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“La última morada del hombre” es la instalación más visitada

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Facultad de Arquitectura, Artes, Diseño y Urbanismo

Se encuentran en la primera etapa de exposiciones de los talleres de esa unidad académica

Wendy Pinto

Aroma a incienso, paredes negras, estructuras metálicas adornan el portón de ingreso a “La última morada del hombre”. Se recorre el pasillo, el suelo está lleno de aserrín, se escucha música andina fusionada con el metal (subgénero del rock) en el lúgubre salón donde se encuentra la transición de la vida hacia la muerte.

“La última morada del hombre es un lugar ideal en el que los estudiantes identifican a un ser querido para el paso de la vida a la muerte”, dijo Luis Oscar Jiménez, auxiliar del taller “E” de primer año.

El objetivo de esta instalación es comprender el espacio porque esa es la función técnica que necesitan identificar los estudiantes de primer grado. Cada proyecto, cuadro o maqueta interpreta el sueño de transformación de la vida a la muerte. “La tradición es que cuando uno muere, va al ataúd. Tratamos de asimilar esta otra fase de la vida y la muerte”, explicó el auxiliar.

Al observar los cuadros, se visualizan espacios de habitaciones y otras estructuras pintadas con color marrón o café en sus diversos tonos. Para obtener los colores monocromáticos, los estudiantes utilizaron café destilado y un poco de acuarela. La iluminación del lugar era tenue, pues se cambiaron los focos fluorescentes por focos dicroicos porque muestran colores más puros.

En medio de la sala, se hallaba una estructura de madera en la que estaban superpuestas las maquetas de los universitarios, al fondo se encontraba el feto de una llama adornada por lanas de colores. Debajo del animal disecado había una ofrenda de coca sobre un tari (aguayo pequeño) extendido, en conmemoración de la transición al mundo de los muertos.

Los universitarios trabajaron hace dos meses para preparar esa exposición. “Instruimos a los alumnos en la técnica de perspectivas interiores y exteriores, además de las elevaciones”, indicó el ayudante. Mientras la música completaba el ambiente de transición, Jiménez dijo sentirse satisfecho debido a que se logró los objetivos del Taller.

“Es una nueva forma de ver la arquitectura, no solo es forma, se adapta a la tradición, cultural y mitos del ambiente andino. Lo impresionante es la manera como manejan el espacio, son nuevas propuestas, es alucinante”, dijo Wilma Flores, espectadora y estudiante de tercer año de Arquitectura.

El Taller “E” inició actividades con 80 estudiantes, a medida que pasó el tiempo se quedaron con 30 universitarios quienes realizaron cuadros y maquetas para exponerlas en la instalación más llamativa de su Facultad. “El taller es exigente, es tradicional, sólo los que persisten se quedan”, aseguró Jiménez.

Las exposiciones en las otras salas estarán a la vista del público hasta el 12 de julio, día que se calificará la producción del taller “E”. El jurado está compuesto por cinco arquitectos. “La última morada del hombre” es la sala más visitada por los estudiantes y personas externas a ese recinto(AquíCom).

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