“Aplausos”, en vez de críticas y/o censura para la ministra de Desarrollo Agropecuario y Tierras, Nemesia Achacollo, fue el resultado de una interpelación de diputados, masistas como ella, en la semana que concluye.
Esa Ministra ha sido responsabilizada, incluso por ex integrantes del gobierno de Juan Evo Morales Ayma y por gente que debió ser escuchada, de que ella ha facilitado y que a la vez es beneficiaria de una nueva redistribución de tierras, especialmente, en Santa Cruz. Explicamos: incluso con un Instituto de Reforma Agraria paralelo o “trucho”, campesinos o no se han apropiado de tierras agropecuarias y forestales en Santa Cruz, operación con la que también ha sido favorecida esa “poderosa” Ministra y sus allegados: esos cruceños o no que, por ejemplo, la esperaron con banda en el aeropuerto de Viru Viru, en Santa Cruz, tras que tomó posesión en el cargo, en el tercer gobierno de Morales.
Esa es la ministra que aplica, al parecer con eficacia y eficiencia, los acuerdos del principal gobernante con miembros de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO). Recordamos dos hechos que son demostrativos de lo que afirmamos en esta nota:
—La señora Achacollo (no la consideramos compañera a pesar de sus raíces indígenas), cuando menos debe estar enterada de que la mayor parte de la soya que producen, especialmente, los afiliados a la CAO, es transgénica, es decir, adulterada genéticamente. Empresarios cruceños o llegados al oriente boliviano, lo dicen como si se tratará de una travesura que no daña, la suya. La Constitución Política del Estado, arreglada al gusto de los empresarios, no prohíbe los productos transgénicos; ahora dice que una ley podría autorizar la comercialización y/o producción de aquéllos en nuestro país. Sabemos, asimismo que los dueños de tierras, en Santa Cruz, consiguieron que el censo de sus pertenencias agropecuarias, sea realizado en las ciudades porque alegaron que la ocupación de sus predios, por los “sin tierra”, impedía ese operativo en el lugar. Los encuestadores, además, fueron instruidos para evitar que en la boleta censal se registre que en tal o en cual hacienda se producen transgénicos, soya sobre todo.
—La ministra Acahacollo tiene que saber o tendría que saber que más de un millón de hectáreas de tierras en Santa Cruz son de propiedad y/o son alquiladas por brasileños, argentinos y otros extranjeros. En este espacio dijimos que los nuevos “bandeirantes”, de procedencia brasileña, es decir, los actuales invasores “pacíficos” de territorio boliviano son precisamente esos brasileños, un puñado de “los señores de la tierra”, de la mejor, en el oriente boliviano. Ese es un hecho conocido, antes más que ahora, como un proceso de monopolización de la tierra el que ha sido estudiado, entre otros, por alguien que actualmente está vinculada a la Vicepresidencia boliviana. Ese proceso también ha sido estudiado por uno de los que constituyó la Fundación Tierra. Estamos enterados, también, de que gobernantes, en especial el Jefazo, instruía a sus militantes que ocupen tierras, incluidas algunas de las poseídas por extranjeros, aunque después los reprimieron a esos actores, tanto que aprobaron una ley para garantizar la propiedad o posesión de tierras de los empresarios en esa región boliviana. El “argumento”, en realidad palabras para “hacer creer” de los que ocupaban tierras era y es que los masistas tienen que encabezar o al menos acompañar la lucha de los “sin tierra”, por ese medio de producción fundamental: la tierra que, en este momento, se tiene más claro que no había sido inagotable.
La señora Nemesia Achacollo —los nuevos achacollos, son los nuevos ricos, nos dijo un transeúnte— a pesar de que por el cargo que ocupa y en el que está largo tiempo, preside el Directorio del Fondo Indígena, sus “hermanos” de la Cámara de Diputados, en la que los masistas son mayoría, la interpelaron el último viernes y luego de un teatro de mal gusto le aplaudieron, aunque algunos despistados pudieron esperar siquiera críticas a esa funcionaria.
