Editorial de Aquí 263
En este medio estamos convencidos de que el binomio Evo-Álvaro ganaría las elecciones de octubre con mucho fraude, el que ya ejecutan los oficialistas.
Antes dijimos, también, que desde la Casa Grande apuran el fraude, en varias formas, cada vez que los gobernantes constatan y/o sospechan que el candidato Mesa podría ganar en la consulta citada, aunque sólo sea en la segunda vuelta.
El fraude en marcha y que se organiza —con la compra de votos— cobra las siguientes formas:
—Compra de votos, casi siempre indirecta o simulada:
Las más diversas concesiones de Morales a los cooperativistas-empresarios mineros, cuyas migajas deben llegar a los dependientes del sector. Entre esas concesiones están créditos que no se devuelven; cesión de parajes mineros listos para explotar, como las colas y desmontes de Catavi-Siglo XX o las reservas fiscales mineras, en el último tiempo. Así, el Presidente debe esperar que la mayoría de los 130.000 llamados cooperativistas voten por él y por su “hermano” Álvaro. Comprendemos entre esos grupos económicos a los principales explotadores de oro de Santa Cruz y del norte paceño, entre otros.
Los cooperativistas mineros muertos y el probable asesinato del entonces Viceministro de Régimen Interior están para que se olviden.
—A los choferes de La Paz y El Alto les han pagado por anticipado sus servicios electorales comprometidos para Evo Morales. El dinero procedente del “peaje”, cobrado en la autopista de la sede de gobierno, es sólo una parte de ese pago ilegal que, además, impide un servicio de salud para los transportistas de base. especialmente.
—A ciertos indígenas, como a una dirigente de las mujeres originarias del Beni, Melva Hurtado, también los han comprado, como han dicho otros dirigentes de esos pueblos. La señora Hurtado contaba con Bs22 millones en una cuenta bancaria personal, lo que hace presumir que ella podría ser una de las cajeras de los gobernantes.
—Los colonizadores, establecidos en Beni, acrecientan sus tierras y sus bienes, como el ganado.
1.500 improvisados como colonizadores
o colonizadores reales fueron llevados, a Pando, por los gobernantes: allí con esa población migrante se cambia sustancialmente un resultado electoral en un departamento despoblado como aquél del norte boliviano.
En San Ignacio de Velasco (Santa Cruz), con ayuda del INRA, operadores políticos de los gobernantes tratan de asentar a 2.500 colonizadores o personas que fingen serlo, entre otras, con vistas a las elecciones de octubre. Ese asentamiento humano, además, se lo hace en perjuicio de los lugareños, quienes han dicho que ellos también necesitan tierras y que creen que tienen derecho preferencial en una dotación a título gratuito, como se espera que sea.
—Los cocaleros del Chapare parece que están contentos con que más del 90 por ciento de la coca que producen la vendan para la producción de cocaína. Además, hay indicios suficientes para suponer que pobladores de esa zona protegen a los narcotraficantes por lo que, con certeza, ganan esos que se comportan como “peones” de la actividad ilícita.
Allí, probablemente, amasó su fortuna el viceministro de Defensa Social, Felipe Cáceres, el que dijo que los nueve millones de bolivianos de su patrimonio los obtuvo con trabajo suyo y de sus familiares. Ese funcionario público, desde hace 13 años, infirmó que alquilaba uno sus hoteles de Villa Tunari, en el que funciona o funcionaba la Alcaldía.
—Evo Morales, a los trabajadores de YPFB, les ha aumentado sueldos y salarios, más allá de los determinados en la disposición salarial mezquina que corre desde este mes.
—Dirigentes de la COB y otros sindicalistas ya tienen al Ministro de Trabajo y cuentan con la promesa del “Jefazo” de proponer candidatos al Parlamento y otros cargos. De esa manera esos dirigentes abandonan los verdaderos intereses de sus clases sociales y del pueblo.
—En barrios populares, comunidades campesinas deprimidas y en colegios secundarios, activistas electorales del oficialismo compran votos, con las artimañas adecuadas a esos lugares. Los oficialistas tienen plata para cubrir esos y otros gastos.
—Sobre gastos electorales vale decir como ejemplo que, como se informó, a los que fueron a Chimoré, desde La Paz, les ayudaron con Bs100, para la comida. No se sabe si fue la única ayuda, pero lo más probable es que al menos una parte del dinero gastado, en la primera proclamación del binomio Evo-Álvaro, nos pertenecía a los bolivianos.
La lista podría seguir con las gangas que Morales concede a los empresarios privados, como a los de la Cámara Agropecuaria del Oriente, lo que requiere una nota especial.
El miedo y el cambio de los resultados electorales o la suplantación de votos, son otras de las formas del fraude, a lo que debemos referirnos en esta prolongada campaña electoral, así como al comportamiento, especialmente, de la mayoría de los miembros del Tribunal Supremo Electoral, que hace fraude o lo consiente para su jefe político: Juan Evo Morales Ayma.
Pero aquella compra de votos no se refleja en las encuestas de intención de voto, ni siquiera en las que difunde el canal ATB, al servicio del binomio oficialista.
Precisamente, la encuesta de ATB evidencia que Evo-Álvaro reciben el apoyo del voto duro del MAS, como lo definió tantas veces el Presidente, pero esa cifra es la mitad del 70 por ciento con el que quiere ganar el oficialismo.
A manera de conclusión de este editorial, reafirmamos: ni la compra de votos por los gobernantes les asegura, hasta este momento, el resultado electoral que buscan.
Es que la inmensa fuerza electoral de Evo-Álvaro, de la que hablaba el argentino Atilio Borón, amigo de ellos, ya no es tal.
Asimismo, admitan o no los oficialistas, tienen menos apoyo electoral cada día que pasa. Y se nota que cada vez que advierten esa realidad compran más votos.