opinion
Pisando tierra
Marcela Barrios
(AquíCom MTBB/27/08/2014) ¿Dónde y cuándo estamos seguras las mujeres?. ¿Existe seguridad en el hogar, en la calle, en el estacionamiento, en la escuela, en el colegio, en la universidad o en el trabajo?.
En el primer semestre de este 2014, 59 mujeres (madres, hermanas, hijas, cuñadas, vecinas y amigas) fueron asesinadas a causa de la violencia ejercida y en la mayoría de los casos, por sus parejas, según datos del Centro de Información y Desarrollo de la Mujer (CIDEM). “(…), en 36 de los 59 feminicidios registrados entre enero y junio, el asesino fue el esposo, novio, concubino o la ex pareja de la víctima. La región boliviana con el mayor nivel de feminicidios fue Cochabamba, donde hubo 21 casos; seguida por La Paz con 16 y Santa Cruz con ocho”.
Según un estudio del programa ONU-Mujeres, Bolivia ocupa el primer lugar en violencia física contra las mujeres y el segundo, después de Haití, en violencia sexual, entre 12 países de la región latinoamericana.
Entre el 2009 y 2013, en nuestro país se registraron 492 feminicidios, según el observatorio Manuela del CIDEM. Estos casos salen a luz tras las denuncias y por el tratamiento que realizan los diferentes medios de difusión.
Uno de esos casos de feminicidio ocurrió el viernes 22 de agosto en Santa Cruz de la Sierra, referido a la muerte de la ex modelo y bioquímica, Sophia Calvo, de 26 años, en manos del guardia de seguridad, Ronald Iván Fernández Chambi (23), quien la violó y asfixió cuando la víctima se encontraba en un estacionamiento y con la intención de recoger su vehículo.
A ese caso, se sumó la forma en que algunos canales de televisión presentaron la noticia. La declaración del acusado fue transcrita y leída de principio a fin, con todos los detalles del asesinato. Un aspecto que podría ser interpretado como una “guía” para cometer este tipo de delitos y que también podría constituirse en una falta de respeto a la familia de la víctima y a la memoria de la joven mujer.
A ello, se suman varios otros en los que varias mujeres fueron asesinadas por sus parejas. En julio de este 2014, en La Paz, se presentó el caso del feminicidio que cometió Santiago Santos Apaza Saravia, quien asfixió y mató a su esposa.
En junio de este mismo año, en Colomi Cochabamba, se registró el asesinato de una mujer de 56 años: su marido la golpeó tanto que esos golpes le provocaron la muerte. Por otra parte, se conoció que desde enero a mayo de este año, 21 casos de feminicidio se registraron en la capital cochabambina, lo que significó un incremento del 220 por ciento respecto del año anterior.
A esta situación de inseguridad para las mujeres e incremento de feminicidios, se agrega a que la mayoría de estos casos —según el CIDEM— no avanzan en los juzgados y, por ello, el 97 por ciento de los mismos quedan impunes debido a la dificultad para aplicar las sanciones establecidas en la Ley para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia y que está vigente desde marzo de 2013.
Esta norma incorporó en el Código Penal el delito de feminicidio, entendido como el asesinato de una mujer por su condición de mujer. Delito que es sancionado con 30 años de cárcel, sin derecho a indulto, por lo que es la sanción más alta que establece la legislación boliviana.
Esa sanción fue aplicada en el caso del asesinato de la ex modelo, Sophia Calvo, tras la aprehensión del autor y que se acogió a un procedimiento abreviado. Fue juzgado el domingo 17 de agosto y fue sentenciado a 30 años de cárcel sin derecho a indulto y que cumplirá en la cárcel de Palmasola de Santa Cruz.
Esa es una de las pocas sentencias dictadas y en ejecución. El CIDEM señaló este agosto, que hasta la fecha existen sólo cuatro sentencias en casos tipificados como asesinato, ya que todavía no son tipificados como feminicidio. Considera que una de las razones es la falta de una reglamentación de la Ley que tendría que debe garantizar a las mujeres una vida libre de violencia, pero que aún no lo hace.
Mientras estos casos siguen “durmiendo el sueño de los justos”, como dice un refrán, los hechos de violencia de tipo físico, psicológico y sexual, que en algunos casos derivan en feminicidio, continúan presentándose en el país. Las víctimas, por otra parte, no sólo son jóvenes o mujeres adultas, sino también niñas y adultas mayores.
Si bien los agresores y autores de feminicidios fueron aprehendidos, en la mayoría de los casos huyeron, por lo que esos hechos de violencia extrema siguen impunes. Mientras tanto las familias, hijos o hijas —sobre todo— quedan desamparadas y en la orfandad