Flechas yuracarés
Alejandro Almaraz
miércoles, 5 de junio de 2013 publicado en Página Siete
En su última columna de opinión publicada en este diario, Rafael Puente comete la injusticia de acusar de traidor a Pedro Nuny, comparándolo con el cacique Maraza que, después de rebelarse contra el poder español, se alía con él y colabora a doblegar el levantamiento de Pedro Ignacio Muiba. Los motivos de Puente están en el nombramiento de Nuny en la Secretaría Indígena de la Gobernación del Beni, con lo que este “se pasa al bando oligárquico y colonial, colocándose en contra de los intereses de su propio pueblo”.
Puente no considera que la aceptación de dicho nombramiento fue una decisión colectiva adoptada en el ámbito del movimiento indígena mojeño, y que obedeció al legítimo propósito de que la inversión pública que la Gobernación, en cumplimiento de sus obligaciones legales, debe destinar a los pueblos indígenas del departamento, sea controlada y canalizada por la propia organización indígena, y se subordine a las demandas y estrategias definidas autónomamente por los pueblos indígenas. Esta pretensión, además de tener ya una significativa trayectoria en el movimiento indígena, se ha intensificado entre las organizaciones indígenas benianas ante el uso que el gobierno departamental de la coalición MAS-MNR hizo de esa inversión pública dirigiéndola, de la manera más agresiva e inmoral, a la división y sometimiento del movimiento indígena, mediante el soborno de sus dirigentes y la prebendalización de sus comunidades. Sin embargo, este razonamiento resulta ciertamente discutible, por cuanto la articulación del movimiento indígena a una gestión pública globalmente ajena e incluso adversa, bien puede perjudicar su autonomía en vez de favorecerla. En cualquier caso, que sea Pedro Nuny quien ejerza el cargo en cuestión es evidentemente lamentable, pues su condición de referente y vocero de los indígenas benianos resulta sensiblemente comprometida con la derecha tradicional. Pero de ahí, a que Pedro Nuny sea un traidor, hay mucha distancia.
El bando oligárquico y colonial, al que según Puente se pasó Nuny, en el Beni está claramente conformado por los terratenientes, ganaderos en el sur y barraqueros en el norte, y por sus roscas pueblerinas de comerciantes diversos, servidores “cívicos” y matones de atávicos sentimientos antiindígenas. Ese bando, el único del poder real, se apropió históricamente del Estado valiéndose, entre otros recursos de administración política de sus intereses, de la vieja y siempre efectiva práctica de situarse en todos los bandos partidarios que, para “viabilizarse”, se someten a sus designios. Bajo la “revolución democrática y cultural”, este bando sigue concentrando el poder y la tierra con los mismos recursos pero con mayor éxito. Así, a partir de los fundamentales acuerdos que ha logrado con Evo Morales, celebrados por el oficialismo como la profundización programática del proceso de cambio, y que lo preservan eficazmente de la temida redistribución de la tierra, sin abandonar el campo de la derecha tradicional, ha hecho su apuesta principal en el MAS (aliado al MNR) y la sorpresivamente derrotada candidatura de Jessica Jordan, quien, habrá que informarle a Puente, no es una hermana indígena equivocada, sino una terrateniente modelo. Es allí que el bando oligárquico y colonial se ha desplegado más amplia y agresivamente con sus más caracterizados componentes: desde los paradigmáticos liderazgos de Majluf y Guiteras, hasta el grueso del MNR, pasando por lo más destacado del empresariado barraquero y ganadero y por los matones antiindígenas, más activos y entusiastas que nunca. Ante estos hechos, llama la atención que a Puente le haya parecido preocupante y próxima a la traición, aunque sin serlo todavía, la candidatura de Nuny en “disimulada alianza con el MSM”, y es aún más curioso si recordamos que el propio Puente fue candidato del mismo MSM sin ningún disimulo.
Si a lo anterior añadimos que los pueblos indígenas del Beni no habían sufrido en décadas de gobiernos derechistas agresiones tan graves como la violación múltiple y sostenida de sus derechos constitucionales, la represión criminal de su movilización pacífica, o la brutal intervención estatal para dividir y subordinar sus organizaciones, entre otras muchas e igualmente graves acciones antiindígenas tomadas por el gobierno actual para favorecer a los poderosos, incluidos los tradicionales patrones benianos, queda muy claro que el que se pasó al bando oligárquico y colonial, gobierno y todo, es Evo Morales.
Comparto la aflicción de Puente por la reiteración de la historia de traiciones indias en beneficio colonizador. Pero los papeles de su reproducción en la realidad actual del país son exactamente inversos a los que él plantea: el hermano equivocado es Pedro Nuny; el traidor ante el que Maraza queda chico es Evo Morales.