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El secreto de nuestra revolución es que volvió sus ojos hacia los humildes

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26 de julio de 1953

Discurso en el VI aniversario del asalto al cuartel Moncada, en la concentración campesina, en la Plaza Cívica.

La Habana, 26 de julio de 1959.

 [...] A los que en nombre, o invocando hipócritamente la palabra democracia, nos calumnian, podemos decirles: ¡Democracia es esto! Democracia es el cumplimiento de la voluntad de los pueblos. Democracia es, como dijera Lincoln, el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

Gobierno que no sea del pueblo, no es democracia. Gobierno que no sea por el pueblo, no es democracia. Gobierno que no sea para el pueblo, no es democracia.

¿Y qué ha sido el gobierno de la Revolución Cubana desde el 1ro de Enero de 1959, sino el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo?

Gobierno del pueblo, no para un grupo privilegiado del pueblo; gobierno del pueblo, no para una oligarquía que somete a la explotación al pueblo; gobierno del pueblo, no para una casta de militares o de politiqueros, como habíamos tenido siempre en Cuba. Gobierno del pueblo para todo el pueblo. ¡Eso sí es democracia!

Gobierno no para los latifundistas, como había sido hasta hoy, ni para los grandes intereses, como había sido hasta hoy, sino gobierno del pueblo, por el pueblo y para los campesinos, en primer lugar. Para los campesinos en primer lugar, porque lo que nadie puede negar es que los campesinos constituían la parte más olvidada y sufrida de nuestro pueblo.

Gobierno del pueblo, por el pueblo y para los humildes en primer lugar, porque los humildes constituyen la parte mayoritaria de nuestro pueblo y la parte más sufrida y más olvidada de nuestro pueblo.

Y para los que no entienden o no quieren entender, ese es el secreto de la fuerza tremenda de la Revolución Cubana, que no está en haber derrocado a la tiranía sangrienta que nos oprimía. Porque pudo haberse derrocado a la tiranía y mantenerse en el país las condiciones que hicieron posible esa tiranía; pudo haberse derrocado a la tiranía y ocurrir un simple cambio de hombres en el gobierno; pudo haber sido derrocada la tiranía y perpetuarse en la vida pública de nuestro país los mismos vicios que estábamos padeciendo desde el inicio de la república; pudo haberse derrocado a la tiranía para seguir en la politiquería. Mas no fue así. Se derrocó a la tiranía para hacer una revolución; se derrocó a la tiranía no solo para librar al pueblo del crimen y el asesinato y la tortura y la opresión, sino también para librar al pueblo de la miseria, tan criminal y tan cruel como la tiranía derrocada.

Y ese es el secreto de nuestra Revolución, de la fuerza de nuestra Revolución: que volvió sus ojos hacia la parte más necesitada y sufrida de nuestro pueblo; que volvió sus ojos hacia los humildes, para ayudarlos.

Y ese es el único crimen que hemos cometido; dejar de ser vendidos gobernantes a los grandes intereses nacionales o extranjeros, para ser gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

Ese es, a los ojos de nuestros detractores y a los ojos de nuestros enemigos, el crimen que hemos cometido: volver los ojos hacia los olvidados de siempre, volver los ojos hacia quienes necesitaban de nosotros, volver los ojos a los que realmente aquí necesitaban de una revolución que los librase de tantos males y de tantos sufrimientos. [...]

[...] Conquistamos el poder luchando junto al pueblo, combatiendo una de las más feroces tiranías que ha sufrido este continente. Y pagando día a día un precio muy elevado de sangre, dejando el camino regado de muertos heroicos, hemos llegado al triunfo revolucionario mediante el sacrificio, mediante la lucha. Y hemos pagado un precio muy alto por ese triunfo.

Hemos llegado al poder no contra el pueblo, sino con el pueblo. Hemos llegado al poder, no para sacrificar al pueblo, sino para redimir al pueblo.

Y desde el poder no ponemos nuestros ojos en la fuerza. Desde el poder no nos consideramos seguros porque tengamos soldados bien armados, o porque tengamos tanques, o porque tengamos cañones, o porque tengamos aviones. ¡Nos sentimos seguros y nos sentimos sólidos sencillamente porque tenemos al pueblo!

Con el pueblo derrocamos a la tiranía. Con el pueblo estamos gobernando. Y para el pueblo estamos gobernando. Y, por eso, el pueblo está y estará junto a nosotros.

Los que quieran saber lo que es una verdadera democracia, que vengan a Cuba; los que quieran saber lo que es un pueblo gobernando, que vengan a Cuba; los que quieran conocer de un país donde el pueblo lo es todo, donde la palabra pueblo tiene su significado real -no teórico-, que vengan a Cuba; los que invocando hipócritamente la palabra democracia nos calumnian, que vengan a Cuba, para que sepan lo que es una democracia [...].

Tomado de: Fidel Castro: Palabras en el tiempo. Instituto de historia de Cuba y CIMATEL. 2006.

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