Raúl Prada Alcoreza
La nueva ofensiva militar de la superpotencia del norte, enfrascada en la segunda guerra fría, inventada por los servicios de inteligencia, cada vez más inútiles y desgastados, además de desorientados, tiene como correspondiente desencadenamiento a la segunda ola de intervenciones contra la soberanía de los pueblos. La primera fue militar, induciendo golpes de Estado, durante las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado. Ahora, en pleno siglo XXI, interviene nuevamente induciendo gobiernos de extrema derecha, ultraconservadores, además de sumisos y cipayos, utilizando el fabuloso aparato mediático y cibernético a su disposición, esta vez imponiendo gobiernos por la vía electoral.
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“Ya no vamos a dar una conversa con el presidente”: la Minga en Bogotá
La Minga indígena citó una vez más a Duque, esta vez en Bogotá, y una vez más el Presidente incumplió. La movilización de más de 8.000 mingueros terminó en un juicio en contra del mandatario. Nelson Lemus, líder indígena Nasa, cuenta qué sigue ahora y en qué deja esto la relación de las comunidades con el Gobierno.
Por Tania Tapia Jáuregui
Ilustración: Ana Sophia Ocampo
martes 20 de octubre de 2020
Sobre las 3 de la tarde, casi ninguno de los 8 mil mingueros esperaba todavía al presidente Iván Duque en la Plaza de Bolívar. Pocos esperaban un escenario distinto: las declaraciones de Duque sobre no aceptar “ultimatums” y las del Comisionado de Paz, Miguel Ceballos, sobre descartar el diálogo con la Minga si no cambiaba la “intención política” dejaron claro que el Gobierno no tenía intenciones de cumplir la cita, como volvió a ocurrir ayer.
Aún así, miles de indígenas, afros, campesinos y otras organizaciones sociales marcharon del Palacio de los Deportes hasta la Plaza de Bolívar. Hacia las 4 de la tarde, alrededor de una silla vacía con el nombre del mandatario —símbolo de su ausencia—, los líderes de la Minga anunciaron que ya no habría diálogo, que ahora la vía sería jurídica. Con la Constitución y el Convenio 169 de la OIT como respaldo, la Minga delegó a sus autoridades como jueces naturales y dio inicio a un juicio en contra de Iván Duque por el incumplimiento a sus deberes como presidente y garante de los derechos de las comunidades.
El acto terminó en una sentencia de más de 20 puntos con los que la minga declara al presidente responsable de vulnerar los derechos milenarios y constitucionales de los pueblos indígenas, afro y campesinos, le exige la implementación de los Acuerdos de Paz, pide anular las licencias ambientales para proyectos minero energéticos, entre otros temas.
“Notifíquese y cúmplase”, gritaron. “Dado en la Plaza de Bolívar a los 19 días del mes de octubre. ¿Está aprobado por ustedes como jueces naturales?”. Desde abajo de la tarima, el resto de la plaza respondió con silbidos, aplausos y manos levantadas. “La Minga ratifica la Sentencia 01 del 19 de octubre de 2020”.
Aprobación de la Sentencia de la Minga Nacional Pluriétnica e Intercultural en la Plaza de Bolívar, en Bogotá: https://drive.google.com/file/d/1kq2ZG5o8f0Fsc3J2qcwA_tAPNUfbKJG7/view?usp=sharing
Con esa sentencia, que se acoge a la Jurisdicción Especial Indígena, terminó el acto de la Minga en la Plaza de Bolívar. Cerosetenta habló con Nelson Lemus, líder indígena Nasa y uno de los voceros de esta Minga para entender qué sigue ahora y cómo queda la relación entre el gobierno y las comunidades indígenas, afro y campesinas. Lemus ha sido además Consejero de Paz de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca y ha recibido amenazas contra su vida en varias ocasiones por su labor como líder social indígena en ese departamento.
