Redacción Aquí Comunicación
(AquíCom/14-09-014). Cada tres días es asesinada una mujer en Bolivia de acuerdo a datos proporcionados por las autoridades policiales, así como en seis meses la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (FELCV) registró 21 mil denuncias de mujeres agredidas. Estos datos alarmantes ubican a Bolivia en el primer lugar en violencia contra la mujer, entre 12 países de la región, y el segundo lugar en violencia sexual; sin embargo, las autoridades de gobierno no se dan por enteradas o, en su defecto, creen que declarar emergencia nacional por esta situación, como lo demanda la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia, es hacerle juego a la oposición y admitir que en el país se vive un descontrol de la violencia.
Recordemos que en anteriores meses, las continuas marchas de mujeres y hombres por la desaparición de sus seres queridos, en los casos de trata y tráfico de personas, fue calificado por el mismo vicepresidente Álvaro García Linera como un movimiento político que sólo trataba de hacer quedar mal al país. Los datos sobre este ilícito señalan que los casos aumentaron en un 50%, es decir, que en Bolivia desaparecen 2 personas por día y, no obstante, al gobierno no le preocupa.
El gobierno cree que con la aprobación de leyes en favor de las mujeres todos los conflictos se solucionarán, cuando en realidad el Ejecutivo no cumple ni siquiera con el mínimo requisito de difundir la norma para conocimiento de la población. Por el contrario, las autoridades de gobierno, hombres y mujeres, se ufanan de haberle otorgado a la mujer un lugar en la sociedad, pero si leemos la realidad evidenciamos que en el mejor de los casos se traduce en otorgarle el derecho a hablar, mas no a decidir.
La violencia contra las mujeres no se erradicará con la aprobación de leyes sin presupuesto, va más allá y pasa por un cambio de conducta y de pensamiento, porque no se puede hablar de darles grandes beneficios a las mujeres cuando, al mismo tiempo, se las trata como objeto de consumo, como lo hace el presidente Evo Morales y su séquito, además de la clase política encargada de dar el ejemplo y hacer cumplir la ley. Estamos muy lejos de un mundo libre y justo para las mujeres (AquíCom/14-09-014).