El Infamatorio es el repositorio de las vilezas que perpetra el poder; es el almacén de las acciones políticas que tienen a la abyección como su único principio y fin.
Las ruindades de la política en Bolivia son el espacio de El Infamatorio, su tiempo lo marcan las continuidades de las bajezas que se consuman en su nombre.
Los apellidos de la degradación sobre los que versa son aquéllos de las autoridades y personajes políticos que acuñan su notoriedad por su fanática vocación por la desvergüenza, su desmedida inclinación a la prerrogativa y su innata aptitud para la falsedad.
Quienes semana a semana nos encargamos de apilar todas estas canalladas y señalarlas con el dedo somos varios. Nuestros atributos son los de aquellos a quienes tales adefesios aún les provocan náuseas.