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La COB: ni en revuelta ni en revolución

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Editorial de Aquí 259

La Central Obrera Boliviana (COB) ya no es lo que fue: mucho más que el principal sindicato de nuestro país. Ya no es el comando político de los trabajadores, especialmente de los asalariados de las minas y, entre éstos, de las minas de propiedad estatal. Ya no es, por tanto, la dirección política de los asalariados y no asalariados de Bolivia. La COB ya no es, pues, la instancia capaz de organizar una Asamblea del Pueblo, como ocurrió durante el gobierno del Gral. Juan José Torres. Tampoco es la organización sindical que impulsó una huelga política para derrotar golpes de estado, como al de Alberto Natusch Busch (1979)

Desde que la relocalización (despido) de los trabajadores mineros mostró que en aquellos centros de trabajo hubo más revuelta que revolución, luego de la “Marcha por la Vida”, derrotada por el neoliberalismo encabezado por Víctor Paz Estenssoro, aquellos trabajadores del subsuelo, otrora la dirección política y socio-laboral reconocida y respetada en nuestro país y más allá de nuestras fronteras, los mineros no han vuelto ni como antes ni con armas[1]

Se estima que los despedidos de los centros mineros fueron 23.000 y todos ellos recibieron un plus de Sus.- 1.000 por año trabajado, un pago “extralegal”, dinero prestado por el Banco Mundial.

Algunos llamaron éxodo a esa salida masiva de exasalariados de las minas y sus familiares. La nueva residencia de esos extrabajadores parecía un trasplante de los campamentos mineros en varias capitales departamentales.

A propósito de la Tesis Socialista de la COB es necesario rememorar que ese documento fue elaborado con párrafos de escritos políticos (tesis) del POR y del PCB: una convergencia forzada, por lo que no fue el resultado de un debate en el que una tendencia derrota a otra. Pero lo más importante es que los obreros bolivianos ni entonces ni después demostraron que no estaban dispuestos a luchar y a morir por el socialismo en estas tierras.

Los pasajes anotados dan cuenta de que la pérdida de fuerza, organización, unidad, ideas, programa, conciencia, apoyo y solidaridad de mineros asalariados, como lo más importante del movimiento sindical revolucionario boliviano, tuvo su final hace años.

Un ejemplo revelador: El comportamiento de esos mineros evidencia lo que son ahora y, especialmente, sus dirigentes: el Ministro de Minería de este momento de los llamados cambios, declaró que una aspiración de potosinos y bolivianos era la nacionalización de la Empresa Minera San Cristóbal, cuyos capitales actualmente son de la empresa japonesa Sumitomo[2]. Al día siguiente de esas declaraciones del Ministro citado, el Secretario Ejecutivo de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), le pidió a ese funcionario público que retire la sugerencia que divulgó, a pesar de que los asalariados de los centros mineros, en más de uno de sus congresos, decidieron batallar por la segunda nacionalización de las minas en nuestro país.

En los últimos 13 años de este tiempo que bolivianos, cada vez menos, admiten que aquí hay cambios favorables al pueblo, los dirigentes sindicales, sobre todo de la COB y de la FSTMB, negocian los ministerios de Minería y del Trabajo (para que afiliados suyos ocupen esos cargos), también puestos en la administración pública, senaturías y diputaciones, becas de estudio para hijos y otros, reposición salarial a lo que denominan aumento, sedes sindicales, algún hotel, viviendas. Todo lo que no va más allá de reivindicaciones económicas y sociales. La política, no la politiquería, no está dentro del quehacer de los dirigentes sindicales. Estos son operadores de Evo Morales y otros gobernantes para conseguir votos y, por qué no, para desplegar y tapar el fraude electoral con el que los inquilinos de la Casa Grande del Pueblo esperan ganar las elecciones de octubre de este año.

Para que en los centros de trabajo predomine la revolución y nunca más la revuelta, los asalariados de las minas tienen que reconstituirse como clase, otra vez conseguir el tránsito de una clase social en sí a otra clase social para sí: un contingente con organización, unidad, programa, conciencia, apoyo, ideas, solidaridad, avanzados y para cambios que realmente cambien la formación social boliviana.

El 1 de mayo, día de la unidad y de la solidaridad de los trabajadores del mundo (menos en los Estados Unidos)[3], esperamos que este año al menos se recuerde que la emancipación de los trabajadores será obra de ellos y no de un caudillo decadente al que los bosques le contestan: lo que has hecho estás pagando, como se escucha en la conocida canción que aconsejamos corear.



[1] Después de las jornadas de marzo (1985) los mineros en La Paz se despidieron al son de esa canción de César Junaro: Los mineros volveremos. En una de esas ocasiones mineros respondieron a esa letra y música: volveremos, pero con armas.

[2] El Gerente General de la Sumitomo, luego de hablar con el presidente Morales, dijo que Bolivia para su empresa todo era ganar, ganar y ganar y que, en consecuencia, esa corporación estaba bien en Bolivia.

[3] Eduardo Galeano (+) en una nota periodística dice que la más universal de las celebraciones, como es el 1 de mayo de 1886, no se recuerda en esa fecha, a pesar de que fue en Chicago, Estados Unidos, lugar de la masacre de los dirigentes de la huelga que reclamó ocho horas de trabajo, ocho para la recreación y otras ocho para el descanso.

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