¿Cuántas veces ha citado la Minga a Iván Duque y cuántas veces les ha incumplido?
La Minga ha citado cuatro veces al presidente Iván Duque: la primera en Monterilla hace un año, después lo citamos en la UAIIN (Universidad Autónoma Indígena Intercultural) en Popayán, volvimos a citarlo a Cali, no quiso cumplir, y después volvimos a citarlo acá en Bogotá, tampoco quiso. Estando aquí tuvimos dos reuniones en las cuales le insistimos y no fue posible.
Por lo tanto nosotros como minga, que hacemos parte de distintas organizaciones del país que reclamamos derechos, decidimos que ya no vamos a dar un paso político sino jurídico alrededor de los temas centrales de la Minga, incluyendo el incumplimiento del gobierno en el tema de la protección de la vida: hay masacres, asesinatos, están matando a las comunidades, a la gente campesina, urbana, rural, afros e indígenas.
Ahora, después de esos incumplimientos, ya no vamos a dar una conversa con el presidente, sino que vamos a tener una conversa jurídica. Nosotros tenemos nuestros propios jueces naturales, son ellos los que tendrán que conversar con los jueces de la ley ordinaria para dirimir dónde están estas faltas que ha cometido el presidente de manera constitucional. Estamos dispuestos a eso, a dar la argumentación ante los distintos jueces ordinarios y ante las cortes.
Y esto tiene un apoyo también de carácter internacional para avanzar en ello.
El Comisionado de Paz dijo que no iba a haber diálogo entre el Gobierno y la Minga si la intención de la conversación era política, ¿qué piensa de esa afirmación?
La intención de nosotros es política en el orden de que la política es el arte de ordenar, de gobernar y de resolverle los problemas a una sociedad. No lo concebimos como politiquería, que es distinto. Entonces, yo le pediría al Comisionado de Paz que estudie el concepto de política, porque la politiquería sí significa otra cosa, tiene que ver con la corrupción, con la mafia, que es lo que es este gobierno, corrupto y mafioso.
También dijo que iba en camino a reunirse con el Cric en el Cauca, pero gran parte del Cric[1] está en Bogotá. ¿Cómo ve eso?
Eso es una desinformación. Siempre juegan a la guerra sucia y a la desinformación. Nos han tratado de guerrilleros, nos han estigmatizado, que venimos a hacer daño, que traemos el virus. Solo han usado indicadores malos para decir que la Minga es lo peor. No es así, nosotros creemos que hay que seguir avanzando en una lucha de derechos de manera pacífica y así lo vamos a seguir haciendo.
Además hoy la Minga no es solo el Cric, el Cric es parte. Las organizaciones sociales del suroccidente son parte, está el Crihu[2], están los campesinos, está Marcha Patriótica, otros. A nivel nacional hay otros compañeros y compañeras, los estudiantes, las organizaciones defensoras de derechos humanos, las de medio ambiente que se han sumado. Todos somos la minga nacional.
Así es que la conversa de Duque ya no es con el Cric, la conversa de Duque debe ser con la Minga nacional.
¿Y ahora qué sigue?
Nosotros vamos a acompañar la movilización que están convocando los sindicatos el 21 de este mes, para el miércoles, vamos a estar ahí, los vamos a recibir aquí y vamos a acompañar también ese ejercicio que nos parece legítimo y democrático.
¿Y después qué pasa? Hay rumores de que se devuelven y continúan la Minga en el Cauca con bloqueos a la Panamericana.
No, eso no está decidido todavía. Nosotros nos devolvemos si ya hemos cumplido con el objetivo que fue posicionar la Minga a nivel nacional. Ya iremos, evaluaremos y seguiremos con una agenda de Minga a nivel regional construyendo un plan de vida distinto al plan de desarrollo que nos tiene por fuera.
Después de lo que pasó hoy, y de que una vez más el presidente Duque falló a la cita, ¿creen que valió la pena venir a Bogotá? ¿Qué lograron con esta venida?
