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¿Otro discípulo de Bolsonaro?

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tribuna

Rafael Puente*

viernes, 23 de agosto de 2019

Después de Víctor Hugo Cárdenas, que nos sorprendió con sus planteamientos electorales inspirados en la línea de Bolsonaro, y pese a que dichos planteamientos no le han incrementado nada en términos de intención de voto, ahora aparece otro candidato, Félix Patzi, con planteamientos similares. 

Nos dice que el incremento de feminicidios y de maltrato a la mujer en general tiene su origen en el hecho de que las mujeres han empezado a ejercer una profesión o a “meterse en política”. Que si las mujeres se mantuvieran en sus casas, íntegramente dedicadas a la familia, no pasaría nada, y añade que cuando tienen que salir de casa por algo –si es necesario a sus fuentes de trabajo–, deberían ser acompañadas por los maridos. Lo único que aparentemente no comparte con Víctor Hugo es la conveniencia de autorizar que las mujeres se compren armas de fuego (para defenderse de esos maridos/acompañantes)…

La extraña casualidad es que dichos planteamientos, sorprendentemente patriarcales, procedan de los dos candidatos aymaras a la Presidencia, ¿o no será casualidad? Para colmo nos encontramos con que la mujer que acompaña a Patzi en el binomio le da toda la razón, si bien no explica quién la acompañaría a ella si llegara a ser Vicepresidenta. Y todas las candidatas de dicho partido respaldan semejantes declaraciones y afirman que se trata de una “defensa de la familia”. ¿Será que en eso consiste el “Tercer Sistema”?

Sin negar la inexplicable vigencia de la cultura patriarcal, me atrevo a añadir que, en el fondo, lo que hay es desesperación electoral. Al aparecer, en los últimos lugares de la preferencia electoral, tanto Víctor Hugo como Patzi, acuden al ejemplo del presidente de Brasil, que con ese tipo de pronunciamientos inadmisibles logró la Presidencia de su país. Pareciera también que esperan arrastrar a los millones de electores que son creyentes evangélicos (y que para Bolsonaro fueron un apoyo decisivo), pero algo no les funciona. 

En Bolivia se sabe que los seguidores/as de las diferentes confesiones evangelistas suman millones, pero afortunadamente resulta que no por eso son radicalmente patriarcales. Todo lo contrario, antes que evangelistas son mujeres y es por el comportamiento antipatriarcal de las mujeres que se da el incremento de los feminicidios, que están expresando la desazón y el miedo de nuestros machos culturales, que cada vez se sienten menos “dueños” de la situación.

En la práctica, lo que han hecho hasta ahora, tanto Patzi como Cárdenas, es el ridículo, que se agranda cuando su modelo brasilero se muestra convencidamente antiindígena. En una sociedad en la que cada día son más las mujeres que trabajan, piensan, se profesionalizan –sin dejar de atender a sus familias– y son por lo general más responsables, y consecuentes que los varones; son muy pocas –y muy pocos– los/as que se dejan convencer por la línea de Bolsonaro, por muy presidente y muy brasilero que sea.

Eso no quita que sea lamentable el hecho de que Bolivia esté a la cabeza de Sudamérica en el número de feminicidios, pero no podemos menos de pensar que siempre y, en todas partes, los profundos cambios sociales generan muchas víctimas. Así ocurrió con la independencia del país y con los diferentes momentos revolucionarios que hemos vivido. Por eso resulta lamentablemente inevitable que la creciente lucha antipatriarcal que ahora estamos viviendo genere también la violencia de los machos que sienten que pierden el control; y que esa violencia produzca cada vez más víctimas.

Pero la solución no es que las mujeres den marcha atrás, ni que dejen de ser cada vez más protagonistas de su propia vida –y de la vida social–, sino todo lo contrario. Y ojo, tampoco se trata de que se hagan cargo del Estado, ya que el Estado es esencialmente patriarcal (pensemos, si no, en esas presidentas tan varoniles, como Margaret Thatcher o Angela Merkel o Michelle Bachelet). Todo lo contrario, son las mujeres conscientes y movilizadas –¡pero mujeres!– las que nos pueden marcar la línea política correcta, que es la de “cada vez más sociedad y menos Estado.

¡Ajina kachun!

*Miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (Cueca) de Cochabamba. 

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