Ricardo Aguilar Agramont*
Mayo de 2018
Ya las justas deportivas y electorales están tocando la puerta. En el primer caso porque los XI Juegos Suramericanos Cochabamba 2018 se inauguran hoy, en el segundo porque nuestros políticos opositores y oficialistas, admitámoslo, padecen de precocidad aguda.
Mientras el Movimiento Al Socialismo (MAS) nunca detuvo su campaña electoral —prolongada ininterrumpida desde el 23 de enero de 2006 hasta este momento en que el lector lee estas líneas—, Samuel Doria Medina lanzó su primer spot la semana que acaba.
Pero el dato más curioso no viene de los formatos convencionales del marketing político, sino del quehacer político electoral que, coquetamente, se viste de noticia.
La diputada Susana Rivero, presidenta de la Comisión que investiga posibles sobornos de Odebrecht a funcionaros públicos bolivianos del ayer y hoy, lanzó sus saetas al expresidente Carlos Mesa con una puntería admirable, todo mientras blandía un documento que menciona el desembolso de un monto a una tal persona que responde al nombre cuyas iniciales son C.M.
Pero claro, C.M. pueden ser muchos individuos, no cabe duda. Podría referirse a ¿Carlos Montenegro?, ¿Carlos Medinacelli?, ¿quizá Carlos Menem?, ¿por qué no Carla Morón?, ¿quién te dice que no se refiera a Carlos Monsivais o a Claude Monet?, ¿Coco Manto? o peor, ¿al siempre sospechoso Coronel Mostaza…? Aconsejamos a los miembros de la Comisión no descartar ninguna de estas posibilidades hasta llegar al fondo de este asunto.
Remember Uncle August, the unhappy inventor (1919). George Grosz (1893 - 1959)
Naturalmente, las insinuaciones de Rivero no llegaron todavía a oídos de Carlos Menem, pero sacaron a Carlos Mesa de sus casillas, quién aseguró que sus derechos constitucionales estarían siendo violentados. Su queja, por supuesto, no produjo en el oficialismo ni medio sonrojo, inmutación muy consecuente con los actos del partido de Gobierno que muestran, en el mejor de los casos, un inconstante cariño a la Constitución.
No obstante, en el mismo documento con el que Rivero peregrinó bajo el brazo de canal en canal durante toda la semana, se señala adelante a un tal C. Morales…, el mismo C. Morales que aparece en otros momentos estelares de los famosos papeles oportunamente bautizados como Castillo de Arena, el mismo C. Morales que la prensa inicialmente vinculó al nombre del exministro emenerrista Carlos Morales, el mismísimo Carlos Morales que cobró fama nacional con el mote de “quinciño”, el mismísimo mote cuya referencia recordará cualquier lector que se precie de tener algo de buena memoria, la misma referencia sobre cuya veracidad nos reservamos el derecho de la duda.
De cualquier forma, C. Morales puede ser también otra persona distinta a nuestro reconocido “quinciño”, las investigaciones seguramente lo dirán, pues asumimos que la Comisión sólo quiere conocer la verdad de los hechos (nada más) y que no es utilizada para curar en sano la posibilidad de que Mesa tenga el atrevimiento de postular a la presidencia. Por lo demás, grande es el favor que el Gobierno hizo a la popularidad del expresidente cada vez que quiso desprestigiarlo.
Pero pasemos a temas más felices. Los últimos reportes afirman que las obras del sauna de la Casa Grande del Pueblo ya están casi en su punto caramelo (al fin). Todos los que esperábamos ansiosos esta noticia podemos ahora dormir tranquilos: el pueblo ahora tiene su casa (grande) propia, y la casa ya tiene su sauna.
Lo único que queda por dilucidar es un tema silogístico que hace retorcerse en la tumba a los más preclaros sofistas de la antigüedad: si Evo es el pueblo y la casa es del pueblo y el Evo manda obedeciendo al pueblo (¿o sea al Evo?), entonces ¿la casa es también del Evo o viceversa?
Pero no nos dejemos atribular por esos vericuetos hermenéuticos que dejarían patidifuso hasta al más avezado exegeta (¿para qué?). Que no nos entristezcan los límites de nuestro entendimiento, no. ¡Celebremos!, hoy comienzan los Juegos Suramericanos, los cuales han provocado una leve urticaria en la epidermis del partido del Presidente que llegó a Palacio marchando desde los años 90 por demandas sociales sin duda justas. Que tampoco nos aflijan las quejas de la también marchista noventera Geovana Irusta sobre las carencias que viven los deportistas nacionales, qué importa que con una ínfima parte del gasto propagandístico del evento de Cochabamba tales necesidades serían subsanadas. No, no dejemos que su inoportuna cantaleta nos agüe la celebración sudamericana que humildemente hospedamos en su versión XI.
*Ensayista