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ADOLFO, el dirigente olvidado del ELN

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semblanza

Un “joven brillante”, dirigente capaz, valiente, sereno y sensible

Julián Alcoba Apaza

En esta nota nos basamos en un poema dedicado por su tío, Jorge, de quien fue en vida Adolfo Quiroga Bonadona. Por un lado, el grupo que componía la guerrilla de Teoponte, en julio de 1970, era de: 29 estudiantes universitarios, 13 campesinos, 18 profesionales (maestros, médicos, etc.), 2 mineros, 3 obreros, 2 dirigentes de la Juventud del PCB y 1 ex-Ranger. Total 67, a la encabezada por Oswaldo “Chato” Peredo. La mayoría de sus miembros quería continuar, a través del ELN, junto con la ideología de la teología de la liberación, lo que el Che había dejado inconclusa tres años antes: una guerrilla continental, según su planteamiento.

Este personaje ha sido dirigente universitario. “Ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad Juan Misael Saracho de Tarija, de la que egresó a los 23 años. Posteriormente, se inscribió a la Facultad de Sociología (UMSA), cursaba el primer curso cuando se fue a Teoponte”.

Cuando estaba en su primera carrera, en Derecho, fungió cargos como: secretario general del Consejo Central de Reforma Universitaria; fue delegado al XII Congreso Universitario Nacional; delegado a la II Conferencia Departamental de Trabajadores; miembro de la directiva de la Central Obrera Departamental; ejecutivo de la Federación Universitaria Local de Tarija; fue, además, auxiliar de docencia; presidente del Centro de Estudiantes de Derecho, delegado al Honorable Concejo Universitario, secretario de Cultura, miembro del Sub-Concejo Mixto de Reforma Universitaria.

Inscrito en las filas del Partido Demócrata Cristiano Revolucionario (PDCR). Electo Presidente, en el XVIII Congreso Universitario, de la Confederación Universitaria Boliviana en 1968 en la ciudad de Potosí, (María René Quiroga Bonadona, pág. 187-188). Tal el grado político que ha incidido en esa época tanto Sergio Almaraz y Marcelo Quiroga Santa Cruz lo consideraban a él como un “joven brillante”, dirigente capaz, valiente, sereno y sensible, (pág. 189).

A continuación mostramos el poema mencionado, como un homenaje:

Para Adolfo Quiroga Bonadona

Q.E.P.D. su tío Jorge…

Tu padre era un acero, forjado en mil batallas

sus brazos siempre abiertos, para el amor fraterno,

en las arenas blancas, del desolado Chaco rompieron la metralla

llorando su destino, de herir al ser humano,

su angustia era enfermiza y su nostalgia triste,

matar era su duelo y herir su desventura.

Sus manos siempre abiertas de caridad repletas, sus ojos,

claros, tristes, con su mirar tan hondo

presentían en la noche del Chaco su tragedia

la selva, era su lecho, el verde su esperanza

su patria bien amada, su novia solitaria

y aquel umbrío monte, que dijo ser tu tumba,

sería para siempre, la tumba de sus hijos.

Tal vez sus labios secos, gritaban en el silencio, su odio por la guerra,

quizás él presentía tu muerte, tu silencio, tus huesos calcinados

tres tumbas solitarias en esa verde selva.

Tus huesos, tu silencio, el ¡ay! de tus hermanos,

el beso de María, su hambre y su esperanza.

Tu padre era tu poema, tu Patria, tus ideales,

su gente tu batalla, los indios tus hermanos,

el cielo tu frontera.

En esa Patria triste, si horizonte blanco, quedaste sin sudarlo,

Tus huesos calcinados y los ojos de Eduardo los celestes, dormidos

para siempre, los brazos del piloto, sin sol con alas rotas.

El llanto de tu padre tocía tus andrajos, tu frente toda fría,

María y Susanita, sus ojos sí lloraron y lloran todavía.

Adiós ¡oh! idealista

me da pena decirte cuán largo es el olvido

y que tu muerte injusta será, cual las del Chaco,

sin cruces ni medallas y junto con tu padre, yo lloro tu partida

tal vez la del piloto, tal vez la de Eduardito.

Yo aún con tus padres, mi poema con su llanto

por los días perdidos, por los niños viajeros,

por los días obscuros, por las canas blancas,

por el adiós postrero, por la Patria tan vieja

que tu quisiste un día, llevaría hasta las cumbres

para que sepa el mundo lo grande que es Bolivia.

Adiós ¡oh! idealista, tu mundo es tinieblas,

callaste tu palabra y enmudeció tu boca

callaron los obuses, los héroes retornaron y con desprecio inmenso

tan cruel como la muerte, pisaron tus despojos

las botas galoneadas de altivos comandantes

y con tristeza india, pasaron por tu fosa

humildes pies descalzos de tus hermanos indios.

Yo rezo por tu alma y elevo mi Plegaria a Dios que está en los cielos

porque tu voz perdure, por tu descanso eterno

y por el alma niña de tus hermanos muertos.

Santa Cruz, noviembre de 1970

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