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EEUU utilizó a jóvenes latinoamericanos para la subversión en Cuba

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Una nueva investigación de la agencia Associated Press (AP) revela otro engendro de la USAID para tratar de manipular a la juventud cubana

Autor: Granma | Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

5 de agosto de 2014 01:08:17

WASHINGTON. La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) envió en secreto a jóvenes latinoamericanos con vistas a crear una oposición para tratar de destruir la Revolución.

Así lo revela una investigación realizada por la agencia estadounidense AP, la misma que destapó los planes sobre el proyecto de crear una plataforma con fines políticos a través de las nuevas tecnologías móviles, conocido como ZunZuneo.

El artículo firmado por los periodistas Desmond Butler, Jack Gillum, Alberto Arce y Andrea Rodríguez, afirma que desde octubre del 2009, un proyecto impulsado por la USAID envió a jóvenes venezolanos, costarricenses y peruanos a Cuba con el propósito de poner en marcha una rebelión en la Isla.

AP reveló que “Los viajeros trabajaron encubiertos, a veces haciéndose pasar por turistas, y viajaron por toda la isla en busca de personas que pudieran convertir en activistas políticos”. El proyecto empleó métodos encubiertos propios de los Servicios de Inteligencia Norteamericanos, tales como vías de comunicación secretas, fachadas y leyendas, encriptación de la información, medidas de seguridad, propiciar intercambios con sus agentes en el exterior, búsqueda de información de inteligencia sobre la sociedad cubana, preparación psicológica de los emisarios ante la posible detección por la Seguridad del Estado cubano, empleo de códigos en las comunicaciones, entre otros. No obstante, los periodistas sostienen que el proyecto estuvo plagado de “incompetencia y riesgos”.

Esa operación clandestina e ilegal comprometió a personas de la región, incluso después de la captura y el juicio del contratista estadounidense Alan Gross, condenado por cometer Actos contra la Independencia o la Integridad Territorial del Estado cubano.

Jóvenes cubanos que estuvieron en contacto con los “viajeros”, como el estudiante universitario Héctor Baranda, que se hizo amigo de un grupo de visitantes, se manifestaron sorprendidos al escuchar de la AP que ellos trabajaban para la USAID.

Nace un nuevo proyecto

El costarricense Fernando Murillo era uno de los jóvenes latinoamericanos que trabajaban en el programa. “Su tarea consistía en reclutar a jóvenes cubanos para que hicieran activismo en contra del gobierno”, refiere AP. Su misión se ejecutó organizando “programas que estaban disfrazados de actividades cívicas, incluyendo un taller de prevención sanitaria”.

“Tenía instrucciones de comunicarse cada 48 horas y lo podría hacer usando una serie de códigos de seguridad acordados”.

“Tengo dolor de cabeza”, por ejemplo, significaba que los cubanos estaban observando sus pasos.

Para sus propósitos, la USAID contrató a la firma Creative Associates International, em­presa que también participó en la creación del programa ZunZuneo.

Según los documentos obtenidos por AP y entrevistas realizadas en seis países, “los jóvenes viajeros de USAID se hicieron pasar por turistas cuando estaban en los campus universitarios cubanos y, en un caso, utilizaron como fachada un evento que podría socavar la credibilidad de USAID en sus importantes esfuerzos por prevenir enfermedades contagiosas en el mundo: montaron un taller de prevención del VIH”, lo cual los documentos develados califican como “la excusa perfecta” para las metas políticas del programa.

AP refiere además que el programa “coqueteó con el fracaso de manera constante”.

“Los inexpertos muchachos tampoco tenían una red de seguridad que los respaldara cuando estuvieran realizando actividades que son explícitamente ilegales en Cuba”.

Después de que Gross fuera arrestado, USAID le comunicó a sus contratistas, en privado, que debían considerar suspender los viajes que tuvieran previstos hacer a Cuba, de acuerdo con mensajes de correo electrónico obtenidos por la AP.

Sin embargo, esa indicación no se cumplió. En abril del 2010, Fernando Murillo fue enviado a La Habana. Fue contratado por Creative Associates con la misión de “convertir a los apáticos jóvenes cubanos en actores políticos efectivos”.

En Villa Clara, se conectó con un grupo cultural que se hacía llamar “Revolution”, una agrupación de artistas que se dedicaban a la música electrónica y la producción de video.

Si la idea era llevar a cabo una serie de seminarios para reclutar a nuevos “voluntarios”, Fernando Murillo necesitaba una temática que fuera atractiva a potenciales miembros y que fuera aprobada por el Estado cubano.

Inició un taller de VIH, que en noviembre del 2010 atrajo a 60 jóvenes. El taller supuestamente iba a ofrecer clases de educación sexual a sus asistentes para que supieran como prevenir el contagio del virus. Pero el motivo real, como demuestran documentos obtenidos por AP, era el uso del taller para reclutar a jóvenes enseñándoles cómo organizarse a sí mismos.

