Reseña
UN intento de acercamiento, descripción e interpretación a partir de un puñado de textos del cantautor, que cantará mañana en Bolivia, 30 años después.
Martín Zelaya Sánchez
“Un esbozo de una de las posibles bandas sonoras de la vida y trayectoria de Silvio Rodríguez, a partir de un puñado de canciones suyas”.
“Soltar todo y largarse -qué maravilla-, / atesorando sólo huesos nutrientes, / y lanzarse al camino pisando arcilla, / destino a las estrellas resplandecientes'”, aconseja Silvio en una de sus canciones de balance, de borrón y cuenta nueva o, incluso, de despedida y tres cruces.
Pero no sólo escribió así al promediar el medio siglo de vida (Soltar todo y largarse es de 1995), sino mucho antes, pues apenas a sus 32 años ya se lamentaba: “los años son, pues, mi mordaza, oh, mujer. / Sé demasiado, me convierto en mi saber” (Con diez años de menos).
Según varias versiones biográficas, a sus 66 años, Silvio Rodríguez tiene más de 800 canciones compuestas, de las cuales grabó mucho menos de la mitad y editó menos aún. Le escribe y le canta, el trovador cubano, al amor, la vida, la muerte, la esperanza, la desilusión' a Cuba, al mundo y a la revolución, cómo no.
Pero ante todo, Silvio es para tantos el cancionista latinoamericano más grande y trascendental, porque como nadie —sólo Sabina asoma— es capaz de plasmar la banda sonora de la vida de gran parte de los latinoamericanos de ésta y de al menos dos o tres generaciones anteriores más.
¿Se anima —por ocio o curiosidad— a seleccionar 10 ó 12 temas del cubano, ordenarlos, compararlos y armar así un sound track particular suyo?
Por lo pronto, asumo el reto de tratar de pergeñar acá, en pocas líneas, un esbozo de una de las posibles bandas sonoras de la vida y trayectoria de Silvio Rodríguez, a partir de un puñado de canciones suyas.
Inútil y reto, dirán unos, obviedades, otros, pero a fin de cuentas, ¿por qué no escudriñar al cantautor que tras 30 años de hacerse esperar por los bolivianos reunirá mañana a unas 30.000 almas en un evento que desde ya pinta como memorable? Qué mejor que describir(lo) para conocer(lo).
En 1967 cantaba: “hay un grupo que dice que lo haga reír. / Dicen que mi canción no es así, juvenil, / que yo no me debiera poner a cantar / porque siempre estoy triste, muy triste” (Hay un grupo que dice).
“Hoy quisiera ser viejo / y muy sabio / y poderte decir / lo que aquí / no he podido decirte: / hablar como un árbol / con mi sombra hacia ti, / como un libro salvado del mar / como un muerto que aprende a besar”, escribió en 1969. De la ausencia y de ties un extraordinario discurso autocrítico y existencialista para un joven de 23.
En un raro giro de optimismo, sostenía en 1974 “Vivo en un país libre, / cual solamente / puede ser libre / en esta tierra, / en este instante, / y soy feliz / porque soy gigante”. (Pequeña serenata diurna).
Raro giro, sobre todo porque años atrás se cuestionaba: “Le he preguntado a mi sombra / a ver cómo ando para reírme, / mientras el llanto, con voz de templo, / rompe en la sala regando el tiempo” (La era está pariendo un corazón, 1968).
Unos años después en la etapa lúdica, filosófica, literaria, metafórica, vienen textos como Fábula de los tres hermanos (1977), Leyenda (1978), Son desangrado (1980) y, por supuesto, Unicornio (1981).
“Cuentan que cuando un silencio / aparecía entre dos, / era que pasaba un ángel / que les robaba la voz. Cómo no partir con Ángel para un final -que aunque fue escrita en 1977, fue grabada en los 80- para entrar en la etapa en la que, sin dejar de lado a los hombres, a las mujeres del mundo, a la sociedad en su conjunto y al planeta, Silvio volcó su inspiración al amor, la pasión y el desamor por una mujer.
“Pueden ser casualidades u otras rarezas que pasan, / pero donde quiera que ando todo me conduce a ti. / Especialmente la casa me resulta insoportable / cuando, desde sus rincones, te abalanzas sobre mí”. (Tu fantasma, 1983)' y cómo no, La gota de rocío (1980) oRéquiem (1984).
Pero al amor, también cantó en sus inicios, y magistralmente: “Cuando este sol se apague, / tú partirás de mí. / Seguiré solo, / con mi dolor y llanto / y llanto. / Mi convicción es no querer / ya nunca más, porque / la misma historia es otra vez / y otra vez, y otra vez, y otra vez'” (Quédate, 1967).
Como toda buena película, la vida de todos y cada uno no siempre es lineal, y conviene dar saltos de tiempo según temáticas y circunstancias.
Tanto como en El necio (1991): “allá Dios, que será divino: / yo me muero como viví”, reafirmó sus convicciones a sus 24 años cuando escribió “puede que con los brazos / haya que abrir la selva / pero a pesar de los pesares / como sea, Cuba va”. (Cuba va, 1970), o a sus 37 años en Me acosa el carapálida: “me acosa con la espuela, el sable y el arnés / -caballería asesina de antes y después”.
Finalmente, por donde empezamos: las canciones balance, de epílogo y mirada atrás: “Aunque se dice que me sobran enemigos, / todo el mundo me escucha bien quedo cuando canto. / Yo he preferido hablar de cosas imposibles, / porque de lo posible se sabe demasiado”. (Resumen de noticias, 1970).
“Disculpen la molestia. / Ya me llevo mi boca. / A mi edad la cabeza / a veces se trastoca. / En la alegría de ustedes / distinguí mis promesas / y todo me parece / que empieza. (Monólogo, 1984).
No hay nada más que decir, que corran las imágenes.
*Tomado de Ideas del diario paceño Página Siete del 14 de abril de 2013.