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El Presidente quiere militares físicamente fuertes y sin derechos humanos

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editorial

“Aprovecho esta oportunidad, aunque algún sector, alguna organización pueda molestarse es una obligación que (haya) respeto a los derechos humanos (pero), el respeto a los derechos humanos no puede perjudicar a nuestros cadetes de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional para que estén preparados físicamente”, dijo el Presidente en ocasión de un aniversario del Colegio Militar de Aviación de Santa Cruz, en la semana que concluye.

Y siguió así: “Saben mis exigencias a nuestras Fuerzas Armadas y la Policía, siento que nuestros oficiales, suboficiales, sargentos de las instituciones que tienen que dar seguridad a Bolivia (…) tienen que estar preparados, primero físicamente. Son instituciones uniformadas al servicio del pueblo”[1].

Hace poco tiempo el Presidente declaró algo similar y entonces varias organizaciones que promocionan, difunden y defienden los derechos humanos en el país respondieron algo parecido a lo que afirmó la Vicepresidenta de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de Bolivia (APDHB)[2]: que la formación de los oficiales de las Fuerzas Armadas y de la Policía Boliviana puede darse sin que se violen los derechos humanos, con riguroso respeto de éstos.

El Presidente, esta vez puso el acento en la formación física de los oficiales de los institutos armados (policiales incluidos). Incluso refirió que algunos jefes y oficiales, entre los uniformados, se habrían quejado porque no es posible la formación física de esos oficiales sin poner en riesgo sus derechos humanos.

Sin embargo, si acaso se tortura y se ultraja a oficiales, en las escuelas de formación castrense, se constatará una evidente violación de los derechos humanos de esos jóvenes que buscan formarse profesionalmente y/o concurren a centros castrenses para mejorar su calificación profesional.

Se demuestra que se tortura y/o se ultraja, inhumanamente, en la Escuela de Cóndores de Bolivia de Sanandita (Tarija) con la muerte (o ¿asesinato?) del subteniente Gróver Poma Guanto, el 9 de febrero de 2012, como consecuencia de un ejercicio de “combate cuerpo a cuerpo”, ejercicio de una de las materias impartidas en ese centro de formación militar, organizado a imagen y semejanza de la Escuela de las Américas, que ahora funciona en Georgia (Estados Unidos), a la que han concurrido, entre otros bolivianos Hugo Banzer y el actual ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, “por obligación” dijo este último hace poco.

Los testimonios recogidos especialmente por familiares de Poma Guanto convencen de que cinco oficiales-instructores de la Escuela de Cóndores le propinaron una golpiza que le dañó órganos vitales de ese subteniente. En otras palabras: Poma Guanto fue torturado y/o ultrajado hasta provocarle su muerte, y los auxilios médicos le llegaron tarde.

Al año (2013), otro subteniente yungueño, Ceooly Espinal Prieto, murió luego de una “marcha administrativa de ocho kilómetros”. Dicho en otras palabras, ese oficial que también se formaba en la Escuela de Cóndores fue torturado y ultrajado hasta que se le provocaron la muerte tamnbién. A él, en consecuencia, así como a Poma Guanto, no se les respetó el primero de sus derechos humanos: el derecho a la vida.

¿El presidente Evo Morales reclama licencia para torturar y/o ultrajar, para los instructores de la Escuela de Cóndores y de otros centros, como uno de la Armada Boliviana que funciona a orillas del lago Titicaca? El primer mandatario saca pecho porque la CPE define a Bolivia como pacifista y porque, según esa Ley Fundamental, eventuales conflictos internacionales de nuestro país con sus vecinos, serán resueltos sin conflictos armados, es decir, pacíficamente. Por ello, la  pregunta es: ¿Los militares se ocuparán de la seguridad interna y podrían desencadenar una guerra, también interna, contra el pueblo boliviano, como sucedió mientras se aplicó el Plan Cóndor en Suramérica?

También se conoció que en un cuartel acantonado en Challapata se torturaba y/o se ultrajaba a conscriptos a título de formarlos para una eventual guerra internacional, con Chile por ejemplo, declaró uno de esos instructores confesión que, sin embargo, no recibió el rechazo del pueblo boliviano, con la fuerza que merece la defensa de los derechos de jóvenes en esos recintos en los que todavía algunos creen que se aprende “civismo”, “amor a la patria” o servir a ésta.

Lo afirmado por el Presidente, a propósito de los cadetes, nos causa mayor desazón cuando reclama primero formación física de los oficiales en las escuelas castrenses y policiales.

