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Ovando: el quinto de los cuatro

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Flecha yurakaré

Alejandro Almaraz

Miércoles, 26 de marzo de 201

Es posible que algunos la hayan olvidado y otros muchos, los jóvenes, no la hubiesen llegado a conocer, pero la "banda de los cuatro” tuvo un célebre y significativo papel en la historia reciente de la democracia boliviana. Fue apodada así tomando el apelativo del famoso grupo de poder del Partido Comunista Chino, y estaba integrada por los cuatro miembros de la Corte Nacional Electoral impuestos por la alianza del MIR y ADN en los años 80 del siglo pasado.

Antes de su designación no se conocían vínculos de los cuatro bandoleros con los partidos que los impusieron, pero ya en funciones de autoridades electorales afloraron los mismos, traduciéndose en una evidente parcialización de su gestión con los intereses de esos partidos gobernantes.

El repudio y la demanda ciudadana determinaron la caída de la banda y mediante reformas institucionales, asumidas por el conjunto de los actores políticos, la constitución de una nueva Corte Electoral se dio a partir de la idoneidad de sus miembros y el desempeño de su labor de manera básicamente imparcial.

De ese modo, la democracia boliviana conquistaba una modesta pero indispensable condición institucional para su efectividad en los simples alcances de la democracia representativa: la imparcialidad del órgano público encargado de la administración de los procesos electorales respecto a los actores protagónicos de los mismos.  

A 20 años de haber sido derrotada la banda de los cuatro, esa conquista democrática elemental se ha perdido en manos del nuevo poder político, que así ha conculcado derechos básicos de la ciudadanía y ha causado uno de tantos retrocesos de la democracia boliviana.

En efecto, hoy el Tribunal Supremo Electoral (TSE) está tan sometido a la voluntad del partido de gobierno, como en su tiempo lo estuvo la banda de los cuatro y con bastante menor disimulo. Así lo han demostrado tanto su composición como sus actos.

El señor Wilfredo Ovando, actual vicepresidente y hasta hace poco presidente del TSE, inmediatamente antes de asumir la cabeza del Órgano Electoral era un conocido miembro del Bloque Simón Bolívar, una agrupación formada en Cochabamba por abogados altruistas y revolucionarios con el desinteresado propósito de brindar sus altas capacidades intelectuales al Gobierno del MAS que se instalaba.

Su militancia era casi enteramente campesina y popular, y carecía de esas condiciones necesarias para el ejercicio del poder. Así, el Bloque Simón Bolívar, que como es obvio era ya de inicio una organización política, se adhirió clara, pública y vehementemente al MAS, con lo que sus miembros pasaron a comprometerse con los intereses del partido de gobierno, siendo absolutamente irrelevante la formalidad específica del vínculo.

Wilfredo Ovando fue uno de los patrióticos abogados que tuvo la fortuna de servir al gobierno revolucionario, nada menos que en las funciones de representante del Órgano Ejecutivo en el TSE y como presidente de éste. Lamentablemente, este abogado no parece haber reparado en que la más elemental condición para cumplir esas funciones de arbitraje electoral —de la que de ningún modo lo eximía la fuente de su designación— es la absoluta e incuestionable imparcialidad, aquella de la que, precisamente, carece por su adhesión al MAS, reconocida por él mismo y sus correligionarios bolivarianos.

Como la parcialidad del TSE está en el cotidiano comentario de todos, el mismo Ovando y sus colegas se defienden frecuentemente alegando que sus actos demuestran su imparcialidad. Ésta es una gran mentira, pues, al contrario, sus actos los hicieron activos y directos partícipes de uno de los más gigantescos y descarnados fraudes de la historia nacional, realizado en servil obediencia a Evo Morales y con las más brutal violación de los más importantes derechos constitucionales de los pueblos indígenas: la vergonzosa "consulta” realizada en el TIPNIS. Este fraude, verdaderamente insólito por su desbordante brutalidad, contó con la diligente observación del TSE y con el pleno aval que significó su satisfecho informe.

A juzgar por el papel que cumple, y sin eximir a los otros miembros del TSE de la responsabilidad que les toca, Wilfredo Ovando parece un quinto miembro vengador que la banda de los cuatro se reservó para volver y vencer en el tiempo, logrando la más perfecta de las venganzas: liquidar, en beneficio de los mismos intereses concentradores del poder político, a lo que siempre sirvió, justamente aquello que al conquistarse la derrotó y desplazó: la garantía de elecciones limpias.

*Abogado y fue viceministro de Tierras.

Wilfredo Ovando parece un quinto miembro vengador que la banda de los cuatro se reservó para volver y vencer en el tiempo

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