Primero el viceministro Rada y después Aguilar, en una extensa solicitada en los medios escritos, ha dicho que los trotskistas somos enemigos de los saberes ancestrales porque calificamos a la reforma “Siñani-Pérez” como pachamámica. Lo que buscan es descalificar con falsificaciones y calumnias las observaciones que hacen los maestros al plan de estudios que desesperadamente pretenden aplicar en el sistema educativo regular y volcar contra ellos a amplias capas de las organizaciones sociales cuyas direcciones se encuentran controladas por el gobierno. Buscan impedir por todos los medios que los padres de familia y los estudiantes de secundaria se movilicen junto al magisterio porque saben que, de generalizarse la movilización popular, el destino de la aplicación de la reforma educativa masista es incierta.
Es preciso puntualizar bien nuestra posición respecto a los llamados saberes ancestrales:
Todos los pueblos del mundo, en todos los tiempos y por su necesidad de producir para satisfacer sus necesidades, actúan transformando la realidad (naturaleza, sociedad y cultura). Es en esta relación entre el ser humano social e históricamente determinado con una realidad cambiante y novedosa que se producen los conocimientos que los teóricos del posmodernismo los han bautizado con el nombre de “saberes ancestrales”. Es incuestionable que nuestros pueblos originarios han acumulado, con el correr del tiempo, conocimientos sobre cómo combatir la erosión de la tierra; de mantener la humedad en las zonas secas; de cómo calmar las dolencias humanas usando hierbas y otros productos naturales; de cómo acumular agua para los períodos secos del año, etc. Es también innegable el hecho de que han desarrollado una concepción particular del mundo, producto de sus formas de relacionarse con el cosmos, de su grado de desarrollo material y científico que determina el grado de subordinación de éste a las leyes de los fenómenos naturales, sociales y culturales.
El error del pachamamismo radica en considerar a ese conjunto de conocimientos, frecuentemente mezclados con concepciones animistas, pre lógicas y mágicas de la realidad, como ciencia emergente propia de los pueblos que habitaron y habitan estas latitudes del planeta. En esto consiste el planteamiento de la descolonización, que no sólo radica en la revalorización de estos conocimientos sino en ponerlos en el mismo nivel de la ciencia universal.
No dudamos de que la educación debe usar los conocimientos de los pueblos originarios como materia prima para la construcción de una ciencia universal, descubriendo las leyes internas del desarrollo de los fenómenos naturales, sociales y culturales; el conocimiento analgésico y desinflamante de la manzanilla, pueda elevarse a categoría de ciencia cuando la química nos permita explicar los componentes de esta planta y cómo actúan sobre la fisiología humana. La ciencia no es otra cosa que el descubrimiento de las leyes internas que rigen los fenómenos de la realidad.
La educación, si es creadora de conocimientos científicos, no puede ignorar estos conocimientos ancestrales porque son parte de la realidad cultural y social de los pueblos que sobreviven en diferentes grados de desarrollo material y cultural; pero deben ser asimilados de manera crítica, superando sus contenidos mágicos y pre lógicos que conducen a esa concepción llamada por ellos “biocéntrica” al concebir que toda la realidad, incluyendo a la materia inorgánica, tiene vida y espiritualidad.
Rechazamos la caricaturización de las costumbres y tradiciones ancestrales, con mayor razón, cuando se las pretende incorporar al currículo educativo con el nombre de “ejes articuladores” que terminan destruyendo el contenido científico de la educación. Una cosa es interpretar críticamente el contenido de prácticas sociales y culturales como la k´oa o la challa y otra cosa diferente es que, a título de rescatar los “saberes ancestrales”, se induzca a los alumnos a asimilarlas como religión. Rechazamos el contendido retrógrado y anticientífico de la reforma educativa pachamámica del MAS y reivindicamos la importancia de la ciencia como eje de toda actividad educativa. Consideramos que la ciencia es un patrimonio universal que, bien usado, impulsarán el crecimiento de las fuerzas productivas de manera ilimitada al servicio de la humanidad en su conjunto en la futura sociedad libre de la propiedad privada de los medios de producción.
Tomado de Masas 2358 Órgano Central del Partido Obrero Revolucionario (POR) del 06/06/2014. http://www.masas.nu/