A pocos días de la llegada de Fidel Castro Ruz a La Paz, en lo que fue su primera visita a nuestro país y los editores del semanario Aquí, otrora impreso, decidimos publicar una fotografía suya a todo color, pero no pudimos conseguir un retrato así, ni siquiera en la Embajada de Cuba.
La respuesta de los compañeros de la delegación diplomática fue que nunca habían necesitado una fotografía de esas características del máximo líder de la Revolución cubana. Un elemento tan sencillo como la falta de una fotografía a color de Fidel, en la embajada de su país en La Paz, según nuestra lectura, nos mostró que allí no había ni una pizca de culto a la personalidad del principal dirigente revolucionario cubano.
Sin embargo, una foto con separación de colores nos regaló una agencia de noticias, material con el que sí conseguimos nuestro objetivo: saludamos a Fidel con una portada, del semanario Aquí, en la que se destacaba su retrato y un titular: “Defendemos a Cuba porque es nuestra”.
Otro dato recogido también de nuestra realidad. Una amiga y camarada cubana, con residencia en Bolivia desde hace varios años, durante el primer mandato del actual Presidente de nuestro país, con un rostro que evidenciaba extrañeza por lo que observaba de un proceso de cambios a la boliviana, porque es imposible que sea de otra forma, y al que apoyaba (¿y apoya?), sin que mediara pregunta de nuestra parte, nos dijo:
En Cuba, Fidel nunca aceptó (mientras viví en mi país) ni acepta ahora que alguna cosa lleve su nombre: calles, puertos, competencias deportivas... Y, nosotros añadimos, aeropuertos.
Ése es Fidel, un líder que no acepta que las cosas lleven su nombre en la Mayor de las Antillas, se nos ocurrió responderle. “Fidel es Fidel”, dice por él su hermano Raúl, actual presidente de Cuba. Ambos seguro que son “más que hermanos”, es decir, son compañeros de armas en todas las campañas de las que son actores de primera línea.
Ocurrió en tierras latinoamericanas y por eso cabe recordar que para celebrar los 80 años de Fidel hubo una reunión en La Habana, organizada por la Fundación Guayasamín. El entonces canciller cubano, Felipe Pérez Roque, en esa ocasión habló de las principales cualidades del más importante dirigente de Cuba liberada y, al tiempo de agradecer por el homenaje, merecido como el que más a Fidel, dijo que éste no hubiera permitido, a los cubanos solos, un acto como el de La Habana, con la consigna: “Coloquio Internacional Memoria y Futuro: Cuba y Fidel”.
Y en La Paz (1993), cuando Fidel participó en actos de la posesión de Gonzalo Sánchez de Lozada, como presidente de Bolivia, pero por invitación del presidente saliente, Jaime Paz Zamora, miles de bolivianos, incluidos los que llegaron de diferentes lugares del país, estuvieron (y estuvimos) en permanente vigilia fraterna, en manifestaciones masivas y espontáneas, en torno al Hotel Plaza, en El Prado de La Paz. “Fidel, hermano, ya eres Boliviano”, fue la consigna vitoreada tantas veces que, con certeza, resumió lo que fue, Fidel en Bolivia, para los que apoyamos a la Revolución cubana y/o para los que simpatizamos con ella, y que reconocemos como jefe político a Fidel; jefe político según el criterio de Lenin. Es decir, dirigente político-militar al que el pueblo le sigue sin vacilaciones o con las menores vacilaciones posibles.
Incluso vimos llorar a compatriotas a la llegada, durante su estadía y cuando lo despedimos al Comandante en Jefe. El P. Erick o a Erick, derramó lágrimas cuando arribó Fidel al Hotel Plaza frente al que, en ese momento, funcionaba la redacción del semanario Aquí. “Increíble, ya está con nosotros” —mientras nos abrazamos con emoción sin poses— fue lo que dijo Erick, uno de los pilares del semanario que fundó Espinal con curas, monjas, periodistas y revolucionarios marxistas y guevaristas.
