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Playa Girón, fin del fatalismo geográfico*

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Mi proceso del conocimiento de la victoria de Playa Girón, empezó en abril de 1961; estaba en casa escuchando música en una emisora local, de pronto el programa se interrumpió, para transmitir noticias de último momento, las radios de La Paz entraron en una llamada “Cadena de la Libertad” con la Voz de las Américas para hacer conocer los pormenores de los “Luchadores por la Libertad” que habían desembarcado en Cuba para liberarla del comunismo. Gracias a la revista Bohemia, que regularmente compraba mi padre, había seguido con interés los acontecimientos de la Revolución Cubana y no podía dejar de entristecerme por lo que estaba sucediendo con la agresión, pero la euforia triunfalista de las primeras noticias se fue disipando conforme fueron pasando las horas, al final —“los Luchadores por la Libertad estaban siendo aplastados por los tanques soviéticos como había sucedido en Budapest”— No decían que en tan sólo 72 horas, en fulminante victoria el pueblo cubano, había derrotado a la Brigada Invasora 2506, entre cuyos prisioneros capturados había más “cocineros” que combatientes, el resto eran  ex batistianos, casquitos y otros especímenes del exilio.

Una de las características del socialismo, es la práctica del internacionalismo proletario, a poco del triunfo, el gobierno revolucionario ofreció 1.000 becas de estudios universitarios  para América Latina, así en 1962, conjuntamente un primer grupo de 10 estudiantes bolivianos, becados en Cuba, en un viaje a la costa sur de Cuba, caminamos ávidos por conocer el escenario donde tuvo lugar el hecho histórico, allí  donde se decidió la suerte de la Revolución Cubana y cambió para siempre la historia de América Latina, al producirse la primera derrota del imperialismo y proclamarse el carácter socialista de la revolución.

Todavía se podían ver destruidas algunas de las viviendas de un plan de construcciones sociales que el gobierno desarrollaba en la Ciénaga de Zapata, una de las regiones más olvidadas en la Cuba neocolonial; desde el puente que atraviesa una pequeña ensenada, se veía el mar calmo que apenas oleaba, dejando en la playa de arena gruesa, restos de vegetación marina que nuestra imaginación las confundía con los camuflados de los comandos mercenarios. De noche, a pesar del sofocante calor, como buenos andinos nos cubríamos hasta la cabeza para protegernos de los enormes mosquitos, que la ciénaga  propiciaba, sin poder conciliar el sueño me recordé del Infierno Verde chaqueño de nuestros padres.

A los más de 50 años de aquel hecho histórico, la situación ha cambiado favorablemente en América Latina con el ascenso al gobierno de los movimientos progresistas, pero lo que no ha cambiado es en esencia la política norteamericana respecto a Cuba y los países que han emprendido un nuevo rumbo, en su demencial política de mantener su hegemonía, sigue aplicando sus mismos métodos, bajo otras modalidades.

La injerencia del gobierno norteamericano  en los asuntos internos de Cuba empezó desde el inicio mismo de la lucha revolucionaria, cuando apoyaron hasta el último momento al dictador Batista y en la conspiración para escamotear el triunfo revolucionario con el General Eulogio Cantillo, a la que  Fidel respondió con clara consigna: ¡Revolución sí, golpe militar no¡ 

Habiéndose instaurado el Gobierno Revolucionario, las sucesivas administraciones norteamericanas a través de la  CIA, la contrarrevolución interna, la ofensiva diplomática y la contra propaganda, no cejaron en su empeño para destruir a la Revolución Cubana, hasta preparar la invasión. Ya desde entonces sus tácticas fueron el sabotaje, la contrarrevolución interna, la voladura del Vapor La Coubre que transportaba armas para la defensa de Cuba.

Reclutaron a los mercenarios en Miami, los entrenaron en Guatemala, en Retalhuleu, la expedición fue transportada en barcos norteamericanos. Y aviones camuflados con la insignia cubana, bombardearon los aeropuertos de la isla para inutilizar la decena de aviones de la Fuerza Aérea Cubana y en la ONU el delegado Adlai Stevenson, con el cinismo que caracteriza a su delegados permanentes, sostenía que aviones cubanos habían realizado la hazaña, que en aquella época no se llamaba de zona de exclusión aérea, pero el objetivo era el mismo.

Los estrategas del Pentágono escogieron la Ciénaga de Zapata, apenas comunicada por una carretera fácil de cortar, el golpe fue en el sur, contrariamente a los que pensaban que la invasión vendría por el norte, su plan era establecer una cabeza de playa para proclamar el Gobierno Provisional, que ya venía en unos de los barcos de la flota invasora, una vez reconocido este gobierno habría pedido el reconocimiento y la ayuda imperialista y bajo la bandera de la OEA luchar contra el régimen comunista, si el plan no alcanzaba el éxito inicial, se podía dividir a la isla en dos y contar con las bandas alzadas en el Escambray. Tal si se tratara de una película, se podría leer, cualquier semejanza con otra realidad contemporánea es pura casualidad.

El curso de la invasión debía decidirse en cuestión de horas, tanto para el bando enemigo como para los revolucionarios, eso lo comprendió muy bien la dirigencia revolucionaria, por eso se movilizó a los recursos humanos y materiales disponibles en la región, los batallones de la PNR y las Milicias Nacionales Revolucionarias, todavía bisoños, conjuntamente con unidades del Ejército Rebelde, tuvieron un papel destacado en la victoria.

Uno de los errores cometidos por el imperialismo fue subestimar a la Revolución Cubana que contaba con un Ejército Rebelde, dotado de una experiencia de combate y una acertada dirección política y que aprendió de la propia experiencia histórica de Cuba, de su lucha por la independencia, cuando ya tenía derrotados a los españoles en 1902,  el naciente imperialismo yanqui, que ya daba muestras de su oportunismo político desde entonces, se entrometió en la Guerra de la Independencia de Cuba, utilizando como pretexto el hundimiento del acorazado Maine, surto en el puerto de La Habana, cuya marinería era en gran parte negra. Y así se hicieron de Cuba, Puerto Rico y la Filipinas para extenderse en América del Sur y el Asia.

Los métodos que usa el imperialismo contra Cuba, hoy se repiten contra otros pueblos, bajo otros pretextos como la lucha contra las drogas, la protección de la población civil, la defensa de los derechos humanos, cuando la esencia demencial de su política es la Doctrina del Destino Manifiesto (América para los estadounidenses).

La victoria de Playa Girón  tuvo,  además, una connotación filosófica, se derrotó al fatalismo geográfico, aquel de la “manzana madura” de Jhon Quincy Adams, al determinismo geográfico, que los pueblos de América no podían desprenderse de la hegemonía norteamericana. Y se puso en evidencia que el factor decisivo en la guerra es el hombre, antes que las armas.  

En este 17 de abril, honor y gloria a los combatientes de Playa Girón, honor y gloria al Partido Comunista de Cuba y a sus preclaros dirigentes.

La Paz 9 de abril de 2011

*Arq. MSc Docente Emérito de la UMSA

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