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El concepto de hegemonía en Gramsci

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Publicado el 11 septiembre 2012 por Antonio Olivé

Buenas tardes amigas y amigos de Marx desde Cero, hoy vamos a retomar la promesa antigua de dedicarle diferentes entradas a aquellos conceptos políticos elaborados por Gramsci, que a nuestro entender son más importantes o pueden aportar luces a las sombras y tinieblas actuales en las que se encuentra sumida la izquierda. Concretamente la entrada de hoy va dedicada a uno de los conceptos políticos más importantes no solo en la obra gramsciana o en el marxismo: la hegemonía. 

Concepto prolijo, ampliamente utilizado en el lenguaje político cotidiano, rememora otros conceptos como dominación, dirección, poder… y como tantas otras creaciones de la izquierda —que por dejadez o impotencia no se han sabido explotar— han sido apropiadas por el poder que ha entendido en toda su plenitud su funcionamiento. No cabe otra explicación para la situación actual en los modelos de democracia liberal imperantes que el consenso y aceptación mayoritaria del actual statu quo.

Conscientes de que la tarea no es fácil porque si no resulta sencilla la lectura de Gramsci, imaginen intentar explicarlo. Si a eso le añadimos, por un lado que el concepto “hegemonía” tiene diferentes acepciones incluso en la misma obra gramsciana; y por otro, que este concepto está estrechamente relacionado con otros (el concepto de Estado, sociedad civil, la cuestión del partido…etc.) hasta el punto que es necesario su estudio y comprensión para poder entenderlo y viceversa, entenderá el lector el cuidado que hemos dedicado a elaborar esta entrada. Pero como de buenas intenciones está plagado el camino al infierno (en el caso de existir, of course) y no somos inefables, como siempre estamos abiertos a incorporaciones, modificaciones, supresiones, aportaciones y debates varios con los que gusten obsequiarnos. Y ahora, a la materia.

Antonio Olivé

Dominio, dirección intelectual y moral, hegemonía 

Antonio Gramsci

Origen del concepto hegemonía

El primero de los conceptos que aparecen en el título se identifica con la “neutralización” o “liquidación” y se destina a los grupos enemigos. La segunda se dirige a los aliados (o a las clases subordinadas a las que se quiere “dirigir”) y tiende a captar la adhesión de otros grupos sociales mediante el consenso, por medio de la expansión de una visión del

mundohttps://kmarx.files.wordpress.com/2012/09/ordine-nuovo.jpg?w=640" >compartida.

El término gegemoniya (hegemonía) fue una de las consignas políticas más centrales en el movimiento socialdemócrata ruso desde finales de 1908 hasta 1917. La idea que codificaba empezó a aparecer en primer lugar en los escritos de Plejanov en 1883-84, donde insistía en la imperativa necesidad para la clase obrera rusa de emprender una lucha política contra el zarismo, y no solamente una lucha económica contra sus patrones. En su programa fundacional del Grupo de Emancipación del Trabajo en 1884, argumentaba que la burguesía en Rusia era todavía demasiado débil para tomar la iniciativa en la lucha contra el absolutismo: la clase obrera organizada debía tomar las consignas de la revolución democrático-burguesa. Plejanov utilizó en estos textos el vago término de «dominación» (gospodstvo) para el poder político como tal, y continuaba suponiendo que el proletariado apoyaría a la burguesía en una revolución en la que esta última surgiría necesariamente al fin como clase dirigente.

En la siguiente década, su colega Axelrod fue más lejos. En dos importantes folletos de 1898, polemizando contra el economicismo, manifestó que la clase obrera rusa podía y debía jugar un «papel independiente y dirigente en la lucha contra el absolutismo», puesto que «la impotencia política de todas las otras clases» daba una «importancia preeminente, central» al proletariado[i]. «La vanguardia de la clase obrera debe actuar sistemáticamente como el destacamento dirigente de la democracia en general»[ii].