¿Por qué y para qué esa llamada interpelación a la ministra Achacollo? Ofrecemos nuestra interpretación que se apoya, además, en los antecedentes anotados aquí.
Los gobernantes, en primer lugar Morales, tratan de “hacernos creer” que la señora Achacollo no tuvo ni tiene nada que ver con el despilfarro (hasta donde se conoce) de la mayor parte del dinero del Fondeo Indígena y que fue “panfleteado” —nos prestamos esa palabra del Presidente, otra vez— por dirigentes campesinos, colonizadores e indígenas masistas o que trabajan para los gobernantes.
Voceros oficiosos de los gobernantes, con un cinismo propio de ellos, dicen que los que recibieron el dinero de “los proyectos” tienen que responder y rendir cuentas de los gastos que hicieron. Dirigentes de aquellos pobladores del campo o de territorios dicen que los técnicos y/o los principales ejecutivos o empleados del Fondo Indígena tienen que responder de tanto dinero de los bolivianos y que ha sido distribuido entre los súper llunk’us y llunk’us de los gobernantes. Frente a esa realidad, el actual Embajador de Bolivia en Perú (Gustavo Rodríguez, “El Keynes”) podría decir que algo muy similar o “igualito” hicieron los movimientistas cuando entregaron “créditos de honor” a potenciales empresarios: dinero sin intereses, que nunca devolvieron los beneficiarios, plata con la que instalaron ingenios azucareros, haciendas ganaderas, acapararon tierras. En ese caso porque los movimientistas, durante la llamada Revolución Nacional, formaban una burguesía nacional o trataron de hacerlo. La diferencia entre estos últimos y los actuales gobernantes está en que aquéllos confesaban que con esos recursos nuestros “formaban” una burguesía nacional. García Linera, dijo que los empresarios deben seguir en su oficio (que es lo que saben hacer), mientras los gobernantes se ocupan de la política (que es lo que también saben hacer).
Si los gobernantes actuales defendieran los verdaderos intereses regionales, populares y plurinacionales ordenarían una investigación a fondo que recopile la información conocida hasta este momento y que descubra la información desconocida por, ejemplo, respecto del destino del dinero entregado a campesinos, colonizadores e indígenas de aquel Fondo, financiado con el Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH), el dinero del gas natural. Y, por supuesto, tendría que establecer qué tuvo y qué tiene que ver la señora Achacollo respecto del malgasto de tanto dinero del Fondo Indígena.
Hasta este momento hay dos procesados y uno prófugo, funcionarios de tercer, cuarto o quinto rango. Son los “chivos expiatorios” de los que acertadamente hablaron en Confidencias, ese destacado programa de chiste político que dicen verdades como la señalada. Para conseguir esos chivos expiatorios —los que responderán en vez de los que se gastaron la plata—, también hay dinero, proyectos muy bien financiados. Ésa es la plata para “aceitear” a los que pagarían culpas ajenas.
“Gobernar es hacer creer”, dijo o hace decir Maquiavelo a cierto príncipe o gobernante.
Eso es lo que tratan de hacer los gobernantes, en este momento, respecto de la señora Achacollo: hacernos creer que ésta es honesta, a pesar de sus antecedentes.
Aunque nos parezca cínico aplaudir a esa Ministra, cuando se cree que merece críticas, censura o renuncia del cargo, esos aplausos muestran que los gobernantes no tienen decoro algunio.
Pero, los aplausos que tendrían que brindarle los de la CAO, a la señora Achacollo, los ejecutan sus “hermanos” del MAS, por encargo de los gobernantes. En realidad, con esa Ministra, consolidan sus tierras los latifundistas, viejos y nuevos, así como los otros patrones cruceños que confiesan que están “haciendo más plata que nunca”.