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Revanchismo de Evo contra pueblos indígenas de tierras bajas

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Como una confirmación de que la marcha indígena impuso al Presidente la suspensión definitiva de la construcción del camino de la discordia (Villa Tunari-San Ignacio de Moxos), ahora cocaleros, indígenas cooptados por los gobernantes, autoridades regionales (como el Gobernador de Cochabamba), los inquilinos del Palacio Quemado, básicamente, desarrollan acciones como bloqueos, anuncian otras, difunden medias verdades sobre la explotación por empresarios privados de las riquezas del TIPNIS, estimulan la división del pueblo y declaran (como lo hizo el senador Julio Salazar, cocalero) que si es necesario cambiarán la ley corta (que no es del MAS, añadió) que contiene la prohibición de aquella vía por el corazón de la reserva natural y territorio indígena.

En el reglamento de aquella ley, los gobernantes pretenden incorporar un concepto erróneo de la intangibilidad del TIPNIS: disponer que los pueblos indígenas mantengan intocadas las riquezas allí existentes. Es decir, que esos pueblos originarios ni se alimenten con frutos, caza y pesca; ni utilicen madera para construir canoas, ni vendan cueros de lagartos, ni aprovechen la madera con planes de manejo que aseguren reforestación y sostenibilidad de los bosques. Son tan elementales algunos y algunas de los/as dirigentes del partido gobernante que una de ellas (a la que en un acto público el actual Ministro de Educació definió como ideóloga de la actual transición) dijo que incluso los indígenas debían salir del TIPNIS.  

La conquista de la marcha indígena por la vida, con apoyo de la mayoría del pueblo boliviano, los gobernantes buscan al menos recortar y en lo posible anular.

La verdad es muy concreta: Los indígenas del TIPNIS, habitantes originarios de esa geografía (incluidos los yuracarés que fueron echados del Chapare por los colonizadores-cocaleros), utilizaron las riquezas de ese bosque, su ingente biodiversidad, desde mucho antes de la llegada de los invasores próximos (ganaderos de Beni) y de otros lugares del país (como los colonizadores-cocaleros, valga la reiteración). Esa “casa grande” o “supermercado” de los indígenas aseguró la existencia de aquellos compatriotas que, en Bolivia, los descubrimos y nos descubrieron en 1990, cuando llegaron desde distintos lugares de la patria, a La Paz, en demanda de territorio y dignidad (también corearon, en voz baja, asamblea constituyente).

A la economía de subsistencia que todavía predomina en el TIPNIS se suma la explotación de madera que comprende la reposición de árboles (reforestación); la creación de lagartos en lugres específicos del río Sécure y la venta especialmente de los cueros de esos saurios; el cultivo de cacao orgánico (no transgénico); el turismo ecológico para muy pocas personas, como actividades principales.

Este medio fue informado de que el aprovechamiento de los bosques, es decir, la extracción de madera, no siempre arrojó los resultados esperados por los indígenas debido a que algunos de los empresarios con los que se trabajó asumieron un comportamiento fraudulento, pero que esos convenios fueron anulados. Más aún, dirigentes de la VIII marcha indígena, entre ellas la Vicepresidenta de la Central de Mujeres Indígenas, declaró para la red Erbol que están en posesión de documentos proporcionados por el presidente Morales los que les ayudarán, a la dirigencia de aquellos pueblos originarios, para investigar y para tomar las medidas que corresponda contra indígenas que quizá dieron “un mal paso”, añadió Nelly Romero, es decir, que pudieron emprender acciones económicas al margen de la comunidad indígena y en beneficio individual.

Se sabe, asimismo, que en el sur del TIPNIS, en el que viven colonizadores que han explotado irracionalmente las riquezas naturales del bosque, en una extensión de 200.000 hectáreas, se trafica madera ilegalmente por los ríos y allí funciona un mercado de tierras en el que los colonizadores compran y venden aquel medio de producción, a pesar de que la recibieron gratuitamente.

Las normas bolivianas y en particular la nueva Constitución Política del Estado autoriza expresamente la utilización de las riquezas de una reserva natural y un territorio indígena, como el TIPNIS, por quienes son sus dueños originarios: los mojeño-trinitarios, yuracarés y chimanes, algo así como 6.000 personas.

Esos pueblos tienen derecho “A la gestión territorial indígena autónoma, y al uso y aprovechamiento exclusivo de los recurso naturales renovables existentes en su territorio sin perjuicio de derechos legítimamente adquiridos por terceros”, según la nueva CPE.

En tanto que la Declaración de las NN.UU. sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (que es Ley de Bolivia del 7 de noviembre de 2007), en su artículo 23, determina: “Los pueblos indígenas tienen derecho a determinar y a elaborar prioridades y estrategias para el ejercicio de su derecho al desarrollo.

En particular, los pueblos indígenas tienen derecho a participar activamente en la elaboración y determinación de los programas de salud, vivienda y demás programas económicos y sociales que les conciernan y, en lo posible, a administrar esos programas mediante sus propias instituciones”.

Basta leer correctamente las dos normas transcritas para entender muy bien la intangibilidad del TIPNIS, es decir, no se trata de que los indígenas dejen de aprovechar con carácter “exclusivo” esas riquezas y, además, cuenten con “protección” del Estado. Por tanto, sobre las cuestiones esenciales de aquella institución jurídica (intangibilidad) no hay nada esencial que descubrir, salvo algunos asuntos específicos que, hasta donde estamos informados, se encuentran en el borrador de reglamento de la ley que dispone que por medio de la reserva natural y territorio indígena no se construirá camino alguno, el que los comisionados por los indígenas entregaron al gobierno vía Ministro de la Presidencia.

Además de lo dicho, a nosotros nos queda más claro que la disputa principal es del territorio y de la tierra y eso es lucha de clases y lucha entre sectores del pueblo.

Dirigentes de los colonizadores (genio y figura hasta la sepultura), antes que interculturales, dicen ante medios de difusión que ellos quieren más tierras, también en territorios indígenas como el TIPNIS.

Por su parte, los indígenas defienden su hábitat natural, el territorio, sin el que no habría vida para ellos, ni autogobierno, ni vigencia de las costumbres como normas; en suma, habría etnocidio sin armas y por otros medios.

Evo Morales asume aires de líder autoritario cuando alienta la división, busca la desorganización, estimula el enfrentamiento entre gente del pueblo. Todo eso hace respecto del camino que no debe atravesar el TIPNIS, según ley que él promulgó luego de que sus legisladores la aprobaron. Tal gobernante contraataca, se comporta revanchista porque así sea a solas o entre sus contertulios incondicionales debe admitir que fue derrotado por indígenas marchistas que tuvieron y tienen el apoyo de la mayoría del pueblo boliviano.

Y para que sea verdad que el Presidente gobierna obedeciendo —aunque parece tarde e imposible— debe reconciliarse con los pueblos indígenas de las tierras bajas a los que ultrajó, especialmente los dos últimos meses, al mismo tiempo o luego, tendría que constituir una nueva alianza con el pueblo, en base a un programa de veras avanzado (democrático, popular, antiimperialista y revolucionario), constituir otro gobierno que exprese esa alianza y ese programa, sólo entonces será posible enmendar errores de los gobernantes y del campo popular, sólo entonces será posible defender, consolidar y profundizar los cambios.

Es que, el camino que sigue actualmente Evo Morales sólo puede conducir a una nueva derrota del pueblo boliviano porque esa vía no es la suya.  

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