Editorial de Aquí 281
En la última Asamblea General de la ONU (Sep. 2019), el presidente Morales, ante delegados del mundo, dijo que la respuesta de su gobierno, ante el incendio de la Chiquitanía, fue rápida y oportuna. Sin embargo, allí sigue el fuego y la gente espera que una lluvia apague las llamas y las brasas.
Esa mentira de Morales fue completada con que los recursos del Estado boliviano son suficientes para sofocar el fuego que acabó, hasta este momento y en todo el país, con la vegetación en más de 4 millones de hectáreas y con la vida del 80 por ciento de los animales silvestres del bosque seco de la Chiquitanía.
Antes, en Bolivia, no hubo un “holocausto”, de esas dimensiones, como lo define el zootécnico y veterinario de Roboré, Jerjes Suárez.
El Presidente, además, en una anterior reunión de gobernantes en Leticia (Colombia), para coordinar esfuerzos que acaben con el fuego en la Amazonia (Brasil) y en la Chiquitanía (Bolivia), defendió los chaqueos, una de las causas que provocó el incendio que angustia, cada vez más, a cruceños y a bolivianos.
Durante el primer mes del incendio en el bosque chiquitano, el mismo Morales, afirmó que jóvenes encendían el fuego para culparlo a él del hecho criminal
Y no se conoce autocrítica alguna del mandatario de Bolivia respecto del fuego que ocasiona pérdidas irreparables y cuya reposición de otras riquezas, también quemadas, abarcará como mínimo 50 años, según J. Suárez; aunque los biólogos bolivianos, que están asociados, dicen que se necesitarán 300 años para la recuperación del bosque, la fauna y la biodiversidad que, ahora, son “naturaleza muerta”.
Otra media verdad deslizó Morales en su discurso en aquel foro internacional:
Que el Estado boliviano tiene los medios y los recursos necesarios para sofocar el fuego de la Chiquitanía.
Pero está más claro que el Presidente indígena quiere “mostrar”, ante el mundo, lo que no se tiene o lo que no es el supuesto
Estado plurinacional: un Estado, en apariencia autosuficiente, o el Estado “más fuerte de la región” —otra mentira— como dijo Morales en un discurso de aniversario de su mandato, hace más de dos años.
El actual Ministro de Relaciones Internacionales, otro indígena, fue más claro, afirmó que si su gobierno declara desastre nacional en Bolivia, un organismo internacional (la ONU) iba a tomar la conducción de las acciones para acabar con el y los incendios, en vez del Estado boliviano, léase, en reemplazo de Juan Evo Morales Ayma. Ésa es la confesión principal que explica el porqué el primer mandatario de nuestro país se resiste a declarar desastre nacional en Bolivia, la que facilitaría la solidaridad de otros pueblos y estados, la que así llegaría sin demora.
A pesar de aquel desastre gigantesco, Morales sigue hablando de los derechos de la madre tierra que no respetan él, los otros gobernantes, sus operadores incondicionales, los masistas y algunos de sus amigos de más allá de nuestras fronteras.
Una media verdad, para antología de lo que un presidente no debe hacer, también fue dicha, por Morales, en aquella Asamblea de las Naciones Unidas: Que ese organismo debe obligar a Chile a conversar con Bolivia para negociar una salida (soberana) al mar para nuestro país, según el Presidente, como señala la resolución de la Corte Internacional de Justicia (CJI) de La Haya (Holanda) —lo que es otra mentira—.
El Ministro de Comunicación boliviano agregó que ese aparente “mandato” de ese Tribunal será planteado en todo foro en el que se escuche el discurso de nuestro país. Morales señaló otro tanto varias veces.
La verdad es que la CIJ ha resuelto, ante la demanda boliviana, que Chile no está obligado por ninguna norma del Derecho Internacional ni por jurisprudencia alguna, a negociar con Bolivia aquel acceso al mar.
Ese fallo tampoco añade la obligación de Chile de negociar con Bolivia un acceso de nuestro país al Pacífico.
La resolución de La Haya, adicionalmente, señala que Bolivia y Chile podrán conversar sobre aquel asunto, lo que a lo sumo es una recomendación.
Por su parte, el Presidente de Chile, en la sede de la ONU y en respuesta al presidente Morales, declaró que el Estado boliviano, primero, tiene que acatar la resolución de La Haya.
Evo Morales interpreta que la resolución de La Haya es favorable a Bolivia —de lo que deduce otra media verdad y hasta una mentira—, a pesar de que el mandatario y otros voceros del gobierno actual asumieron en voz baja el revés jurídico-legal de La Haaya, que afecta a nuestro país.
Algo más acerca de la media verdad de Morales sobre la demanda marítima de Bolivia, política estatal y más palabrería oficial.
Cuenta el politólogo Atilio Borón, amigo de los principales gobernantes bolivianos, que él preguntó a Evo Morales y a García Linera si reclamaban imprescindiblemente el mar con soberanía para Bolivia. Borón, en una nota difundida por internet, dice que los dos gobernantes, ahora candidatos fraudulentos a la reelección, le respondieron que reclamaban salida al mar, a secas, añadimos.
En Bolivia Evo-Álvaro, con lo que confirman que divulgan medias verdades, según las circunstancias, afirman que la demanda de Bolivia es una salida al mar, con soberanía, como manda la Constitución Política.
Los últimos días entre los pocos que públicamente defienden a Morales, coindicen en afirmar que Bolivia ya no es el país mendigo para pedir ayuda internacional, que los bolivianos no somos guardabosques de los países desarrollados y que Bolivia tiene derecho a conseguir su crecimiento y que no importa la naturaleza.
Respecto de la salida al mar para nuestro país, las aguas corren turbias: Morales está empeñado en hacer creer que los chilenos son los perversos que se niegan a negociar, con nuestro país, aquella salida soberana y otros aderezos.
En esta publicación consideramos que una posible solución a la demanda marítima boliviana se la debe discutir y acordar entre los países y pueblos involucrados: Bolivia, Chile y Perú, con apoyo de los pueblos y países de nuestra América o Patria Grande y de otros pueblos y países de allende los mares.
Los bolivianos que apoyamos, como el que más, la causa marítima no debemos estimular ningún odio nacional, ningún resentimiento entre los pueblos citados, con los que se tiene que buscar salidas a la cuestión marítima.
Otro elemento fundamental: Los bolivianos que pensamos con cabeza propia, debemos advertir que Morales-García utilizan, ahora, la demanda de salida de Bolivia al mar, con miras electorales, básicamente.
Otro asunto para no olvidar: Los gobernantes bolivianos y chilenos, más las clases sociales dominantes de los dos países, siguen y seguirán enfrentados, pero nuestros pueblos, sobre la base de intereses legales y legítimos comunes, tienen que cultivar, siempre, las relaciones más fraternales posibles.
Y los verdaderos intereses del pueblo y del país son permanentes respecto de los bosques, como el chiquitano; en cambio, los gobernantes y las clases dominantes del país, agitan banderas que podrían arriar cualquier rato.
Morales, García y sus llunkus, perderán el poder, más temprano que tarde, aunque sueñen con quedarse 500 años en el gobierno y en el Estado.
Los campeones en mentiras y en medias verdades, además, están en el cauce de los que no dejan su campaña política y electoral con una marcada dosis de mentiras y de medias verdades, incluidas las propagadas desde las Naciones Unidas.