Cuando fue contactado en San José, Costa Rica, Fernando Murillo dijo que no podía hablar sobre los detalles de su incursión a Cuba porque había firmado un acuerdo de confidencialidad que le prohíbe divulgar cualquier información. Dijo que lo único que intentó hacer en la isla fue enseñarle a la gente cómo usar condones correctamente.

“Yo nunca le dije a un cubano que tenía que hacer algo contra el gobierno”, dijo. Sin embargo, en el informe de seis páginas que Fernando Murillo envió a Creative Associates resaltó que el taller era la “excusa perfecta en el tratamiento del tema de fondo”.

En otro aparte del reporte, Fernando  Murillo revela otro de los objetivos del programa: “la generación de una red de voluntarios para la transformación social”.

Manuel Barbosa, uno de los fundadores del grupo de artistas Revolution, dijo en reciente entrevista en Santa Clara que los costarricenses nunca le dijeron que ellos estuvieran trabajando para USAID.

AP denuncia también que “montar como fachada un taller de prevención de esa enfermedad para propiciar una especie de subversión en contra de un gobierno extranjero arroja sospechas sobre la misión que pregona USAID en materia de prevención de enfermedades, incluyendo el programa de VIH, que tiene un presupuesto anual de tres mil millones de dólares y que la agencia dice que ha ayudado a unas 50 millones de personas en casi cien países del mundo”.

Propiciar una rebelión

Mientras Fernando Murillo y otros viajeros costarricenses se centraron en montar el taller de prevención de VIH, jóvenes viajeros venezolanos y peruanos fueron enviados a las universidades. Su misión, según documentos y entrevistas, era “reclutar a estudiantes con el objetivo a largo plazo de que se volvieran en contra de su gobierno”.

A finales de 2009, Creative Associates contrató a la abogada venezolana Zaimar Castillo, que entonces tenía 22 años, y que dirigía una organización llamada “Renova”. Su grupo visitó las residencias estudiantiles en el recinto de una universidad en Santa Clara y viajaron los fines de semana a conocer a las familias de los estudiantes. Otro grupo de jóvenes peruanos fueron enviados a la misma universidad en dicha ciudad.

Describieron a los alumnos y las instalaciones del campus con mucho detalle y tomaron nota de sus quejas y presuntos problemas que podrían ser utilizados. Los estudiantes que consideraron podrían reclutarse fueron listados por nombre, luego se les elaboró un perfil y sus cualidades como líderes se evaluaron en una hoja de Excel.

No obstante, estudiantes cubanos contactados por AP dijeron que se sorprendieron al descubrir que sus amigos extranjeros estaban actuando en representación de la USAID.

El 3 de septiembre de 2010, Irving Pérez, un gerente de Creative Associates, convocó a una reunión por Skype (videoconferencia a través de Internet) para anunciar un cambio de estrategia. “Nuestro programa no va a impulsar más viajes a la isla, o al menos no como columna vertebral de la operación”, dijo Pérez a los viajeros. En vez de viajar a Cuba, ellos tratarían de ayudar a ciertos “contactos estrella” cubanos a que recibieran una visa de salida y a capacitarlos en otro país.

La agencia AP reconoció el fracaso del proyecto subversivo.

La Casa Blanca se negó este lunes a comentar sobre el tema. “Sin comentarios”, respondió el portavoz, Josh Earnest, ante una pregunta al respecto.

“No puedo comentar el informe (publicado en la prensa estadounidense) porque hay varios puntos no exactos. Los invito a dirigirse directamente a la USAID”, dijo el vocero en una rueda de prensa.

Por su parte, la USAID negó que haya secretismo en los programas contra Cuba. “El Congreso (de Estados Unidos) financia programas pro democráticos en Cuba para potenciar el acceso de los cubanos a más información y el fortalecimiento de la sociedad civil”, señaló a través de un comunicado Matt Herrick, portavoz de la Agencia, quien precisó que todos los programas que realiza en Cuba están disponibles al público en la web foreignassistance.gov. “Este trabajo no es secreto, no es encubierto y no es clandestino”, añadió.

Sin embargo, al igual que ZunZuneo, las características de este nuevo proyecto subversivo lo ubican en la estrategia de Guerra No Convencional que ha ganado protagonismo en los últimos años. Esa forma de hacer la guerra busca concretar los objetivos de dominación y cambio de régimen en los países que Estados Unidos considera contrario a sus intereses sin un involucramiento directo de las fuerzas tradicionales en el terreno, lo cual conlleva un costo relativamente menor para el país agresor, aunque no para el agredido.

La propia participación de personal “no calificado” en operaciones de inteligencia tradicional está codificada en la circular de entrenamiento TC-1801.

Según se lee en sus páginas, la Guerra no Convencional entraña un esfuerzo “multiagencias” por parte de Estados Unidos. Todo el contenido del documento conecta funcionalmente con esa doctrina, en la cual tiene un especial protagonismo la USAID.

Esa agencia federal obtiene fondos multimillonarios de los contribuyentes norteamericanos para supuestas labores humanitarias en el mundo entero, pero ha sido señalada por ser una fachada de operaciones de inteligencia.

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