Pisando tierra
Marcela Barrios B.
(Marcela Barrios/MTBB/29/09/2014).Buen día, buenas tardes o buenas noches. ¿Cuántas veces hemos escuchado esos saludos y cuántas veces hemos respondido?. ¿Siempre, a veces, pocas veces o ninguna?. Y ¿Dónde se fueron las denominadas “palabras mágicas”, gracias y por favor?.
Poco a poco y a medida que los minibuses ganaron las calles y avenidas de las ciudades de La Paz y El Alto, los ciudadanos y ciudadanas, al parecer, fuimos olvidando “saludar o responder el saludo” o las muestras de respeto y educación.
A ello, se suma que muchos peatones pasan las calles por cualquier lugar sin respetar los pasos de cebra y en medio de los vehículos; mientras que los choferes tampoco respetan esos pasos para peatones, los semáforos, ni a los adultos mayores que pasan las calles y tampoco responden el saludo. Cuando alguna persona pregunta la ruta —porque a veces no tiene letreros— los choferes miran a quien pregunta y sin decir nada, dan vuelta para continuar conduciendo o los ayudantes cierran la puerta, también sin responder la pregunta, dejando al pasajero con la palabra en la boca y esperando una respuesta.
Ante ello, seguramente, las personas quedan desconcertadas y preguntándose, las razones de esa actitud. Cuestionándonos por la falta de educación vial y, sobre todo, por la ausencia de actitudes mínimas de respeto, tolerancia y convivencia.
“La educación vial implica la adquisición de conocimientos como ciudadano sobre los que es una vía pública (tipos, características y partes), la seguridad vial (normas de circulación y señales de tráfico), los accidentes de tráfico (factores de riesgo, causas y consecuencias), los primeros auxilios y la movilidad sostenible; así como la destreza en el comportamiento como peatón o como conductor. La educación vial sensibiliza socialmente, sobre todo a los más jóvenes, respecto a los comportamientos viales que fomenten la convivencia, la tolerancia, la solidaridad, el respeto, la responsabilidad, y favorezcan las relaciones humanas en la vía pública”.
En resumen, “consiste en desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales u habilidades de una persona sobre la forma de comportarse en la vía pública, ya sea como peatón o como conductor de un vehículo”, según la página de internet de Wikipedia.
Otra de las actitudes que asumen los usuarios y que se observa todos los días en el recorrido en los minibuses, es que al bajar o subir de los mismos, los pasajeros y pasajeras dejan la puerta abierta. Suben y se van a sentar, dejando la puerta abierta. Al bajar, pagan y se van, dejando también abierta la puerta. ¿Cuántas veces hemos visto esta actitud?. Muchísimas veces y se presenta, sobre todo, en los vehículos que no cuentan con los conocidos ayudantes.
Sin embargo, en los últimos años esta falta de educación vial se redujo en la ciudad de La Paz, sobre todo por el trabajo comprometido y perseverante que realizan las cebras o educadoras ciudadanas. Estos personajes que están en las calles paceñas desde hace más 10 años, se han convertido en un patrimonio paceño. Ellas están en distintas esquinas de calles y avenidas, saludando a todas las personas y orientando acerca del comportamiento que deben tener peatones, conductoras y conductores.
De esta manera, la ciudadanía paceña y no paceña, está aprendiendo o recordando su educación vial. Todo el trabajo que realizan las cebras se ha denominado como “cultura ciudadana”, entendida como el conjunto de actitudes, costumbres, acciones y reglas compartidas por los individuos de una comunidad, que permiten la convivencia y generan sentido de pertenencia.
Esta definición tiene tres niveles. El descriptivo, la cultura ciudadana es el conjunto de actitudes, costumbre, acciones y reglas mínimas compartidas por los individuos de una comunidad que permiten la convivencia y generan sentido de pertenencia. Es una política pública orientada a mejorar el bienestar de la ciudadanía, a través del cambio de comportamiento de los mismos ciudadanos, como resultado de la corresponsabilidad de lo público. A nivel normativo es una visión positiva de convivencia que contempla la tolerancia o el aprecio por distintos proyectos de la sociedad, como la no violencia, la capacidad de celebrar y cumplir acuerdos, el respeto de la ley y el interés por lo público.
En resumen, las cebras nos enseñan a seguir las nomas de seguridad y vialidad, en nuestro papel de peatones, usuarios, usuarias de vehículos de servicio público, conductoras y conductores. Además, a comportarnos con respeto y educación hacia las otras personas. Ciertamente, el “buen día”, “que le vaya bien” o un “hola”, de las cebras, nos sacan de nuestra cotidianidad y le dan un toque distinto a nuestro día, pero también nos recuerdan la importancia del saludo.
Esta educación vial y cultura ciudadana, al parecer, se refleja con mayor énfasis en los pasajeros de los micros y buses, y en un menor porcentaje en los minibuses, aquellos que tienen capacidad para transportar a sólo 14 pasajeros, ya que eso es lo que vemos y vivimos todos los días como usuarios y usuarias.
Cuando la gente sube a un micro o bus, sufre una transformación y pareciera que recuerda sus “buenos modales”. En este tipo de transporte masivo no es extraño que alguien ceda el asiento, pida permiso para pasar, el dar gracias y la mágica palabra “por favor”. Ojala estas acciones se reproduzcan una y mil veces, no sólo en el transporte masivo, sino en todos los vehículos de trasporte público. Y que en vez de reproducir actitudes negativas, aprendamos y recordemos nuestra educación vial y respeto a los demás como usuarios, usuarias y como conductores y conductoras (AquíCom/MTBB/29/09/2014).