Un poco de guerra sucia

Roberto R. Ibarguen Ch.

Hay un término que está de moda, o por lo menos se la escucha de manera permanente por los medios de comunicación, “guerra sucia”, el que apenas lo escucho me lleva a pensar si habrá en esta tierra una guerra limpia, y se me implanta en el cerebro las imágenes del ataque a Gaza donde  los israelitas están desarrollando una guerra limpia, ya que cada misil que hacen explotar no deja vivo ni los virus, mientras que los palestinos responden con una guerra sucia ya que si no matan un sionista con una cáscara de plátano es porque no pueden y no por falta de intención.

Pero bueno, en nuestro medio que no alcanzamos esa talla épicas de guerras, y más en época electoral cuando escuchamos mencionar la guerra sucia, entendemos que el término se relaciona con las estupideces que se dicen entre los aspirantes a la silla o los curules y a las estupideces que ordenan pinten o peguen en muros físicos y digitales a sus respectivos séquitos de ama llunkus, en función de intranquilizar a su contendor y de tratar de cambiar la dirección del voto de parte del electorado. En realidad lo único que consiguen es un poco más de contaminación de los espacios visuales que tenemos los ciudadanos, porque con el cuero que tienen nuestros padres de la patria no creo que les afecte sino a algunos novatos y los electores con la experiencia que traemos difícilmente podemos tomar en serio este tipo de campaña a momentos de depositar nuestro voto (si es que vamos a ir a votar), por lo que creo que no merecen mayores consideraciones. Pero si me preocupa un poco más  que  la mayoría de los políticos se escuden en la denominación de guerra sucia, para no responder denuncias, reclamos o aclaraciones que los ciudadanos ya sea a través desde los medios de comunicación u otros escenarios les demandamos sobre sus actos pasados, presentes y futuros; porque eso es una maniobra vil, cochina y más sucia que todas esas guerras a las que en Bolivia se hace referencia con el término.    

Yo me pregunto, es guerra sucia, que les demande o les demandemos, a los candidatos a calentar la silla presidencial y los curules del parlamento trabajando o sin trabajar, que aclaren el origen de sus bienes, las denuncias que sobre ellos existen o el mal manejo de los recursos públicos, como por ejemplo:

—Porque compramos un satélite, que los especialistas consideran que es ciego y que costo más de cincuenta millones de dólares que el que compraron los peruanos. 

—Como es posible llegar a ser dueño de una empresa que factura más de quinientos millones de dólares al año, cuando en su propaganda nos dice que a sus doce años tenía que ahorrar para comprase un juguete y que se fue becado a terminar sus estudios universitarios.

—Porque se reprimió y mato ciudadanos bolivianos y extranjeros, en los gobiernos en los que los actuales candidatos fueron parte como funcionarios en los niveles jerárquicos.

—Cuál es la verdad o la disculpa de las denuncias sobre nepotismo, negocios fuera de norma con empresas del estado, uso de influencias, control de medios de comunicación, etc. Que sobre cada de uno de ellos pesa.

O es mi derecho y el derecho de todos los bolivianos, porque los candidatos se están postulando voluntariamente, para ser mis empleados o los empleados de todos y cada uno de los bolivianos, que somos quienes les pagamos su salario, les asignamos con nuestro voto la posibilidad de que nos jodan la vida (si nos dejamos claro está) y les autorizamos que manejen las empresas públicas.

Personalmente me inclino a considerar que es un derecho, y que por esta razón antes que se pongan a debatir entre ellos, para ver quien la tiene más grande como dice J. Sabina, deberían voluntariamente y por vergüenza cada uno de los candidatos explicarnos a todos, que de cierto o que de mentira hay en las denuncias que pesan en su contra, para que así sus futuros súbditos, es decir nosotros, vayamos a votar con algo de esperanza y no con ganas de buscarles la vuelta para tumbarlos el día de mañana.