Editorial
Los gobernantes aseguran, entre otras cosas, que la consulta en el TIPNIS "profundiza" la democracia y que la mayoría de los indígenas consultados allí han dicho sí a la carretera que partirá el territorio de los indígenas y el parque nacional de los bolivianos. Esas mentiras que se difunden desde el gobierno, se lo hace desde los medios estatales, parlotean sobre ellas los legisladores, balbucean con las mismas los masistas y las repiten los voceros oficiosos. Esas mentiras, sin embargo, son descubiertas por cada vez más compatriotas y, suponemos, que también se las desvela fuera de nuestro país.
Aunque las mentiras no tendrían que servir de argumento, los gobernantes echan mano de esa técnica desinformadora cuando se agudiza la lucha de clases y la de los pueblos indígenas en Bolivia, así matan a la verdad o al menos lo intentan tanto gobernantes como derechistas.
Acepten, por favor, una repetición necesaria de Aquí: la mayoría de los medios del sistema capitalista, dependiente y atrasado (todavía en pie) y los medios del Estado (que se sostienen con nuestro dinero) todos los días censuran, se autocensuran, dicen medias verdades, manipulan, matan a la verdad —reiteramos el concepto— o cuando menos lo intentan.
El Tribunal Constitucional, previa consulta con gobernantes y con una disidencia, aprobó una sentencia que, básicamente, dispone que antes de la consulta en curso en el TIPNIS el gobierno debió concertar (acordar, consensuar) esa medida, lo que no ocurrió, por lo que no se constitucionaliza una parte de la Ley 222, la de la consulta posterior.
Esa sentencia debió ser ejecutada sin dilaciones y sin escamoteos por los gobernantes y también por los indígenas, aunque éstos al comienzo dudaron sobre los alcances de esa resolución porque de tribunales amañados, como los bolivianos, sólo esperamos injusticias, sin olvidar que haya jueces que por excepción "hagan justicia".
La consulta en curso viola la Constitución Política, normas bolivianas y convenios internacionales que ahora son leyes nuestras. ¿Por qué tiene ese contenido fraudulento la consulta de marras? Porque es posterior, de mala fe y desinformada, mejor dicho, mentirosa. Además, no tiene en cuenta los usos y costumbres de los indígenas, se la impulsa incluso en contra de esas prácticas. Asimismo, un camino como el que se pretende por medio del TIPNIS, sería una obra que afectaría el territorio de los indígenas y el área protegida de los bolivianos, por lo que está prohibida, de modo que esa consulta es un accionar autoritario y contrario a los originarios y a los bolivianos.
Esa consulta tramposa, además, es impuesta porque en contra de las normas la supervisan enviados del Órgano Supremo Electoral como si aquélla fueran comicios, a lo que se suma la fundada desconfianza de un tribunal electoral funcional al gobierno por lo que es de dudosa imparcialidad.
Los efectivos de la Armada Boliviana despliegan acción cívica en el TIPNIS. Ahora con intensidad buscan hacer creer a los comunarios que ellos sí curan enfermos y cuidan el bosque, sobre todo de los narcotraficantes. Aunque hay razones para que los comunarios desconfíen de los militares, la presencia de éstos provoca miedo, especialmente, entre los niños acostumbrados al rumor de la selva, a la que cuidan los indígenas con la ventaja de los que viven integrados a la naturaleza. La acción cívica también trata de cautivar a los indígenas, ganarlos para que manifiesten su acuerdo con el camino de la querella, aunque esté en contra de los verdaderos intereses de los originarios.
Los activistas políticos del gobierno y del MAS en el TIPNIS hacen campaña, de la mala, en favor del camino por el corazón de nuestro parque nacional y del territorio de los indígenas. Para ello mezclan amenazas, halagos, dinero y, también, no debemos descartar que algunos indígenas creen las mentiras gubernamentales, pero se equivocan porque el camino Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, será sobre todo destructor de la naturaleza y no asegurará el desarrollo ni económico ni social (con el camino será imposible que los militares autoritarios y los indígenas sumisos impidan la depredación y a los invasores del TIPNIS). También están en un grave error los pocos originarios que han pedido indemnización por la destrucción del territorio suyo y del parque nacional de todos los bolivianos, los que jamás serían repuestos con la plata que eventualmente se pagaría a cambio de la destrucción del TIPNIS. No está demás decir que la reserva y el territorio no tiene precio, como la vida, además, no está en venta; hábitat indígena que es de propiedad colectiva, es tierra comunitaria de origen (TCO), por tanto, inalienable e inembargable.
