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Locutores

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Por Coco Manto

Los locutores nos hacemos de palabras con la vida para que trate mejor a la gente. El locutor presta su voz sin vender su palabra y trabaja en la radiodifusión con talento y conciencia porque sabe que tiene la atención de un inconmensurable mundo de oyentes.

 

Así voy a hablar mañana miércoles 3, cuando la Asociación de Locutores de México me otorgue el "Micrófono de Oro" en una sesión de honor que además será transmitida desde la sede de la Embajada del Estado Plurinacional de Bolivia en México.

Sorpresa, incredulidad y desconcierto es lo que sentí cuando el comunicador Wilfredo Villegas me avisó hace dos meses que la asociación mexicana de locutores, que tiene dos mil 500 miembros afiliados, había resuelto entregarme esa presea por decisión unánime.

Voy a recibir ese micrófono de honor con gratitud y en el nombre también de quienes fueron mis colegas en la radio boliviana durante los años 60 y 70 del siglo pasado, porque el dueño de la voz no es nadie sin el apoyo de los libretistas, redactores de noticias, técnicos de las consolas, las salas de grabación y los equipos de transmisión, entre otros.

Yo fui locutor de radio en esos tensos años; empecé en las emisoras de creación obrera y sindical en las minas, marcadas de comunistas, y fui también locutor de la católica "Pío XII".

Dos fechas trágicas truncaron aquella mi amada vocación. El 23 de mayo de 1965 grabé una matanza in situ. En la llamada "pampa Hilbo" de Oruro las armas de mi patria dispararon contra una marcha de mineros y con las palabras bañadas en llanto conté 27 muertos y denuncié el crimen desde la Radio "Vanguardia" de Colquiri, de la que era su director-fundador.

El 21 de agosto de 1971, el fascismo tomó el país a sangre y fuego y, de nuevo, desde Radio "Illimani" (hoy "Patria Nueva") me vi enfrentado al terrible encargo de comunicar que 235 patriotas indefensos fueron asesinados en calles, plazas y caminos de La Paz por los militares y los bandidos de Hugo Banzer, el MNR y FSB.

En aquel lapso, antes de la vida de clandestinidad y exilios que llevé, fui reportero, redactor, libretista-actor de radioteatros, creador de programas de humor político que, bueno, pues, me costaron estos imborrables 40 años lejos de la patria y la radio.

En nombre de ese pasado, que volvería a vivir si me fuera dado ese milagro de vida, recibiré mañana 3 el "Micrófono de Oro" de la Asociación de Locutores de Radio de México. Y diré también estas otras palabras en homenaje a los locutores de todos los tiempos:

Al principio fue el Verbo y luego el hombre

que articuló la vida en la palabra, que conjugó los

tiempos y los modos de vivir y morir en cuerpo

y alma cuando el destino de uno es el de todos.

El hombre y el lenguaje consagrados en

el idioma que une o separa, el locutor de

la palabra exacta envuelta en buena voz y en

sintonía con la verdad y el pueblo que lo ubica en

el papel del juez, del sacerdote, del maestro,

el dirigente o el policía.

La autoridad que en él mismo se explica.

La radiodifusión nos comunica, nos presta

identidad porque el más sabio es el que

escucha al otro, el buen oyente...

La palabra ofrecida por la radio es nuestra

patria cósmica, el sonido de la existencia humana,

el testimonio, micrófono, macrófono sagrado

para decir qué somos, qué hemos sido.

Porque al final, como fue en el principio,

estará el Verbo con todos sus colores sobre

la tierra y su ordenado caos, quiero decir la vida

transmitida en buena onda por los locutores.

México, DF, 30 de julio de 2011

http://www.cambio.bo/noticia.php?fecha=2011-08-02&idn=51209

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