de sábado a sábado 492
Remberto Cárdenas Morales
Con Sandra decíamos que el periodismo debía “contar cosas”, como lo definió Gabriel García Márquez.
Ella confesó que la comunicación la pensaba como Luis Ramiro Beltrán Salmón, uno de sus maestros.
Con ella fuimos amigos, que nunca nos fallamos y “más que hermanos”, es decir, camaradas-compañeros en las filas del Partido Comunista de Bolivia (PCB).
Fue en el PCB donde nos conocimos poco después de que ella, junto con un grupo de estudiantes de la Universidad Católica Boliviana, sede La Paz (UCB-LP), ingresaron a esta organización, lo que fue un refuerzo importante, no sólo porque en ese momento de postdictadura fascista o fascistoide de Banzer requeríamos más militantes; además, porque aquellos compañeros procedían de la única casa de formación profesional, privada y confesional; asimismo, porque todos ellos eran de las capas medias, de las que ahora (y antes) se habla (y se hablaba) bien y mal, en el ámbito político.
Con Sandrita, como preferíamos llamarla con afecto, nunca militamos en una célula (organismo de base del PCB) porque ella y las/os aludidos ingresaron directamente al Partido; en cambio, yo integraba la Juventud Comunista de Bolivia (la Jota), destacamento del PCB entre las nuevas generaciones.
Esta referencia es pertinente por lo que sucede actualmente, en el terreno de la política boliviana. Los miembros de la Jota no aprobábamos la línea del Partido, aunque los jóvenes de ese tiempo participábamos de todas las acciones, por lo que reclamábamos plenos derechos partidarios, porque asumíamos las obligaciones, tal cual sucede en este tramo, con tantos jóvenes, que son los protagonistas en las calles y en los caminos.
Sin embargo, con Sandra compartimos tareas, con los miembros de la Jota, en Unidad, vocero del PCB, en las que conversamos con ella sobre el contenido y la forma del discurso partidario y de la izquierda, preferentemente de nuestro país.
Esos años, así como actualmente, colegas alegaban que no es periodismo el que difunde la política; apreciación que, con Sandra y otros compañeros, rechazábamos
Ella proponía que digamos la verdad para sentirnos de veras libres, como reza ese slogan que pocas veces lo aplican los que más lo repiten.
En esa dirección, la que sí era más que una hermana, sugirió que en la prensa del PCB se informe qué se trató y por qué en una reunión entre dirigentes y diputados del PCB y el coronel Alberto Natusch Busch, en el Palacio Quemado, después de que el uniformado consumó un golpe de estado con el que derribó al presidente interino de Bolivia, Walter Guevara Arze.
En ese golpe murieron y desaparecieron más de 100 compatriotas y fueron heridos un número similar de personas.
Resultaba raro que esos dirigentes visiten al “Prisionero de Palacio”, después de que él y otros jefes militares, como Griwoski y Doria Medina, ordenaron una matanza en calles paceñas y en la plaza Pérez Velasco, el centro de la resistencia popular a ese golpe de estado o “pronunciamiento militar”, definición ésta sobre la que hay todavía más de una discusión académica, pero la razón se la atribuye a los que, junto con René Zavaleta sostuvieron y sostienen que fue “la fuerza de la masa” la que derrotó a los golpistas de “Todos los Santos”, con una huelga política que dirigió la COB, otra COB, muy distinta a la actual.
Aquella reunión de Natusch con dos dirigentes del PCB, a Sandra y al que esto escribe, entre otros militantes, nos afectó, ante el silencio del PCB; el que fue roto por la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de La Paz, la que en un informe se refiere a la tertulia citada.
Respecto de ese secreto del PCB, Sandra, el que esto escribe y militantes reproducíamos, lo dicho por Espinal: callar es lo mismo que mentir.
En esta hora, en la que Sandra no está físicamente con nosotros es importante contar ese episodio político y partidario, porque lo que comparto con los lectores dice mucho sobre la periodista-investigadora Sandra Aliaga Bruch, de la que aprendí periodismo, antes de que yo concurra a cursos universitarios de este oficio apasionante.
Escribo los dos apellidos suyos porque ella aclaraba, con sorna, que no era la modelo (otra Sandra Aliaga) cuya imagen aparecía en portadas de revistas paceñas y bolivianas.
Reíamos de precisiones como ésa, y pasábamos buena parte del tiempo en reuniones con amigas/os cuando Sandra contaba cuentos, en lo que también era aventajada.
De la destacada periodista, su fuerte fue la investigación, espacio en el que buscaba un nuevo conocimiento “subversivo”, como aconseja Zavaleta.
Sandra y yo tomamos al marxismo-leninismo como teoría y método y. en su aplicación, tratábamos de evitar dogmatismos, porque a la ideología de los trabajadores debíamos tratarla como una guía para la acción y para leer la realidad, en primera instancia la nuestra.
Sobre la lectura de la realidad boliviana anoto un ejemplo: Sandra, previa averiguación, en la que acopió el conocimiento recogido antes de ella, descubrió elementos constitutivos de la Masacre de Catavi (1942) —lo esencial de una investigación—, de la que muestra los alcances de una interpelación parlamentaria al Ministro de Gobierno que dirigió esa matanza y, especialmente, el tratamiento periodístico de ese luctuoso acontecimiento.