Los resultados de la consulta son leídos por los gobernantes con marcada desvergüenza: hasta el viernes dijeron que 8 de 9 comunidades del TIPNIS dieron su consentimiento para la construcción del camino por el medio de esa heredad de la patria. Esa mentira por supuesto es para la propaganda que en mucho está dirigida a reafirmar a sus parciales que advierten los errores de los gobernantes sin seguridad de una enmienda. Esa propaganda mentirosa tiene, también, el propósito de erosionar nuestro convencimiento de que al TIPNIS hay que defenderlo desde todas las trincheras del pueblo. La propaganda, basada en esas mentiras, tiende a la recuperación del apoyo que pierde el Presidente, sobre todo porque su gobierno es de los medianos propietarios en alianza con empresarios criollos y transnacionales en el que los explotados y oprimidos conscientes creen cada vez menos.
Además de esa lectura trucha que los gobernantes hacen de la realidad imperante en el TIPNIS, el Ministro de Gobierno ha dicho que los resultados de la consulta, que nos separa a los bolivianos, no serán obligatorios y que los gobernantes decidirán si se construye o no la vía que nos separa. Recordemos que el Presidente, hace tiempo, dijo que "quieran o no quieran los indígenas" será construido el camino. Los gobernantes, como yapa, han señalado que se consultará una segunda vez a los comunarios que se opongan al camino. Todo apunta a confirmar lo que instruyó el Presidente: "consulta y camino", dijo a sus incondicionales en una reunión realizada en Cochabamba. Las decisiones del inquilino principal del Palacio Quemado se contraponen a todo lo que se mueve en Bolivia. La historia cuenta que así fue Napoleón, el emperador, al que en tierras bolivianas, intuitivamente también, quizá se lo quiera imitar, pero con Marx decimos que los hechos se dan una vez como tragedia y cuando se repiten cobran la forma y el contenido de una comedia o farsa.
Sin embargo, es tan fraudulenta esa consulta que el Órgano Supremo Electoral (uno de los cuatro poderes del Estado boliviano) rectificó a ministros del gobierno e informó que sólo tres comunidades fueron consultadas, en tanto que "oficialmente" se habla de 10, de las que 9 quieren el camino, según esa fuente de la que debemos desconfiar. (En la boca del mentiroso lo cierto se hace dudoso). Por su parte el Ministro de Obras Públicas, aunque también miente cada vez que habla sobre el TIPNIS (dice que la consulta es un hecho histórico, por ejemplo), le salió al frente a su colega de Gobierno y anotó que no se consultará más que una vez a los habitantes del parque nacional y del territorio indígena, es decir, no habrá nada que se parezca a una segunda vuelta. ¿Pónganse de acuerdo gobernantes? O el librero que usan ustedes contiene contradicciones inventadas destinadas también a desinformarnos. Hay de todo en la viña del gobierno actual.
El diario gubernamental, Cambio, que se especializa en la difusión de mentiras, hace días tituló que la consulta en el TIPNIS "profundiza" la democracia, pero allí en este momento ocurre lo contrario: una práctica antidemocrática, la que sólo no pueden ver los que tienen anteojeras y de la que no hablan los que llevan mordaza.
Sensiblemente en el TIPNIS, estos días, no hay la complementariedad que es un sueño de los indígenas. Al revés: hay resistencia de éstos, una expresión de la lucha de clases y la de esos pueblos contra los explotadores y opresores de este tiempo. Y esas no son tensiones creativas porque en ese escenario la disyuntiva es quién vence a quién, sin términos medios: un eventual acuerdo entre indígenas y gobernantes, que no aparece como posibilidad, sólo sería una realidad si los indígenas renuncian a la vida en el TIPNIS o si el gobierno y sobre todo el Presidente rompen su decisión de construir el camino del "quieran o no quieran los indígenas".
Ahora sobresale una constatación: Los indígenas del TIPNIS saben que nada consiguieron sin lucha y los gobernantes ya pagan caro su autoritarismo.