Sí, valió la pena porque se ha fortalecido la Minga, se ha fortalecido la movilización. Hemos roto con un paradigma, el del Covid. Nosotros traemos la medicina, hasta ahora no tenemos ni un enfermo de Covid, que es el mensaje que han cogido como excusa para meternos más de 120 decretos de presidencia, para joder a la gente, incluido el tema de consulta. Ahora estamos ansiosos porque estamos mostrando que somos capaces de juntarnos y que hay la medicina para poder hacerlo así.
Si Duque en este momento se pronunciara y les propusiera un espacio de diálogo, ¿irían? ¿Qué le dirían?
No, esa es una decisión ya de las autoridades, ellas ya han tomado una decisión de tomar la ruta jurídica. No creo que sería fácil la reunión.
¿Es decir que la decisión es que ya no hay diálogo con Duque?
Sí, es difícil en estos momentos. Queda abierto el diálogo para otro momento.
Publicado en Cerosetenta, medio digital de periodismo independiente auspiciado por el Centro de Estudios de Periodismo de la Universidad de los Andes (Uniandes) de Colombia
https://cerosetenta.uniandes.edu.co/ya-no-vamos-a-dar-una-conversa-con-el-presidente-la-minga-en-bogota/
[1]Consejo Regional Indígena del Cauca
[2]Consejo Regional Indígena del Huila
Mientras la economía nacional se hunde, el gobierno de Jeanine Añez se dedica a priorizar los intereses de la oligarquía agroindustrial del oriente
Masas
lunes, 7 de septiembre de 2020
La rebelión pequeño-burguesa citadina que echó del poder al despótico e impostor gobierno del M.A.S., dejó a medias las medidas que ese gobierno, que ahora cínicamente pretende volver a disfrazarse de revolucionario, quien ya había concertado en favor de los poderosos terratenientes agroindustriales del Oriente.
El gobierno de Jeanine Añez está lleno de políticos directamente ligados a las logias de la oligarquía terrateniente oriental y naturalmente su prioridad es concluir y profundizar esas medidas en su favor otorgadas por la nueva derecha masista.
El Gobierno transitorio de Jeanine Añez ha otorgado un crédito de 100 millones de dólares a los empresarios cruceños de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), recursos que son a fondo perdido, que no tendrán reembolso para el país y que será pagado, en los siguientes años, por toda la población boliviana al Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El actual Ministro de Planificación del Desarrollo, Branko Marinkovic, ex presidente de la CAO, miembro del Comité Cívico pro Santa Cruz, logró la aprobación de la transferencia de esos recursos en menos de 48 horas.
Mientras, la minería estatal que apenas sobrevivía durante el gobierno del MAS, por el autosacrificio de sus trabajadores bajo la política colaboracionista de la burocracia sindical, ahora está prácticamente paralizada; a los trabajadores de Huanuni, ya se les deben cuatro meses de salarios sin que al gobierno mueva un dedo para resolver tal situación. Los médicos y personal de salud por contrato para combatir el COVID-19, tampoco reciben salario hace tres meses y muchos de ellos ya se han ido de este mundo contagiados por el mal. Cerca de 300.000 personas han quedado desocupadas en Bolivia a causa de la pandemia. La educación está a la deriva en medio de una mezquina pugna politiquera entre el gobierno y la oposición masista. Centenas de miles de cuentapropistas desesperadamente buscan la forma de sobrevivir en condiciones de miseria extrema. Ante la crisis del sector petrolero reflejada en la caída estrepitosa de las reservas y la producción, que le impide seguir siendo un actor importante en el comercio regional de gas natural, el gobierno empresarial no tiene una idea mejor que acabar de entregar el negocio a las transnacionales. Es decir, quieren mejorar lo hecho por el gobierno del MAS, que hasta les quitó parte de sus recursos a las gobernaciones y alcaldías para entregar un incentivo a las petroleras. “Vamos a cambiar la Ley de Hidrocarburos y encontrar un mecanismo de relación entre el Estado y las operadoras petroleras que sea más abierto para garantizar las inversiones e inyectar dinamismo al sector” (Zamora, ministro de hidrocarburos).
