Alex Contreras Baspineiro
Del periódico ConoSur
La brisa suave y cálida que caracteriza a las zonas tropicales de Santa Cruz ahora se caracteriza por emitir un olor enrarecido al medio ambiente: en las inmensas plantaciones de soya transgénica el uso excesivo de los agroquímicos se percibe en el olfato, se siente en la piel y se transmite en el alma.
“Casi el cien por ciento de la soya es transgénica, ya no se escucha de soya convencional”, afirmó Moisés Velasco Flores en la comunidad de Pailón; “dicen que la soya transgénica nos provoca cáncer y por eso poca soya consumimos, pero sin embargo en el aceite igual consumimos”, comentó Lucía Jáuregui en Cuatro Cañadas; “todo es soya transgénica, pero a mí me ofrecieron incluso semilla de arroz transgénico”, confesó don Celso Huaylla en la comunidad Sagrado Corazón.
El Conosur Ñawpaqman estuvo en los campos de soya y pudimos constatar que en las poblaciones del norte cruceño el monocultivo es general, en la zona este aún recurren a la rotación de cultivos: el uso del glisofato en la soya transgénica es la solución, pero afecta y seca a otros cultivos.
Ya no existe soya orgánica
Según un informe oficial del presidente de la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas (ANAPO), Demetrio Pérez, “El 99 por ciento es considerada soya transgénica y la soya convencional es prácticamente cero”.
Sostiene que producir soya orgánica en la actual coyuntura “es como producir chuño en Santa Cruz, no se puede; en otro momento tal vez”.
En Cuatro Cañadas, Pailón, El Puente, San Julián, Guarayos y otras poblaciones del Norte Integrado o Santa Rosa, Mineros, Sagrado Corazón, Chané, Puerto Fernández, Okinawa y otras de la zona este de Santa Cruz, “el grano de oro” prácticamente ha desplazado a otros cultivos.
La Constitución Política del Estado (CPE) aprobada por la Asamblea Constituyente en el artículo 408 prohibía la producción, importación y comercialización de transgénicos; sin embargo, con un acuerdo político entre el oficialismo y la oposición fue modificada y ahora señala en el artículo 409: “la producción, importación y comercialización de transgénicos será regulada por ley”.
El crecimiento de los cultivos transgénicos se multiplicaron en los últimos años, sobretodo en el oriente del país, no sólo con la permisividad del gobierno sino con políticas que benefician a los grandes empresarios que en desmedro de los pequeños tienen el control de la semilla, la mayor cantidad de tierras, los créditos, los insumos, la maquinaria, el acopio y la comercialización. Toda la cadena productiva de los transgénicos fue diseñada para beneficiar a los grandes empresarios…
La lógica extractivista
El monocultivo de la soya transgénica mantiene la lógica extractivista que afecta a los recursos naturales y la seguridad alimentaria de la población boliviana, según Sara Crespo, responsable de Proyectos de la Unidad de Biodiversidad de Productividad Biósfera y Medio Ambiente (PROBIOMA).
La producción de soya transgénica alimenta al modelo extractivista porque se trata de semillas que se extraen y venden como materias primas en el mercado internacional. “Asociar la seguridad alimentaria con el uso de la soya transgénica es un discurso totalmente vacío porque más del 90 por ciento de la producción no es para Bolivia”, manifestó.
En el tema ambiental, la soya transgénica degrada los suelos y cada año requiere mayor cantidad de fertilizantes y cuando ya no se puede utilizar esa tierra se amplía la frontera agrícola sobre los bosques.
Por otra parte, la soya transgénica utiliza muchos agroquímicos como el glifosato que es un herbicida cuya patente la tiene la Transnacional Monsanto. Entonces, el paquete completo consiste en la venta de la semilla más el herbicida, con el tiempo la maleza se hace más resistente y necesitan utilizar más herbicida.
“El glifosato es un herbicida que si bien la publicidad dice que no causa ningún efecto, está comprobado que sí causa cáncer e intoxicación. En Paraguay hubo un caso de un niño que pasó por debajo de la fumigadora corriendo y murió intoxicado y el juicio ganó la familia comprobando de que efectivamente fue intoxicación por el agroquímico”, comentó Crespo.
Mientras se priorice la producción de monocultivos por presión del mercado internacional, sea soya o cualquier otro producto, es muy difícil hablar de seguridad y soberanía alimentaria. Solo la diversificación de productos agrícolas aporta en las necesidades locales y recupera la salud de los suelos, finalizó Crespo.
La mayoría para exportación
La producción de soya en el departamento de Santa Cruz se registra desde 1980, empezó con una superficie de 35 mil hectáreas.
Posteriormente, en el 2005 fue introducida en el agro cruceño la soya transgénica alcanzando una superficie de 187 mil hectáreas que era el 20 por ciento del total de soya que se producía en Santa Cruz.
En el 2014, según datos oficiales proporcionados por el presidente de la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas (ANAPO), Demetrio Pérez, la producción de soya transgénica alcanza a 1 millón 200 mil hectáreas, que equivale al 99 por ciento de toda la producción de la soya.
El 75 por ciento de la producción de soya transgénica es destinada al mercado internacional y el 25 por ciento al mercado nacional. Los mayores mercados para la exportación de la soya son: Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela, Chile y Brasil.