Axelrod oscilaba aún entre atribuir un papel «independiente» y un papel «dirigente» al proletariado, y otorgaba una importancia exagerada a la oposición acomodada al zarismo, dentro de lo que él reafirmaba que sería una revolución burguesa. En una carta a Struve en 1901, separando las perspectivas socialdemócratas en Rusia de las liberales, Axelrod estableció entonces como axioma: «En función de la posición histórica de nuestro proletariado, la socialdemocracia rusa puede conseguir la hegemonía (gegemoniya) en la lucha contra el absolutismo»[iii]. La joven generación de teóricos marxistas adoptó el concepto inmediatamente.

El término hegemonía fue, pues, uno de los más ampliamente utilizados y una de las nociones más familiares en los debates del movimiento obrero ruso antes de la Revolución de Octubre. El propio Lenin contrapuso repetidamente una fase “hegemónica” a otra “gremial” o “corporativista” dentro de la política proletaria. Sin embargo, el término no suele encontrarse con facilidad en Lenin, mientras que es más habitual en StalinLenin prefirió hablar de «dirección» (rukovodstvo) y «dirigente» (rukovoditel). En uno de los raros fragmentos en los que introduce el término «hegemónico» (gegemon), lo utiliza como sinónimo de dirigente. Tras la revolución, cayó en un relativo desuso en el partido bolchevique. En aquel tiempo, tras octubre, el término hegemonía dejó de tener mucha actualidad interna en la URSS. Sobrevivió, sin embargo, en los documentos externos de la Internacional Comunista. En los dos primeros congresos de la Tercera Internacional, la Comintern adoptó una serie de tesis que por primera vez internacionalizaron la utilización rusa de la consigna de hegemonía. El deber del proletariado era ejercer la hegemonía sobre los otros grupos explotados que eran sus aliados de clase en la lucha contra el capitalismo dentro de sus propias instituciones soviéticas; así, «su hegemonía posibilitará la elevación progresiva del semiproletariado y el campesino pobre»[iv].

La hegemonía en Gramsci

En el tratamiento de la hegemonía, Gramsci se reconoce como deudor de Lenin, quien desarrolla antes que él dicha teoría. Para Gramsci, Lenin ha realizado una brillante síntesis entre lo teórico y lo práctico, de un problema cuyas raíces ya habían aparecido en Marx. Así, describe como esta concepción leninista constituye:

«El máximo aporte de Ilich a la filosofía marxista […] la realización de la hegemonía significa la crítica real de una filosofía, la puesta en marcha de su dialéctica real dentro de la doctrina y la práctica política.»[v]

El concepto de hegemonía gramsciano aparece formulado por vez primera en dos escritos de 1926, “Carta al Comité Central del Partido comunista soviético” y “Notas sobre la cuestión meridional”, en ellos impera el sentido típicamente leninista de hegemonía, conforme al significado oficial de los textos soviéticos como referencia a la alianza entre obreros y campesinos, es decir, en el sentido de dirección política [vi]. Son los últimos escritos anteriores a los Quaderni, mientras que su uso es insólito en los escritos de directa inspiración leniana, entre 1917 y 1924 más tarde en sus Cuadernos de la cárcel, lo utiliza, aunque con distintas acepciones, no como simple alianza política de clases, sino como alianzas políticas e ideológicas de clases y grupos sociales en el sentido de dirección cultural.

Según Portelli, el concepto leninista y el gramsciano de hegemonía se separan en un punto central, ya que este último da preeminencia a la “dirección cultural e ideológica”.[vii] En el famoso parágrafo de los Cuadernos llamada “Análisis de situaciones y relaciones de fuerzas.” Gramsci caracteriza el “momento” de la hegemonía:

donde se logra la conciencia de que los propios intereses corporativos, en su desarrollo actual y futuro, superan los límites de la corporación, de un grupo puramente económico y pueden y deben convertirse en los intereses de otros grupos subordinados. Esta es la fase más estrictamente política, que señala el neto pasaje de la estructura a la esfera de las superestructuras complejas, […] determinando además los fines económicos y políticos, la unidad intelectual y moral, planteando todas las cuestiones en torno a las cuales hierve la lucha, no sobre un plano corporativo sino sobre un plano “universal” y creando así la hegemonía de un grupo social fundamental sobre una serie de grupos subordinados.[viii]

Aquí la hegemonía está concebida como la construcción que permite el paso a una esfera de dirección intelectual y moral, hasta el punto de que la clase pase del particularismo al universalismo y dirija así a otros grupos sociales.

