editorial
Los corregidores del TIPNIS se reunirán allí, entre el 15 y el 19, para aprobar medidas en defensa del territorio indígena y de la reserva natural de todos los bolivianos. Y una décima marcha es una de las propuestas, y que ésta sería internacional, de acuerdo a la sugerencia de los máximos dirigentes de la CIDOB.
Una respuesta de los originarios se considera urgente porque, entre otros aprestos, los gobernantes anunciaron que la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) aprobará una ley, que dicen será para defender el TIPNIS, y que tiene como uno de sus artículos fundamentales la derogación o abrogación de la Ley 180 (conquista de la VIII marcha indígena) que sobre todo dispone que por la reserva ecológica y territorio de los originarios no debe construirse camino alguno y que se debe mantener la intangibilidad del bosque. Sobre la intangibilidad del núcleo del TIPNIS, establecida por ley hace tiempo, consiente de hecho y de derecho, que los indígenas usen las riquezas contenidas allí, con la racionalidad y de acuerdo a las costumbres practicadas desde hace mucho tiempo.
En el anterior artículo editorial, publicado en este espacio, dijimos que los gobernantes, según el Ministro de Obras Públicas, el estudio para el camino de la discordia y el financiamiento respectivo, se impulsarán después de las elecciones de 2014, de las que el Presidente quiere participar no obstante de que la Constitución Política, en uno de sus artículos transitorios, le impide hacerlo (salvo que se apruebe una reforma constitucional que modifique esa prohibición).
Pero debemos seguir en guardia porque el gobierno juega a dos puntas, con frecuencia contrapuestas, aunque por necesidades electorales podría dejar para el 2015 la construcción del camino Villa Tunari-San Ignacio de Moxos y su estudio para que sea ecológico. Es que el proyecto de ley que modifique parcial o totalmente la Ley 180, para una defensa del TIPNIS, está en la ALP y también podrían aprobarlo y aplicarlo el momento en el que los gobernantes consideren políticamente conveniente para ellos.
De gobernantes tramposos, el pueblo, tiene que esperar medidas en contra de sus intereses y en favor de los socios actuales de los gobernantes: los propietarios medianos en alianza con empresarios, esos que son favorecidos, por ejemplo, con autorización para exportar 6.000 toneladas de carne y para la venta de azúcar. Los cañeros de Bermejo, por decreto supremo, han sido favorecidos con permisos de venta de caña de azúcar de la región a ingenios azucareros del norte argentino. Los medianos propietarios, cocaleros del Chapare en especial, plantan coca sin control, aunque también aceptan la erradicación de cocales, los que son repuestos en corto tiempo. Esos algunos de los datos que demuestran la alianza de la que hablamos en este medio virtual desde hace tiempo, entre gobernantes, medianos propietarios (cocaleros, colonizadores, cooperativistas mineros, propietarios del transporte, comerciantes) y empresarios grandes, incluidos afiliados a la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO).
Los gobernantes, con lo que confirman la política real que buscan materializar y/o que materializan, prometen una presunta defensa del TIPNIS con la ley que encargaron que apruebe la ALP. Ese proyecto de ley sugiere impedir el ingreso de nuevos colonizadores a la reserva natural y territorio indígena, es decir, plantea una tarea imposible de ejecutar en las condiciones del actual gobierno que favorece a sus aliados, citados antes, en perjuicio de los pueblos indígenas de las tierras bajas y también altas.
Un ejemplo demostrativo de que los colonizadores-cocaleros son ante todo avasalladores es lo que ocurrió con el ahora Polígono 7, ex parte del TIPNIS. Esas tierras, distribuidas a título gratuito y en propiedad individual (apropiadas de hecho), fueron territorio indígena, particularmente, de los yuracarés y, en parte, también de los yuquis. Ahora esas tierras se encuentran depredadas, en ellas se produce coca con preferencia, sin que ese cultivo sea tradicional en la región; así como se cultivan para la subsistencia, aunque de manera creciente se lo hace para el mercado. El Polígono 7 es el resultado de la invasión de colonizadores y cocaleros a ese perímetro que integró el TIPNIS, es decir, es una consecuencia de que esos dos agrupamientos sociales ingresaron allí a la mala, sin papeles, para lo que vencieron el límite, la imaginaria línea roja, que se acordó como una de las conquistas de los indígenas que realizaron la primera marcha indígena “Por el territorio y la dignidad”, realizada desde Trinidad a La Paz, en 1990.