Formación, sobre todo física de esos oficiales, sólo debe entenderse como que el Presidente reclama el adiestramiento de tenebrosos matones, torturadores desalmados, ultrajadores sistemáticos; oficiales de esa laya para que se ocupen de la seguridad del Estado.

Se advierte que importa nada al Presidente la formación en valores de esos cadetes, como el civismo, el servicio a la patria, el auxilio a los ciudadanos durante las catástrofes… Y el respeto de los derechos humanos, por esos cadetes, serían una omisión cotidiana en su comportamiento si acaso ejecutan la instrucción implícita del Presidente, la que comentamos en este espacio.

La formación física de esos oficiales sin que asuman ideas democráticas y populares, cuando menos, es como postular que en los institutos castrenses modelen oficiales cual “máquinas” dispuestas para torturar, ultrajar y matar.

Oficiales formados físicamente (y sin ideas liberadoras) fueron los que pertenecieron a las Fuerzas Armadas y Policía Boliviana que ocupaban las minas cuando los trabajadores del subsuelo demandaban mejores condiciones de vida y de trabajo y/o cuando luchaban contra dictaduras y/o gobiernos antipopulares, como cuando los militares golpistas ametrallaron campamentos y mataron a trabajadores mineros y a sus familiares, así como ultrajaron a tantos otros pobladores de Caracoles (1980). Hablamos de miembros de unas Fuerzas Armadas y de una Policía Boliviana que masacraban campesinos, como en Tolata y Epizana (Cochabamba, 1974), cuando los trabajadores del agro se negaron a pagar impuestos desmesurados por sus predios de labranza e impuestos por la dictadura banzerista. Nos referimos a efectivos de las Fuerzas Armadas y de la Policía Boliviana que en el Chapare, innumerables veces, pretendieron acabar con los cocales, como acabaron con la vida de cocaleros, así como instruían organismos como la DEA estadounidense.

Lo dicho por el Presidente nos convence, otra vez, que no hay ni habrá, en plazo breve ni mediato, fuerzas armadas “anticolonialistas”, “antiimperialistas” y “socialistas” como, equivocadamente, el Presidente y el Vicepresidente creen que las Fuerzas Armadas actuales tienen ese comportamiento[3].

No debemos olvidar que un ex Comandante del Colegio Militar Gualberto Villarroel de La Paz, en un acto público dijo que el Ejército, del que él era parte activa en ese momento, era anticolonialista y antiimperialista, pero cuyo discurso era mentiroso porque lo que buscaba, ese jefe militar, no era otra cosa que conseguir su continuidad en la comandancia de ese instituto de formación castrense, lo que no sucedió.

El Presidente de Bolivia se apoya entusiasta en las Fuerzas Armadas por ello, creemos, les reconoce, a esos aparatos represivos, muchas más virtudes de las poquísimas que sí tienen.

En los institutos armados y, en particular, en las escuelas de criminales, como la de Sanandita y/o de orillas del lago Titicaca, se enseña desprecio por la vida humana, a pesar de lo que, algunos como el Presidente, creen que allí la formación física de los oficiales basta y sobra.

Presidente: la formación física de los oficiales de las Fuerzas Armadas y de la Policía Boliviana no afectará el respeto de los derechos humanos, de esos oficiales, a condición de que de allí se erradiquen la tortura y los ultrajes, tan frecuenten ahora en esos recintos militares y policiales.

La sugerencia encubierta de Evo Morales es harto cruel: formar físicamente a esos oficiales aunque se violen sus derechos humanos. Pero esa práctica será condenada, especialmente por los que promocionan, difunden y defienden los derechos humanos. El comportamiento criminal de esos centros de formación castrense fracasará, aunque tenga aliento simulado del Presidente.



[1] Los dos textos citados hasta aquí fueron tomados del diario paceño Pagona Siete del sábado 1 de junio de este año.

[2] Ligia Pinto, vicepresidenta de la APDHB, para el diario paceño Página Siete (1-VII-13), dijo “… que el respeto a los derechos humanos no interfiere en nada a la formación de los cadetes, sino son  necesarios para una formación ‘digna, con algura y con respeto al otro’”.

[3] El 11 de enero de 2012 el comandante de las Fuerzas Armadas de Bolivia, Tito Gandarillas dijo que esa institución es “antiimperialista y anticapitalista” y anticolonialistas, para la red Erbol. Asimismo, que Antonio Cueto, entonces Comandante del Ejército, no se ha equivocado cuando dijo: “Tenemos que ser anticolonialistas, antiimperialistas y anticapitalistas” y, además, socialistas, añadió Gandarillas a poco de ser posesionado en el cargo.

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