Manuel González Callaú
El decreto supremo que aumenta las horas de trabajo a los médicos en centros públicos de 6 a 8 horas, sin tomar en cuenta las razones profesionales ni las conquistas sociales vulnera la CPE en su artículo 48 parágrafo III: "Los derechos y beneficios reconocidos en favor de las trabajadoras y los trabajadores no pueden renunciarse, y son nulas las convenciones contrarias o que tiendan a burlar sus efectos."
Sin embargo, el gobierno y su ministerios de Trabajo y de Justicia, guardan silencio a las jornadas de más de ocho horas que hacen los asalariados de radio taxis quienes trabajan 12 horas, y ponen en alto riesgo la vida de los usuarios y de ellos mismos; los conductores de transporte interdepartamental e interprovincial; los empleados de muchas reparticiones públicas; los empleados del comercio y muchas empresas privadas; los empleados del servicio doméstico.
La conquista de las ocho horas de trabajo surge a mediados del siglo XIX, cuando la tecnología no alcanzaba los niveles actuales. En esos tiempos la energía eléctrica era una exclusividad para pocos, las máquinas funcionaban a leña y a vapor, y la energía producida por los hidrocarburos se desarrollaba. Los mártires de Chicago lucharon por la jornada de 8 horas en 1886 y en 1919 fue reconocida mundialmente esa conquista, hace casi ya un siglo.
Hoy que tenemos avances tecnológicos sorprendentes —–energía nuclear, cibernética, robótica y automatización en la industria; comunicaciones y transacciones comerciales transoceánicas casi en tiempo real— resulta anacrónico seguir manteniendo las ocho horas de trabajo. Ahora que el ritmo de la sociedad se ha acelerado, que las ciudades han crecido y los viajes hacia las fuentes de trabajo son más largos, ante la tensión o estrés crecientes, el trabajador necesita más tiempo para descansar y compartir con su familia, dedicarse al ocio (que es un derecho) y al esparcimiento para relajarse y así, en definitiva, conseguir mejor rendimiento laboral; además, como ya se dijo, el altísimo avance tecnológico ha reducido el tiempo, en la mayoría de las tareas, de hace 10 ó 20 años.
El actual gobierno (que dice que avanza al socialismo), si es que tiene como uno de sus objetivos el "vivir bien", debería convertirse en el abanderado del respeto a la vida y dar un salto en la legislación laboral latinoamericana, reduciendo la jornada de trabajo a 6 horas. Con esa medida se obligaría a la patronal (incluido el Estado) a generar más fuentes de trabajo creando, por ejemplo, dos turnos en la administración pública y un cuarto en las fábricas para así disminuir la desocupación.
Y algo más en materia laboral que muestra la cara neoliberal del gobierno del MAS: mantiene el régimen de los consultores en la administración pública, modalidad impuesta durante los gobiernos neoliberales por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), según la cual esos trabajadores no gozan de las principales conquistas sociales reconocidas por la CPE (seguro de salud, aguinaldo, vacaciones). La diferencia del actual gobierno con los neoliberales es que los consultores de entonces ganaban por mes entre Bs 15 mil, 20 mil o más, lo que les permitía asegurarse en una entidad privada de salud y pagar consultas médicas caras, además de tener capacidad de ahorro con el que se pagaban el "aguinaldo"; pero ahora, en el actual gobierno, los consultores en las entidades públicas reciben remuneraciones entre Bs 4 mil y 7, monto que apenas cubre una canasta familiar para cinco miembros, además de que son contratos por plazos cortos, en el mejor de los casos de un año.
El gobierno del Evo Morales mantiene en vigencia el D.S. 21060 (supuestamente abrogado), porque en los hechos con la aprobación del D.S. de aumento de horas de trabajo para los médicos del servicio público, está aplicando el principio neoliberal de que nadie debe trabajar menos de ocho horas. La desregulación y flexibilización laboral, la libre contratación, la sobreexplotación con bajos salarios y exceso de horas de trabajo siguen vigentes.
Es lamentable que el gobierno del MAS desconozca que muchos sindicatos y organizaciones progresistas en el mundo están luchando por la reducción de las horas de trabajo. En esa línea Venezuela desde el 1 de mayo del 2010 instruyó reducir la jornada laboral a 6 horas y semanalmente a 36 horas en las empresas públicas y también en las privadas. En Argentina, el gobierno neoliberal de Carlos Saúl Menem propuso a la OIT la reducción de la jordana de trabajo a seis horas: ¡Qué paradoja!
Si esta es la política del "vivir bien", estamos perdidos, y los gobernantes mienten al pueblo.