A modo de recopilación, se podría decir que en Lenin prevalece el significado de dirección política y en Gramsci el de dirección cultural; pero se debe añadir que esta diferente prevalencia asume dos aspectos diversos: a) Para Gramsci el momento de la fuerza es instrumental y, por lo tanto, subordinado al momento de la hegemonía; mientras que para Lenin, en los escritos de la revolución, dictadura y hegemonía proceden de pasos similares, y en todo caso el momento de la fuerza es primario y decisivo; b) para Gramsci la conquista de la hegemonía precede a la conquista del poder; para Lenin la acompaña o incluso la sigue.

Escribe F. Piñón:

hegemonía no es una simple mezcla o alianza del dominio y el consenso […] sino hegemonía social, propia no del gobierno político o “dominio directo”, sino relativa al “consenso espontáneo” dado por las grandes masas de la población a la dirección de la vida social impuesta por el grupo gobernante […][ix]

El proletariado se convertirá en dirigente

mientras se proponga crear un sistema de alianzas de clase que le permita movilizar a la mayoría de la población trabajadora contra el capitalismo y el Estado burgués.

La supremacía de un grupo social se manifiesta de dos maneras, como dominio y como dirección intelectual y moral. Un grupo social es dominante de los grupos adversarios que tiende a ‘liquidar’ o a someter incluso con la fuerza armada y es dirigente de los grupos afines y aliados.[x]

La hegemonía es así el predominio en el campo intelectual y moral, diferente del “dominio” en el que se encarna el momento de la coerción. Pero esa “dirección” tiene raíces en la base, componentes materiales junto a los “espirituales”: no hay hegemonía sin base estructural, la clase hegemónica debe ser una clase principal de la estructura de la sociedad, que pueda aparecer como la clase progresiva, que realiza los intereses de toda la sociedad.

Un elemento constitutivo de la hegemonía es el compromiso, la capacidad para sacrificar ciertos intereses, para matizar la propia forma de ver el mundo. La hegemonía se manifiesta así

como un continuo formarse superarse de equilibrios inestables […] entre los intereses del grupo fundamental y los de los grupos subordinados, equilibrios en los que los intereses del grupo dominante prevalecen pero hasta cierto punto, o sea no hasta el burdo interés económico-corporativo.[xi]

Una clase hegemónica necesita desarrollar conciencia de la necesidad de sacrificar en parte sus intereses inmediatos, de efectuar concesiones materiales, de modo tal de tomar en cuenta efectivamente los intereses y las tendencias de los grupos sobre los cuales se ejerce la hegemonía” en búsqueda de un cierto “equilibrio de compromiso”.[xii]

Completando de algún modo la idea, Gramsci afirma:

[…] es evidente que estos sacrificios y estos compromisos no pueden referirse a lo esencial, pues si la hegemonía es ético-política, no puede dejar de ser también económica, no puede no tener su fundamento en la función decisiva que el grupo dirigente ejerce en el núcleo decisivo de la actividad económica.[xiii]

Como señala Anderson, existen dos conceptos de hegemonía, a) al interior de las clases dominadas, en relación a la formación de un nuevo bloque histórico, o b) entre clases antagónicas, que buscan obtener un consentimiento voluntario y activo de las clases subordinadas.[xiv] El proletariado consciente necesita convertirse en clase “nacional” para adquirir capacidad de dirección sobre sectores que son nacionales y hasta “locales”,[xv]aunque sea una clase de carácter internacional. A través de su “intelectual colectivo” (el partido, organismo portador de una nueva concepción del mundo), realiza la unión política e ideológica de las clases subalternas, a las que agrupa en un conjunto armonioso de “energías nacionales.”

