/La limitadísima industrialización de Bolivia, dentro de un proceso de reformas burguesas como el actual, es una señal de atraso. Atraso acentuado porque, como dijimos en otro espacio como éste, en más de doce años del actual régimen, no se ha tomado medida alguna que modifique, cuando menos parcialmente, el capitalismo dependiente y atrasado.
En consecuencia, Bolivia no es como Suiza y tampoco es el país más fuerte de la región, como afirmó el presidente Morales./
Juan Evo Morales Ayma (JEMA), como presidente, declaró que Bolivia, en cinco años, sería como Suiza.
Poco tiempo después anunció que se instalarían empresas públicas: de papel, de cartón, de leche, de castaña. Y funcionan esas empresas, pero de éstas poco se informa. Sin embargo, por vías creíbles sabemos que los estudios de materias primas, mercado, inversión y otros aspectos fueron realizados cuando se organizaban esas empresas públicas: se hicieron las cosas al revés. El resultado fue que, por ejemplo, la leche envasada se malogró porque no se construyó un depósito refrigerado, lo cual ocurrió en el Chapare sin que, en ese momento, allí haya la suficiente leche. Para las fábricas de papel y cartón no había las materias primas suficientes y los periódicos pasados ya no se comercializan, al menos en La Paz. La castaña, beneficiada con dinero venezolano, se vende a Estados Unidos, Japón e Israel y, según estudios de economistas políticamente afectos a los gobernantes, es la única empresa rentable de este tiempo de dictados económicos de Evo Morales. De yapa, la directora de ese grupo de empresas estatales dijo que aquéllas dan trabajo a desocupados y que no importan las utilidades.
El gas, pese a la planta de Río Grande y de la de Bulo Bulo —
que recupera líquidos la primera y produce urea (abono) la segunda—, nuestro país les sigue vendiendo, como materia prima, a Brasil y a la Argentina, a un dólar el metro cúbico del energético y, los compradores, sólo cuando lo revenden, reciben 10 dólares por el mismo volumen. Recordemos que sólo se habló de la producción de gasolina blanca, con el gas natural como materia prima. No se introduce valor agregado al gas que se vende, es decir, no se lo industrializa.
Ahora se aplaude la producción de biocombustible, sin advertir que los alimentos que se utilizan para elaborar ese energético pronto podrían ser más escasos que ahora.
El hierro del Mutún sigue siendo una promesa de convertirlo en acero. La minería tradicional sigue como tal, los hornos de fundición de Vinto apenas procesan una parte de la producción mineralógica y el oro que se extrae, en primer lugar en Santa Cruz, se vende como antes fuera de Bolivia, en beneficio sobre todo de otras economías.
El indio, ese mineral con el que se produce pantallas de televisores y de computadoras, ha sido recuperado, pero no se lo extrae y cuando se lo haga y se lo exporte, se supone, será como una materia prima con un potencial que será aprovechado por otros y no por los dueños, mientras está en el subsuelo. Entre tanto, los recursos mineralógicos se privatizan cada vez más: los cooperativistas-empresarios mineros han sido autorizados, hace días, para explotar minerales en las reservas fiscales. Hace un tiempo los cooperativistas-empresarios, también, han recibido de los gobernantes, de Evo Morales, especialmente, la mitad de las colas y desmontes de Siglo XX-Catavi —que ya son explotadas—, la reserva de estaño más importante del país.
El vicepresidente García Linera, en Chile y en Bolivia, pidió disculpas porque dijo que se postergaría la industrialización de minerales en nuestro país, no obstante de que la asociación de naciones latinoamericanas y caribeñas, propusieron lo contrario.
Ante un pobrísimo crecimiento económico sin desarrollo social, por tanto, la entonces máxima ejecutiva de la CEPAL, dijo que aquel relativo crecimiento se debía a los precios internacionales favorables para las materias primas bolivianas.
La limitadísima industrialización de Bolivia, dentro de un proceso de reformas burguesas como el actual, es una señal de atraso. Atraso acentuado porque, como dijimos en otro espacio como éste, en más de doce años del actual régimen, no se ha tomado medida alguna que modifique, cuando menos parcialmente, el capitalismo dependiente y atrasado.
En consecuencia, Bolivia no es como Suiza y tampoco es el país más fuerte de la región, como afirmó el presidente Morales.