En medio de todo este desastre, los patrones del Oriente, ex aliados del régimen de Evo Morales, desde la llegada al poder de Jeanine Áñez, gobiernan Bolivia haciendo gala de su carácter bravucón para imponer el negocio de los transgénicos, los biocombustibles, etc. Intolerantes reaccionan con furia, atacando a todo el que se les ponga al frente de sus intereses calificándolos de “bestias humanas”, “que muerden la mano a la tierra que les abre los brazos” –palabras del Presidente del Comité Cívico pro Santa Cruz, el racista Rómulo Calvo, contra los colonos que bloquearon carreteras del departamento–, o las amenazas de “llegar hasta las últimas consecuencias” contra los ambientalistas e indígenas que presentaron una Acción Popular contra la agrobiotecnología, por parte de Marcelo Pantoja, mandamás de ANAPO (Asociación de Productores de Oleaginosas), poderoso terrateniente.
Si hay dinero para regalar a los agroindustriales, los trabajadores, los explotados y oprimidos, tenemos todo el derecho de exigir al gobierno la atención inmediata a nuestras necesidades, por pan, trabajo, salud, educación y por la defensa de las empresas del Estado y nuestros recursos naturales.
Masas, periódico del Partido Obrero Revolucionario
desde Colombia
Aprender de la minga
sábado, 24 de octubre de 2020
Editorial: El Espectador
La minga indígena dejó una hoja de ruta de cómo podemos manifestarnos mejor en Colombia y cuánto tiene todavía por aprender el Estado para atender esas demandas. / Foto: El Espectador / Mauricio Alvarado
Tanta tensión no era necesaria. A pesar de lo caldeado que estuvo el debate público, de los señalamientos y la estigmatización, de las discusiones entre el Distrito y el Gobierno Nacional, la minga indígena vino hasta Bogotá, hizo valer su protesta, dejó un claro mensaje, se ganó la simpatía de los ciudadanos a su paso y dio una clase maestra de cómo las manifestaciones pueden hacerse sin destruir ni sembrar más caos.
Desde distintas trincheras vimos cómo se lanzaban rumores sobre la infiltración de la minga, sobre un caos por venir, sobre la necesidad de detener el avance de los manifestantes. Para los murales de la infamia quedará, por ejemplo, el tuit del presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos, José Félix Lafaurie, en el que se preguntó por las botas de los “indígenas”, así, entre comillas, que se dirigían hacia Bogotá, dado que el presidente Iván Duque no había viajado a reunirse con ellos en el Cauca. No solo por tratarse de un intento despiadado por estigmatizar todo un movimiento en búsqueda del reconocimiento de sus reclamos políticos, sino porque es una buena síntesis del clima del debate público en Colombia por estos días.
En contraste, la minga pasó por Bogotá y no hubo caos. Su travesía por varias ciudades de Colombia dejó mucha gente contagiada de su fuerza y de su emoción, y nada más. En la capital, el secretario de Gobierno del Distrito, Luis Ernesto Gómez, compartió fotografías de cómo la minga dejó ordenado y limpio el lugar que ocuparon. También la Plaza de Bolívar donde se manifestaron. No hubo vandalismo ni infiltración. Por el contrario, se vio a la Guardia Indígena evitando que encapuchados marcharan con ellos. La tenían clara: su objetivo era, en paz, hacerle un llamado de atención al gobierno de Iván Duque. Y lo lograron.
Por supuesto que fue un acto político. Resulta incomprensible, por decir lo menos, que esa característica la hubieran enfatizado los voceros del Gobierno para descalificar la minga. Una vez los hechos dejaron sin piso la estigmatización inicial, no les quedó otra opción que reconocer la validez de la protesta y acudir entonces a su carácter político como razón para que el presidente no la atendiera. Qué pobre concepto de la política parecen tener quienes nos gobiernan.