El ejercicio “normal” de la hegemonía en el terreno devenido clásico del régimen parlamentario se caracteriza por la combinación de la fuerza y el consenso, que se equilibran en formas variadas, sin que la fuerza rebase demasiado al consenso, o mejor tratando que la fuerza aparezca apoyada por el consenso de la mayoría que se expresa a través de los órganos de la opinión pública —periódicos y asociaciones—, los cuales, con ese fin, son multiplicados artificialmente. Entre el consenso y la fuerza está la corrupción-fraude (que es característica de ciertas situaciones de ejercicio difícil de la función hegemónica, presentando demasiados peligros el empleo de la fuerza), la cual tiende a enervar y paralizar las fuerzas antagónicas atrayendo a sus dirigentes, tanto en forma encubierta como abierta, cuando existe un peligro inmediato, llevando así la confusión y el desorden a las filas enemigas.[xvi]

El italiano toma en consideración el sustento institucional de la hegemonía, los órganos concretos de producción hegemónica:

La escuela como función educativa positiva y los tribunales como función educativa represiva y negativa, son las actividades estatales más importantes en tal sentido. Pero en realidad, hacia el logro de dicho fin tienden una multiplicidad de otras iniciativas y actividades denominadas privadas, que forman el aparato de la hegemonía política y cultural de las clases dominantes.[xvii]

Destaca que la constitución de los aparatos productores de hegemonía atraviesan la esfera estatal y privada, para articularse en un accionar disperso en su forma pero con un sentido unitario en su contenido. Y también:

El Estado tiene y pide el consenso, pero también lo educa por medio de las asociaciones políticas y sindicales, que son sin embargo organismos privados, dejados a la iniciativa privada de la clase dirigente.[xviii]

Aparece así la construcción cotidiana del consentimiento otorgado al orden social imperante.

Analiza también la posibilidad (y necesidad) de construir hegemonía antes de conquistar el Estado. Podría decirse también que una clase subalterna fundamental puede lograr su capacidad de dirección, tomar las “casamatas” del dominio de clase. Afirma José Aricó al respecto:

Para el proletariado la conquista del poder no puede consistir simplemente en la conquista de los órganos de coerción (aparato burocrático-militar) sino también y previamente en la conquista de las masas.[xix]

NOTAS

[i] P. Axelrod, K. Voprosu o Sovremennykh Zadachykh i Taktik Russkikh Sotsial Detnokratov, Ginebra, 1896, pp. 20, 26.

[ii] Axelrod, Iiticheskoe Polozhevie i Vzaimnoec Otnoshenie Liberalnoi i Sotsialisticheskoi Demokratü v Rossii, Ginebra, 1898, p. 25.

[iii] Perepiska C. V. Plekhanova i P B. Axelroda, Moscú. 1925, II, p. 142.

[iv] Manifestes. Théses el Résolutions des Quatre Premiers Congres Mondiaux de l’Internationale Communiste 1919-1923, París 1969 (reedición), p. 20. [Existe versión castellana: Los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista Cuad. Pasado y Presente, Argentina ].

[v] Gramsci, Antonio: Cuadernos de la cárcel, v. I, pp. 464-465, Ed. Einaudi, Turín, 1975.

[vi] “Es el principio y la práctica de la hegemonía del proletariado lo que se discute, son las relaciones fundamentales de la alianza entre obreros y campesinos las que se perturban y se ponen en peligro.

[vii] H. Portelli, Gramsci y el bloque histórico, Siglo XXI p. 70

[viii] Notas sobre Maquiavelo…, p. 72

[ix] Francisco Piñón, Gramsci: Prolegómenos. Filosofía y Política, México, Plaza y Valdés, 1989, p. 273

[x] Cuadernos, V, p. 387; Il Risorgimento.

[xi] Cuadernos, V, p. 37

[xii] Notas sobre Maquiavelo…, . p. 55

[xiii] Notas sobre Maquiavelo…, . p. 55

[xiv] Anderson, Antinomias de Gramsci…, op. cit.

[xv] Gramsci se refiere a que, frente al carácter internacional del proletariado como clase, los intelectuales tienen una inserción nacional y los campesinos se desenvuelven en el plano local o a lo sumo, regional.

[xvi] Notas sobre Maquiavelo…, p. 135-136, Cuadernos V, p. 81

[xvii] Notas sobre Maquiavelo…, p. 161

[xviii] Ídem, p. 162

[xix] Prologo a Notas sobre Maquiavelo…, p. 19

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