiteramos por si acaso intenten ponerla en duda.

Por supuesto que estuvimos y estamos en la otra orilla de esa corriente generada, alimentada, conducida por la actividad de esos medios. Jamás compartiremos la censura que coarta la libertad de pensamiento y de expresión; rechazamos la autocensura porque es una cobardía por la que sentimos vergüenza, para decir lo menos; las medias verdades, por desinformadoras, nada tienen que ver con informadores que mantienen el decoro; la manipulación está reñida con el nuevo periodismo al que aspiramos; matar a la verdad o intentarlo es lo que se hace como acción anticipada en una guerra (lo primero que muere en una guerra es la verdad, difunde un docente de una universidad alemana).

Se afirma (lo que nosotros compartimos) que esa indecorosa labor, en este último tiempo, se la realiza de manera más o menos diligente en el 80 por ciento de los medios amigos del Presidente. Ejemplos sobran. Nos remitimos a los estudios que hace, actualmente menos que antes, el Observatorio de Medios de la Fundación Unir, los que son considerados ecuánimes.

Para nosotros no es que el 80 por ciento de los medios de difusión del país estén mejor que antes. Lo esencial es que ahora han cambiado de línea informativa y sus opiniones (a veces también los análisis que intentan de noticias y de opiniones), son cada vez más en servicio de los gobernantes.

Actualmente, en ciertos casos sin el fervor de antes, los operadores de ese 80 por ciento de esos medios políticamente afectos al Presidente y a su gobierno, cumplen la actividad marcada por los dueños de la chequera. Ocurre con esos operadores de medios de difusión lo que de manera franca dijo un colega periodista: Antes de firmar un contrato de trabajo en un medio yo pregunto contra quién o quiénes no se puede escribir.

La revista Siete Días de Argentina contó, los años 70 del siglo XX, que en una ocasión a un postulante a redactor en el diario católico Presencia (cerrado), como prueba para su eventual ingreso a la redacción de ese medio, le pidieron que escriba un artículo sobre Dios. Ante la propuesta el sagaz potencial redactor de Presencia respondió: escribo en favor o en contra de Dios, en tanto que el que recibía el examen le instruyó que no escriba nada, pero le dijo que lo esperaban al día siguiente para reforzar el cuerpo de redactores de ese matutino.

Aunque creemos que sería muy difícil, los periodistas distintos a los descritos en esta nota, deben recoger lo que dice Luis Espinal: Los periodistas vendemos nuestra fuerza de trabajo, mas no nuestra conciencia, la que nos la quieren comprar, agrega.

Sabemos que las represalias se toman contra los periodistas respondones o en perjuicio de los que osan apartarse del libreto, de la línea informativa (a veces de la línea de opinión incluso), del medio en el que trabajan. Antes apuntaban contra los gobernantes, contra Evo Morales, especialmente, ahora desde la misma trinchera informan, de la manera más favorable que pueden, sobre el gobierno y sus integrantes.

Otro apunte: Página Siete incurrió en errores que fueron reconocidos sobre todo por su anterior Director. Nosotros señalamos en ese momento que ese diario debió confirmar, primero, la falsa noticia sobre la muerte de un niño durante la represión estatal a la VIII marcha indígena (25-09-11); que no debió referir que el Presidente “acusó” de flojos a los cruceños, en cambio debió reproducir textualmente lo dicho por el primer mandatario; que respecto de la presunta excomunión de cuatro ministros, a lo sumo ésa pudo ser una interpretación (que debió presentarse como interpretación), pero jamás como una noticia…

Sin embargo, otros medios políticamente afectos a los gobernantes cometen similares faltas, incluso otras de mayor gravedad; sin embargo, los inquilinos del Palacio Quemado se comportan indulgentes con esos medios y con sus redactores y ejecutivos.

Y a propósito del libro Control remoto, de la que se vende su cuarta edición, nosotros ratificamos que lo que allí se informa ayuda a entender que los gobernantes mantienen un acuerdo, por supuesto político, con dueños del 80 por ciento de los medios señalados por el Presidente.

La segunda afirmación nuestra: La lectura de ese libro nos convence de que al menos los medios estudiados, de ese 80 por ciento de amigos del Presidente, cumplen una labor destinada a servir como intelectuales colectivos suyos (parafraseamos a Juan Luis Cebrián, ex director de El País de España).

Este diario (El País), a los pocos meses de la posesión de Juan Evo Morales Ayma en el cargo presidencial, aconsejó apoyar a éste para que no se vaya a la izquierda.

He ahí otro rasgo del comportamiento de los diarios, reputados como serios, el que es posible encontrar en muchos de ese 80 por ciento de medios amigos del Presidente.

La Paz, 19 de abril de 2014.

*Periodista

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