La minga ha dejado varias lecciones que tenemos que considerar en las manifestaciones venideras. Para empezar, el orden y el respeto por los bienes públicos. Sin la distracción de quienes salen a destrozar, el único mensaje que se escuchó fue el de los reclamos que le hacían los indígenas al Gobierno. El mensaje no se fortalece, antes bien se debilita, cuando media la violencia.
Además, la colaboración con el Distrito demuestra que, cuando los gobiernos son receptivos y no salen a estigmatizar el derecho a la protesta, se pueden entablar puentes eficaces de comunicación que evitan desastres. También hace que los ciudadanos se sientan escuchados y reconocidos como actores valiosos en esta democracia.
En su momento señalamos que era innecesario para la minga exigir la presencia del presidente Duque, y nos sostenemos. El problema no estaba en que ese encuentro sucediera o no, sino en cómo se planteaba la relación del Estado con las demandas de los indígenas. Su insistencia por llegar hasta Bogotá dejó algo que trasciende los intereses particulares de esta protesta: una hoja de ruta de cómo podemos manifestarnos mejor en Colombia y cuánto tiene todavía por aprender el Estado para atender esas demandas.
https://www.elespectador.com/opinion/aprender-de-la-minga/
La Masacre de San Juan
Represión brutal después de San Juan
1969
Ediciones Masas
“Para todo hay libertad, menos para conspirar”, expresó el presidente Barrientos al referirse a la detención y confinamiento de algunos políticos opositores a la Junta Militar de Gobierno.
Dijo que la ciudadanía no debe llevarse a engaño confundiendo libertad con libertinaje, menos los políticos que no buscan ni desean el bien de la nación.
En las minas
Manifestó que en algunos distritos mineros aún persiste la labor disociadora y obstruccionista de gente de filiación o tendencia extremista, que tratan de provocar situaciones de desorden y de poner trabas a la rehabilitación de la minería nacionalizada.
Criticó la actitud y labor del dirigente político Guillermo Lora, de quien dijo que solamente lee o se informa de política en textos de factura marxista.
Sindicalismo
En el caso concreto del sindicalismo en las minas, expresó que él, como persona, y la Junta Militar de Gobierno, en general, son partidarios del sindicalismo pero bien entendido, no como instrumento político ni de agitación.
Deseamos -agregó- un sindicalismo sano, capaz de interpretar los anhelos de sus afiliados y de buscar solución a sus problemas por cauces democráticos y medios pacíficos.
Situación penosa Más delante y siempre en relación al problema sindical y minero en particular, dijo que la situación del país es penosa, la del minero triste y enternecedora, pero que antes de noviembre último era peor, puesto que Paz Estenssoro y otra gente, encarcelaban a los mineros, los utilizaban como instrumento político y siempre engañándoles en sus aspiraciones.
Periodistas
Al comentar la visita de los periodistas del Perú, Uruguay y Venezuela, quienes efectuaron una rápida visita al distrito minero de Catavi, a la par que realizan estudios de observación de nuestra realidad política, dijo que ellos se mueven con entera libertad, así tengan que sacar conclusiones no siempre favorables al país y a la Junta Militar.
Sin embargo, añadió, los distinguidos visitantes, al juzgar nuestra realidad y presencia en el gobierno, tienen que tomar en cuenta la situación antes de noviembre, el divorcio de Paz Estenssoro del pueblo y de los trabajadores, a fin de que tengan una visión más real y objetiva de todo.
(De “El Diario”, martes 10 de agosto de 1965)
Continúe leyendo todo el texto en uno de los siguientes enlaces:
http://www.semanarioaqui.com/phocadownload/represion%20brutal%20despues%20de%20san%20juan-1967.pdf