Claudia Villca Apaz
(AquíCom 19-04-14) Era las 9 de la noche del Jueves Santo y el templo de San Francisco, en la ciudad de La Paz, estaba abarrotada de personas: hombres y mujeres de toda edad y de distinta clase social se entremezclaba en el templo.
El interior de la iglesia estaba engalanado para la ocasión, al costado izquierdo había un altar que tenía un pan en el centro, estaba rodeado de luces que representaban velas encendidas, las personas la cercaban y muchas de ellas rezaban unos minutos antes de retirarse, algunas lo hacían de rodillas.
Es impresionante cómo la fe de las personas las moviliza durante los días de Semana Santa, es hermoso verlos sin ningún prejuicio haciendo lo mismo, visitando una iglesia para rendir homenaje a Jesús, orar por él y pedir por sus seres queridos.
La mayoría de las personas se encontraban con sus familiares, familias completas en muchos casos, recorrían el templo, rezando en varios lugares. Las flores de cada imagen lucían frescas y vestían relucientes atuendos.
La cruz de Jesucristo, en el altar principal, estaba cubierto con un manto oscuro. Era noche de confesión, los sacerdotes franciscanos se habían puesto en comisión para escuchar los pecados de la gente. En el costado derecho del templo existían dos confesionarios, cada uno con filas de personas esperando.
En la parte central, otros dos padres, sin confesionarios pero sentados escuchaban a las personas, también existían filas esperando a cada uno.
La parte externa de la iglesia era otra escena emotiva, también estaba repleta de personas, había venta de palmas, pan, huevos de pascua de chocolate y api con pastel o buñuelo, característicos de la época. La mayoría de la gente llevaba su palma en la mano, la que representa saludo y reverencia a Jesús.
ElJueves Santo para la religión católica es una fiesta que abre el denominado triduo pascual (pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret). Se dice que ese día Jesús cenó por última vez con sus discípulos, allí institucionaliza la eucaristía y da el mandamiento del amor.
Aunque la Constitución Política vigente diga que en Bolivia se profesa variedad de religiones y el Gobernador del departamento no emita desde hace 3 años el Auto de Buen Gobierno, para la ocasión, al menos en esta ciudad se ve crecida afluencia de la población a las iglesias y un profundo respeto por la religión católica y sus ritos.
Más allá de eso, asumir una religión, profesarla, al parecer es importante para una persona creyente: la mueve, le da fuerzas y confianza para seguir adelante; aferrarse a algo, es como un motor para su vida (AquíCom 19-04-14).