Esta experiencia —y no es la única en Bolivia y en Latinoamérica— nos convence, y sobre todo a los indígenas, de que la propuesta de los gobernantes de impedir nuevos asentamientos humanos en el TIPNIS es una mentira que ya no necesita demostración. Es que el actual gobierno carece de capacidad operativa y de aptitud política para evitar que en la reserva natural y el territorio indígena se establezcan nuevos pobladores.
Asimismo, es dudoso que desde el gobierno se respalde con financiamiento la crianza de lagartos y que éstos sean comprados por el Estado para que cuando llegue al destinatario final los criadores, los indígenas, consigan mejores precios y el crecimiento de sus criaderos de lagartos. Y si así fuera, ese sería un camino capitalista que los indígenas, antes que otros, tendrían que asumir como válido. El sentido de todo desarrollo, que se promueva en el TIPNIS, debe ser decidido por los originarios, en base a sus usos y costumbres.
La destrucción del corazón del TIPNIS, con el camino que lo atraviese, aunque éste sea ecológico (pasarela o subterráneo), será lo que aseguren los gobernantes, es decir, saqueo de las inmensas riquezas de la reserva natural y del territorio indígena. A propósito de esta nuestra afirmación debemos registrar, otra vez, lo dicho por el anterior ministro de Obras Públicas (Walter Delgadillo): que el camino por el TIPNIS sería la mejor manera de preservarlo. Entonces nosotros, desde este medio, dijimos que esa afirmación era digna de anotarse en una antología de la estupidez política. Ahora ratificamos con más fuerza esa nuestra réplica.
Ratificamos también lo que hemos dicho, hace una semana, sobre la superación en dos años de la pobreza extrema en el TIPNIS, como tarea emprendida por los gobernantes. Éstos añaden que en un año elaborarán el plan para ejecutar esa política, de modo que en otro año acabarían con la pobreza extrema en el TIPNIS. Ésa, reiteramos, es una oferta electoral que no la cumplirán los gobernantes. Además, esa tarea fue ofrecida en las campañas electorales por el actual Presidente boliviano; más aún, en la propuesta de programa con metas para lograrlas en ocasión de los 200 años de la fundación de Bolivia, también se ofrece vencer a la pobreza extrema. De modo que lo que se oferta a los originarios de la reserva natural y del territorio indígena, desde el gobierno, no se debe tomar como una concesión graciosa suya; ésa es una obligación ineludible para lo que, por cierto, no se debió realizar una consulta engañosa y muy costosa para los bolivianos.
Los dirigentes indígenas, lo que confirma su amplitud no siempre bien entendida, han invitado, a la reunión de corregidores, al Presidente de Bolivia e incluso a los que apoyan la construcción del camino de la discordia que partiría en dos el TIPNIS.
Suponemos que el Presidente no irá a esa encuentro de corregidores porque él, sensiblemente, va a los lugares en los que los llunk’us lo aplauden a rabiar. En cuanto a los dirigentes del Polígono 7 carecen de capacidad para razonar. La amenaza con intervenir las obras sociales de la Iglesia Católica en el TIPNIS, especialmente un colegio, lo presenta de cuerpo entero al masista Pradel, que se las da de forajido porque cuenta con respaldo político de los gobernantes. En el llano, sin apoyo palaciego, ese dirigente cocalero, dudamos de que se presente “machu-machu” amenazador.
Nosotros confiamos en que la sabiduría colectiva de los indígenas les ayude a definir las medidas que deben y debemos ejecutar en defensa de su casa grande: el TIPNIS que es de los indígenas, en tanto territorio y, de todos los bolivianos, porque a la vez es reserva natural.