Importa destacar que aquella tesis, con la que Sandra obtuvo la licenciatura en periodismo, descubre elementos que la prensa, de la rosca o al servicio de ésta, encubría la defensa, por los gobernantes, de los intereses de aquella rosca minera, en primer lugar, los de Simón I. Patiño.
Nuestra amiga y camarada impartió clases en las carreras de Comunicación de la UMSA y de la UTO. Asimismo, en la escuela de periodismo radiofónico de la red Erbol.
También dio clases en la Universidad Andina Simón Bolívar, de esta ciudad, en un curso para periodistas, del que el autor de esta nota fue integrante.
Sus exalumnos la recordamos con gratitud.
Perteneció a la otrora Federación de Trabajadores de la Prensa de Bolivia (FTPB), ahora, CSTPB. Allí, largo tiempo, representó a sindicatos de varios departamentos, afiliados a esa matriz sindical, como era la práctica en ese período.
Sandrita integró una comisión de periodistas y comunicadores que elaboró y elaboramos, una propuesta que contempló los derechos individuales y colectivos a informar, comunicar, opinar e interpretar, la que fue incorporada, por la Asamblea Constituyente, a la nueva Constitución Política.
Como actividad intelectual y del PCB, tradujo del portugués al castellano, un libro del Gral. Vasco dos Santos Gonçalves, comandante de esas instituciones castrenses, sobre doctrina de esos órganos armados, así como una entrevista al citado uniformado, hecha por el colega Carlos Soria Galvarro Terán.
En ese libro, poco difundido entre los bolivianos, se muestra el porqué los militares portugueses lucharon contra el colonialismo de ese país europeo, por la liberación de Angola, Mozambique, Guinea Bissau y Cabo Verde.
La lectura de ese impreso y de la entrevista convencen, asimismo, del papel de los uniformados de Portugal en la Revolución de los claveles (1975) y la derrota de la última dictadura fascista en aquel país. Revolución de los claveles porque los soldados que aportaron, también decisivamente, para aquella victoria revolucionaria sustituyeron las bayonetas, de sus fusiles, con claveles rojos.
Vasco dos Santos Gonçalves, en esa entrevista, opina sobre la derrota del golpe de Natusch Busch porque ese interviú se realizó días después del golpe de “Todos Santos”.
Sandra tenía a la solidaridad como un principio y una práctica, preferentemente con los camaradas-compañeros. Su generosidad con sus padres, sobrinos, hermanos y otros familiares la sintieron los destinatarios
En cuanto a mí les cuento dos actitudes suyas: Guardó y guarda libros míos porque, durante la dictadura narco-fascista de Luis García Meza y Luis Arce Gómez no encontré otro lugar para ocultarlos.
Un día le avisé que en una semana debíamos pagar una cuota para entrar a un plan de vivienda, impulsado por el Sindicato de Trabajadores de la Prensa de La Paz, hoy Federación: a mi familia y a mí nos prestó parte de ese dinero, por lo que le agradecimos y le agradecemos.
Para que el registro sea más completo, vale agregar que Sandra tuvo desencuentros sin reencuentros con algunas/os colegas. La inasistencia de ellos al velorio y/o al entierro de la amiga, quizá sea una señal de esta afirmación, aunque la desinformación o el viaje de otros se podrían haber sumado como otras causas de esas ausencias.
Narro un desencuentro mío con ella debido a una movida electoral suya: postuló a diputada en listas de la Alternativa al Socialismo (desgajamiento del PCB), pero fue apenas una candidata testimonial, sin ninguna posibilidad de victoria.
Después de ese revés electoral, ella retomó su militancia en el PCB. En tanto yo fui expulsado, con ignominia, de ese Partido (1985) por sostener ideas protrotskistas (se dijo hacia fuera), mas los factores determinantes de esa medida “disciplinaria” fueron mis diferencias con lo que hizo mal y dejó de hacer la UDP y el PCB.
Sandra se desempeñó como directora en el Ministerio de Informaciones durante el gobierno de la UDP, lugar en el que un paramilitar, conocido suyo, le dijo: Negrita, aquí ocupas un cargo de tercera y por eso llevarás una paliza de primera.
Asimismo, ejerció como secretaria de comunicación del gobierno de Carlos D. Mesa Gisbert.
La amiga a la que despedimos, con mucha tristeza, apoyó al llamado proceso de cambios. Ese respaldo al gobierno caído hace días, los últimos años, nos distanció a tantos actores de la política, aunque personalmente jamás con Sandra, lo que podría ser materia de otras notas.
Escribo de una actora imprescindible de la política, incluso como feminista, convencida de que las mujeres y los hombres, en la lucha liberadora, deben participar desde las mismas barricadas.
Por lo dicho en esta semblanza, a Sandra Aliaga Bruch la llevaré en todos mis combates, como dice Neruda en Los versos del capitán, y como se afirmaba otrora: en la “misma trinchera”, reforzada trinchera, y por “la misma esperanza”, renovada esperanza.
Y, como vallegrandino, he compuesto una copla para cantarle sin censura alguna y para un adiós, que me desgarra, a la colega, amiga y camarada: Sandrita querida/ si allí es posible,/ lo que aquí nos une/ será imprescindible.
La Paz, 2 de diciembre de 2019.
Remberto Cárdenas Morales
Periodista