Editorial de Aquí 298
Uso del poder por la candidatura de Áñez
La presidenta interina de nuestro país, Jeanine Áñez Chávez, asumió el cargo según la Constitución, de modo que no es el resultado de un golpe de estado, como parlotea Morales, depuesto por acción de masas insurreccionadas.
Sin embargo, la Presidenta, debió desempeñar las tareas que se le encomendaron: pacificar el país y garantizar la realización de nuevas elecciones, luego de que fueron anuladas las del 20 de octubre del año pasado, debido al fraude descomunal, cometido por el entonces oficialismo.
Además, la presidenta Áñez dijo, más de una vez, que no iba a postular a la Presidencia o a la “reelección”.
No obstante, después de semanas, aceptó el pedido de sus partidarios y de un grupo de políticos quienes descubrieron que con la beniana ganarían en mayo próximo.
En ese momento los que ahora se agrupan en Juntos, dijeron que la Presidenta realizaría campaña electoral sin entreverarla con su actividad gubernamental, lo que otros políticos y otros ciudadanos señalaron que eso es imposible.
Ahora, Áñez entrega obras, habla, visita lugares que enfrentan desastres, en vez de ir a la entrada del carnaval de Oruro; apoya la lucha contra el dengue, con un parecido al accionar de Morales presidente; comportamiento que es, básicamente, propaganda la que, como toda propaganda tiene una crecida dosis de mentira.
Los gobernantes actuales añadieron que en la campaña electoral de la Presidenta interina no se utilizaría dinero del Estado, lo que de veras se evidencia que no es posible, porque los días del Carnaval 2020, los funcionarios del gobierno que acompañaron a la mandataria, y ella, no gastaron dinero propio.
La Presidenta y candidata es una sola persona, por tanto, no se parte en dos.
Lo que ella hace o deja de hacer tiene las huellas de Jeanine Áñez Chávez, en consecuencia, no consigue separar su acción gubernamental de la movida propia de la candidata, por la que sus operadores aseguran que ganará el 3 de mayo, pues, uno de sus voceros agregó que, en semanas. las encuestas le dan el segundo lugar a la Presidenta-Candidata: se supone, después de los candidatos masistas.
Sobre preferencias electorales, un ayudante del candidato Luis Fernando Camacho, declaró que Áñez, que no debió aceptar la candidatura, según él, sería favorecida por la encuesta de la empresa Cies-Mori, gracias a una manipulación de los resultados.
Morales decía que él no creía en las encuestas, pero callaba cuando éstas le eran favorables, o agregaba que iba a ganar, el año pasado, con el 70 por ciento.
Áñez u otros por ella, sugieren o lo dicen expresamente, que la candidatura de la Presidenta es la que une a los bolivianos, lo que es discutible porque une y a la vez separa como ocurre, inevitablemente, en todo proceso electoral.
Más aún: hasta donde es posible advertir, la designación de ministros, como el de Educación (V. H. Cárdenas) es, asimismo, parte de la misma campaña de Áñez.
En similar dirección se inscribe la distribución de cargos públicos.
Las nominaciones de embajadores, encargados de negocios y otros puestos diplomáticos, integran la campaña electoral de la Presidenta interina. Es notorio el nombramiento como cónsul de Bolivia, en Miami, de una hermana del actual ministro de Gobierno; nombramiento que se defiende como un acto humanitario.
La ruptura de relaciones diplomáticas de Bolivia con Cuba y Venezuela, y la llamada política internacional del gobierno de Áñez, se ajusta a los requerimientos de los yanquis y de los gobernantes latinoamericanos y caribeños que, como en otro tiempo, se alinean con el imperio o ejecutan los dictados suyos.
A propósito de los yanquis, éstos en nuestro país (1965) modelaron, como candidato a la Presidencia de Bolivia, al entonces Gral. René Barrientos Ortuño, al que lo presentaron, por ejemplo, como quien “sobrevivió” de un atentado del que “milagrosamente” salvó la vida, se divulgó esos días.
Quizá similar técnica y manipulación trató de ensayar el ministro Murillo, a los días de que Áñez asumió la Presidencia de Bolivia. Recordemos que el Ministro de Gobierno declaró que la primera mandataria no fue a Trinidad a las celebraciones del 18 de noviembre, porque los gobernantes descubrieron que los narcotraficantes tramaban asesinar a la primera Presidenta baniana. Nada más se explicó sobre el supuesto o real plan magnicida.
A la Presidenta se la presenta, actualmente, como nueva en las lides electorales y no faltan adulones que hablan de la juventud de Áñez.
Sin embargo, está a la vista que la beniana Presideta ha pasado de los 50 años de edad y nada tiene de nueva en el ejercicio de la política, la que es esencialmente, la misma que la desplegada por otras y otros de su clase social o de organizaciones como los llamados demócratas. Áñez, además, habría pertenecido a más de una instancia y/o alianza política.
Además, a Jeanine Áñez Chávez, sus operadores de distinto pelaje, le descubren cualidades que, aparentemente, estuvieron guardadas bajo siete llaves.
A Jeanine, estos días, incluso se le atribuye todo lo obrado por ella o por sus colaboradores, tal cual ocurrió en el pasado inmediato.
Imágenes y palabras de la Presidenta aparecen por doquier y/o se escuchan cada vez más.
Los editores de esta publicación virtual, no esperábamos ni esperamos otro comportamiento de Áñez y de los que integran la alianza Juntos.
El proceder de la gobernante y de sus huestes era y es el que se esperaba y el que, posiblemente, ocurrirá hasta el 3 de mayo y/o después. Incluso la promesa de elecciones limpias e imparciales —otra oferta de la beniana Presidenta— parece otra promesa suya.
Está a la vista: El aparato gubernamental e instituciones estatales son utilizados, abierta o embozadamente para la campaña de Áñez, incluso su actividad gubernamental no tiene otro destino distinto al de la candidata.
Otro apunte necesario: La condición de mujer de la Presidenta-Candidata le ayuda electoralmente a Jeanine, afirman algunos. En verdad. Áñez no es conocida ahora porque se haya destacado como dirigente de algún movimiento femenino. Empero, en unas elecciones como las bolivianas ese elemento cuenta, pero falta saber de qué manera.
Jeanine Añez Chávez es una casualidad en la historia boliviana de este tiempo.
Al parecer ni ella se dio por enterada de que le correspondía la Presidencia Constitucional Interina, después de la renuncia y exilio del anterior Presidente y del Vicepresidente; así como luego de la renuncia de la Presidenta del Senado y la del Presidente de la Cámara de Diputados y, de yapa, la renuncia del Primer Vicepresidente de los senadores.
Antes no ocurrió un hecho como aquél, así como no sucedió que una Presidenta interina se aliste en días para postular a la “reelección”, para lo que al parecer no importan las formas, como esa de que la mujer del César no sólo que debe ser casta sino que tiene que aparentar que es realmente casta.
He ahí una de las formas de la lucha por el poder político en Bolivia, a lo demócrata burgués. Ni más ni menos.