En Bolivia, en la que hay reformas y no una revolución democrática y cultural, se configura una nueva situación política: la democracia pierde sus componentes populares y se convierte cada vez más en autoritaria.
El Tribunal Supremo Electoral (TSE), por mayoría, habilitó como candidatos a la reelección, a la Presidencia y a la Vicepresidencia, a Juan Evo Morales Ayma y Álvaro Marcelo García Linera, en contra de normas constitucionales y a pesar de que el referéndum del 21 de febrero de 2016, también por mayoría, resolvió que aquellos ciudadanos no deben postular a la reelección, a los cargos que ocupan, porque no pueden hacerlo más de una vez seguida.
La Resolución del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), que dispone la reelección indefinida del Presidente y del Vicepresidente en funciones, viola la Constitución Política del Estado boliviano (CPE) y, asimismo, no aplica correctamente el artículo 23 del Convenio sobre Derechos Humanos, firmado en Costa Rica, y que es ley de nuestro país. Los miembros de ese Tribunal —los sustituidos por los actuales magistrados— al tomar aquella decisión han incurrido en prevaricato, conducta antijurídica, culpable y punible.
Ante un fallo como aquél, los bolivianos no debemos sentirnos obligados a cumplir. Sólo los oficialistas defienden esa Resolución, aunque saben que es contraria a la CPE y que evidencia que la actual democracia es autoritaria, además, de mezquina, es decir, no es la democracia por la que luchamos la mayoría de los bolivianos desde hace décadas.
En otras palabras, la habilitación de los candidatos masistas a la reelección es una nueva lesión al estado de derecho, frente a lo cual a los integrantes del pueblo nos asiste el derecho a la rebelión, como se establece en la introducción a la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, desde hace 70 años.
En Bolivia, en la que hay reformas y no una revolución democrática y cultural, se configura una nueva situación política: la democracia pierde sus componentes populares y se convierte cada vez más en autoritaria. En este tiempo podrían ocurrir otras acciones con las que los oficialistas dirían que defienden un supuesto derecho humano a la reelección de Morales Ayma y de García Linera.
Citamos algunas de esas posibles acciones:
—Los candidatos a la reelección indefinida confían que ganarían las elecciones del próximo año con fraude, especialmente en el campo; con la compra de votos (para lo que tienen plata); con el miedo que meten entre electores, sobre todo en las filas de los empleados públicos. La habilitación de los candidatos del MAS es un fraude electoral, y otro fraude electoral posible se cometería al transcribir los datos, en los registros electorales, lo que es un riesgo adicional.
—Otra amenaza a la vista es que los citados candidatos fraudulentos desconozcan los resultados electorales del año 2019 para lo que, como han considerado más de una vez, meterían bala, para lo que provocarían algún alzamiento de sus operadores políticos, por ejemplo, en el Chapare y/o en el norte potosino.
Las plataformas, que difunden ideas que no son del pueblo (clases explotadas y oprimidas) y los partidos políticos, a pesar de que constatan un golpe contra la democracia o desconocimiento del resultado del F21, siguen creyendo que debe ser la resistencia ante las acciones de los gobernantes y de otras instancias del Estado llamado plurinacional. Allá ellos.
Gente del pueblo, que sí resiste al régimen de Morales, en defensa de sus legales y legítimos intereses no necesita formar frente con partidos políticos y/o plataformas ciudadanas. En los hechos, la lucha de la gente del pueblo que tiene el mismo blanco, puede converger (apuntar al mismo blanco), sin frente alguno ni siquiera con acuerdo previo. En tal caso, reiteramos, habría convergencia en la acción.
Otra gigantesca tarea debe impulsar la gente del pueblo: organizar un frente que sume a los antiimperialistas y revolucionarios, para la lucha de este tiempo con banderas propias, con programa del pueblo, con una nueva unidad de explotados y oprimidos, con apoyo de los pueblos latinoamericanos, caribeños y del mundo. Lucha para conquistar un proceso de veras liberador, antiimperialista y revolucionario, por el socialismo y el comunismo.