la paz
Ismael Sotomayor
I
El célebre movimiento revolucionario que estalló en la ciudad de La Paz, el 16 de Julio de 1809 timbrando gloriosamente la libertad de América y cuyos efectos de absoluto y feliz éxito colmaron el dorado sueño de nuestros abuelos bizarros e ínclitos fue para las generaciones ulteriores toda una incendiaria flama patriótica, consagrada como la hazaña máxima del Continente.
Acción tan imperecedera en las áureas páginas de las memorias históricas de esta tierra, reclamaba con justicia noble y puritana, ser una vez más certificada dentro el melodioso corazón del pentagrama. La iniciativa surgió esplendente de la juventud estudiosa que componía el Ateneo Literario en su memorable sesión del 18 de Marzo del año 1863.
Vates y músicos fueron, aquí mismo, convocados separadamente a dos concursos: literario el uno y el otro de carácter musical, a cuyo vencimiento y previas las formalidades de estilo, resultaron laureados: Ricardo J. Bustamante (el más grande poeta nacional de la primera mitad del siglo pasado) y Eloy Salmón (notable concertista paceño) como autores de la letra y de la música, respectivamente.
El primer ensayo coral del himno paceño, se efectuó en la escuela musical situada entre el templo y el convento de franciscanos; el segundo en el Mercado de San Agustín y el último en la Universidad de San Andrés, con carácter privado. Como fecha oficial del estreno público de la canción paceña, quedó señalada el 16 de Julio de ese mismo año, haciéndose los preparativos necesarios para tan grande acontecimiento.
II
A las dos de la tarde del citado día, lo más saliente de la sociedad paceña se hallaba congregado en el salón de actos públicos del Loreto donde en aquella época tenía su sede la Universidad; el Gobierno, las autoridades departamentales, el cuerpo docente de profesores y catedráticos y los representantes diplomáticos estuvieron presentes ocupando asientos de acuerdo a sus respectivas jerarquías; el acto fue presidido por el Cancelario universitario y auspiciado por el Ateneo Literario.
Se inauguró la sesión solemne con la lectura del veredicto del juri calificador del concurso que originaba la actuación; después los laureados obtuvieron como recompensa al mérito de sus obras, diplomas y pequeñas guirnaldas de oro, premios que fueron entregados a los vencedores de la justa por el Presidente, General Don José María de Achá, en medio de estruendosos aplausos de parte de la "respetable" y general concurrencia.
Acto seguido, ocupó la tribuna el por ese entonces aún joven escritor y predilecto hijo de La Paz, doctor Don José Rosendo Gutiérrez para disertar ampliamente sobre la gloriosa batalla de Chacaltaya, con lujo de erudición histórica.
Concluido este número del programa, se puso de pie la señorita Natalia Palacios y con la venia de los presentes, recitó admirablemente la composición poética de Bustamante, que desde ese día quedaría adaptada como himno oficial.
Seguidamente, el maestro Doctor Salmón dirigió el coro general cantado armoniosamente por un conjunto de noventicinco señoritas, repartido a seis voces; el acompañamiento musical corrió a cargo del Batallón 2°. Una salva atronadora de aplausos fue el premio máximo a la alta inspiración del artista.
El público entusiasmado pidió repetición; ésta se efectuó con acompañamiento al piano, ejecutada maravillosamente por su autor; "bis" que acabó por exaltar el entusiasmo cívico tan frenéticamente que, cuando concluyó el acto en el Loreto, con un inspirado discurso del Cancelario de la Universidad Doctor Serapio Reyes Ortiz, todavía la concurrencia formando gruesa cadena de manifestantes entre hombres y mujeres, organizó la procesión cívica. Estaba estrenada la Canción Paceña.
III
En el trayecto fue nuevamente entonada por repetidas voces.
Por la noche, en el banquete prefectural, las bandas que lo amenizaron, dejaron también escuchar los bellísimos acordes del laureado himno de la tierra:
La Paz, que en este día
de Julio se engalana ...
La Unión Americana,
recuerda con fervor...
La apoteosis revolucionaria de 1809, de esta suerte había sido feliz y acertadísimamente sintetizada con una elocuencia lírica y una inspiración musical que en verdad conmovió hondamente el amor patrio, que desde entonces hasta hoy día ha llegado a tener infelizmente, muchas alternativas...
Sin embargo, ¿quién será el paceño que al escuchar la música sublime de la canción de su terruño, especialmente en su fecha clásica, no eche una mirada retrospectiva hacia aquella epopeya cien mil veces gloriosa y no recuerde a los preclaros varones que supieron arremacharla por medio del arte?
Actualmente ya no se canta en escuelas y colegios sino partes de la Canción Paceña original, por causales que no atino a comprender, costumbre que ha venido en hacer pasar desapercibida toda la belleza de su conjunto, razón por la que, aprovechando de su narración, la transcribo aquí íntegramente. Es como sigue:
CORO:
Saludando de Julio el gran día,
que es del pueblo Paceño el blasón,
celebremos can grata armonía
de valientes y libres la Unión.
1
La Paz, que en este día
de Julio se engalana
con timbres de que ufana
recuerda el esplendor.
Patriótica armonía
de pueblos cuya historia
ligada está a la gloria
de su ínclito valor.
2
Del timbre de su fama
la América en un templo
conserva para ejemplo
de honor y de virtud.
Y al fuego que la inflama
su suelo viendo hollado
se inspira en el pasado
su heroica juventud.
3
Titánicos guerreros
del cielo como gracia
la invicta democracia
nos dieron por pendón.
Si alguno hollar sus
fueros intenta en lo futuro
será de bronce un muro
de América la Unión.
4
De América el destino
bendiga siempre el cielo
que aquí en su noble suelo
nació la Libertad.
Y admire quien hoy sueña
tenernos por esclavos
de libres y de bravos
la historia ya inmortal.
5
De Unión la santa enseña
de hoy más el Continente
coloque allá en la frente
del Andes colosal.
Su cetro diamantino,
radiante en nuestras zonas,
deslumbre a las coronas
que aún odian la igualdad.
Deudores como todavía somos de fervoroso reconocimiento a los autores de la Canción, no olvidemos los paceños, recordar con veneración a Bustamante y a Salmón.
Tomado de: Ismael Sotomayor. Añejerías paceñas: tradiciones, historia, anécdotas. La Paz, Juventud, 1987. pp.91-93