En Bolivia ni antes ni después se ha recibido a un dirigente político y revolucionario, con tantas muestras de aprecio y solidaridad, como a Fidel Castro Ruz. Incluso algunos compatriotas creían que hacían guardia para el Comandante en Jefe, alojado junto a otros gobernantes o delegados gubernamentales y estatales, por lo que quizá sobraba una guardia del pueblo. Pero importa destacar que el pueblo boliviano tomó la visita de Fidel como la del más importante líder cubano, latinoamericano, caribeño, tercermundista… como la del abanderado entre los revolucionarios que tiene el don de la palabra y que hace lo que dice.
Sobre el verbo de Fidel acéptennos una digresión: cada vez que lo escuchamos en tierras bolivianas comprendimos la capacidad de él para comunicarse con sus interlocutores o con la gente congregada para escucharle. Sobre esa capacidad fidelista de comunicación, muy conocida por lo demás, van tres referencias:
—En la Embajada de Cuba, horas antes de su retorno, ante la pregunta de un periodista: ¿Hay riesgo de que se restaure el capitalismo en su país, con las empresas mixtas que invierten en el turismo?, fue la pregunta. Fidel con naturalidad respondió que sí, que había ese riesgo, pero —añadió— los revolucionarios cubanos haremos todo lo que nos sea posible para impedir que en Cuba se restablezca el capitalismo.
—Llegó unos minutos tarde a la conferencia de prensa, la última en La Paz y también para despedirse, a pesar de que esa reunión se realizó en el hotel en el que fue hospedado.
Me atrasé porque quise enterarse de la situación de nuestra selección de fútbol. Como ustedes me han proclamado hermano y boliviano, necesitaba confirmar que nuestro equipo ya se clasificó en el último partido por lo que irá al Mundial de Fútbol de EE.UU. 1994. Fidel, así inauguró la rueda de prensa y arrancó ese día los primeros aplausos de los y las periodistas que a la sazón estaban allí para “cubrir la noticia”.
—En la misma ocasión, el encuentro con trabajadores de medios de difusión, un corresponsal de una agencia internacional de noticias le preguntó al líder cubano: ¿Es verdad que usted sobrevolará La Higuera, lugar en el que murió el Che? La respuesta de Fidel fue que no iba a sobrevalorar esa localidad vallegrandina y boliviana. Yo he venido a Bolivia a restañar heridas y no a abrirlas, anotó.
Su clase magistral del líder cubano al agradecer por el título Doctor Honoris Causa que le concedió la UMSA nos convence, también, de que Fidel es una personalidad universal (así como cubana, latinoamericana, caribeña), pero sin culto.
Sin embargo, hubo discordancias ante la visita de Fidel a Bolivia: un diario de la derecha dijo que el Embajador de Japón merecía más de un título Doctor Honoris Causa porque ese país asiático había colaborado a Bolivia mucho más que Cuba. El dictador Hugo Banzer Suárez afirmó que no se lo debió invitar a Fidel para que visite nuestro país. Y una dirigenta de izquierda, con otra argumentación, manifestó su desacuerdo con la visita del máximo líder cubano a Bolivia.
Con la personalidad universal sin culto de la que escribimos, innumerables generaciones en la anterior y en esta nueva época, aquí en Bolivia, hemos llegado al marxismo leninismo con su discurso convincente y su la práctica victoriosa. Es cierto que no faltaron los que repetían, al estilo de un poema, el castrismo: esa genial composición teórica y política de las ideas de Marx, Lenin, Martí y Bolívar. Castrismo que muchos otros asumimos como teoría y como método revolucionarios, para interpretar las formaciones sociales latinoamericanas y caribeñas, especialmente, y como guía en nuestra acción para transformarlas. O sea que Fidel es un teórico de la política revolucionaria y un verdadero jefe político y militar porque, además, el mejor aporte suyo a la humanidad es la dirección de la triunfante Revolución socialista cubana, como dijo aquí el embajador Rafael Dausá. Y como un proceso ininterrumpido, añadimos nosotros.
Nos apoyamos en los dichos y hechos de este texto para afirmar que Fidel no necesita que se le rinda culto a un comunista universal porque, además, él no lo permite ni hay a la vista adulones que lo propicien.
Fidel es una personalidad universal sin culto e irrepetible como jefe político y militar. Por ello, también, nos enorgullecemos: hermano, compañero, camarada, Comandante en Jefe… en tus 87 años.
*Editorial de Voz, boletín boliviano de solidaridad con el pueblo de Cuba, No. 169.