Venezuela
“No hay conciliación posible, hay dos concepciones totalmente distintas, es el mundo de los pobres contra el de los ricos"
por Marco Teruggi
(Resumen Latinoamericano)
Robert Longa está sentado en una de las instalaciones de la Fundación Alexis Vive Carajo, ubicada en el bloque 26 de la parroquia 23 de Enero. Han pasado 19 días desde que la derecha –“la burguesía”, como señala-, ha vuelto a poner en marcha una avanzada golpista quemando instituciones públicas, vehículos oficiales, atacando con piedras unidades de transporte con pasajeros dentro, y cortando calles con fuego y alambre de púa.
Un accionar insurreccional -con el pedido de renuncia del presidente Nicolás Maduro- que dejó un saldo de 18 muertes, 3 de ellas sucedidas el primer día en Caracas. En el centro de la estrategia comunicacional del intento desestabilizador, los medios y voceros políticos centraron sus ataques contra los “Colectivos” —movimientos sociales, populares— en particular aquellos situados en el 23 de Enero, acusándolos de ser grupos armados paraestatales.
Longa, vestido con la camisa celeste que identifica a la Fundación —lleva un escudo con el nombre y la mirada de Simón Bolívar— analiza ese accionar. “Yo creo que la lógica de la derecha es que los Colectivos tengan algún tipo de acción en respuesta a sus provocaciones, para ellos poder producir realmente anarquía, guerra civil y la penetración extranjera”. Al mencionar las provocaciones se refiere en particular al asesinato de Juan Montoya, militante del 23 de Enero, sucedido el 12 de febrero.
El vocero principal de la Alexis Vive agrega: “Igual que con los Círculo Bolivarianos —centro de los atacaques de la derecha durante el Golpe de Estado del 2002— están creando una matriz, un estigma en función de qué se hace contra las organizaciones sociales, buscando que el presidente se pronuncie en contra de nosotros e implosione el proceso, pero están confundidos y equivocados, porque aquí hay una unidad de mando y estamos con ella”.
Mural realizado por militantes de la Alexis Vive.
Al detenerse sobre las posibles proyecciones de la derecha explica: “Se les va a producir una ola de desgaste, al menos que con el segundo elemento que están introduciendo en este tipo de ofensiva terrorista, que son los contratistas y mercenarios, pasemos a otra escalada de violencia como se está produciendo en Táchira, y suceda más o menos como en Siria o Ucrania”.
El militante, nacido, crecido y formado en esa parroquia, orienta la discusión hacia el eje la violencia que se les es adjudicada: “Nosotros no tenemos nada que discutir sobre ley de desarme porque no estamos armados, no somos una banda armada, en todo caso quienes deben saber de eso y están bien asesorados son Leopoldo López y Capriles Radonski, que tienen de asesor a Álvaro Uribe, que fue el gobernador de Antioquia y creó un grupo paramilitar que se llamaba Las Convivir”.
Longa se desmarca de las acusaciones, de la matriz alimentada cotidianamente que busca convertirlos en la fuente –junto a los aparatos de seguridad del Estado- de unas agresiones que se habrían cometido contra el pueblo y los manifestantes “pacíficos”.
Pero los métodos no violentos de los Colectivos —“estamos armados de convicciones, de ideas, ¿cómo se desarma eso?”— no significa que no se movilicen para respaldar y defender un proyecto, como sucedió en la pasada movilización del 20 de febrero que recorrió desde Plaza Catia a Plaza Venezuela: “De la defensa sí podemos hablar los movimientos sociales, está establecido en la Constitución, todo venezolano debe defender la patria en un momento determinado de una amenaza interna y externa”.
Por último, explica que la mirada no debe centrarse sobre ellos, o en todo caso no perder de vista lo central que ya enseñó la historia: “Si sacan a Maduro de manera violenta la pregunta no es qué vamos a hacer nosotros sino qué va a hacer el pueblo: lo mismo que pasó el 11 de abril deduzco yo, porque a Chávez tuvieron que soltarlo porque fue un pueblo que se volcó a las calles, no por los Colectivos”.
La construcción territorial
La nueva ofensiva golpista no logró masificarse y solamente alcanzó, como señaló el presidente Nicolás Maduro, 8% del territorio nacional, un 5% de los 355 municipios del país. Tampoco se propagó en las grandes barriadas populares. Así, salvo el 12 de febrero, día en el cual la derecha se acercó al oeste caraqueño, los focos quedaron en el este de Caracas, en las zonas de las clases medias-altas y altas.
Sobre las causas de esta falta de movilización de los sectores populares frente a los llamados a derribar al Gobierno Nacional, los voceros de la derecha explicaron que esto se debió al temor infundido por “los Colectivos” sobre la la gente. Longa por su parte señala dos elementos centrales para comprender el desarraigo popular de la oposición: su falta de propuestas, de un modelo de país, y el otro, central: la construcción y organización de las mismas comunidades, de los movimientos populares.
En el caso de la Fundación Alexis Vive se refiere a su trabajo emprendido desde el 2009: la Comuna Panal 2021. En esa experiencia de construcción territorial, donde habitan 1660 familias, lograron entre otras cosas poner en pie una bloquera —en proceso de remodelación—, una unidad de producción azucarera, una panadería, carnicería, carpintería, y una radio comunal —Arsenal 98.2—, construir el primer edificio —inaugurado en diciembre pasado— hecho por un consejo comunal, uno de los 6 que conforman el espacio comunal.
Pero al referirse a los avances Longa no comienza por allí: “El primer logro es la vida, de cualquier perspectiva, nosotros éramos los nadie, y desde que el comandante Chávez arribó al poder por primera vez el barrio empezó a ser un sujeto activo en la participación, el protagonismo y la transformación de su realidad sociológica, política, integral”.