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Un año más en Alasita compartiendo la esperanza

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alasitas 2013

A rajatabla

Yuri Aguilar Dávalos

Nuevamente y por octavo año consecutivo hemos disfrutado de la presencia de las compañeras que llegan de Cochabamba con decenas de miniaturas hechas a mano, cada una con una cualidad: para quitar las penas, para tener buena salud, para tener pareja, para tener wawa, para que no falten alimentos en el hogar, para tener casa, para guardar los ahorros, para ser buen estudiante, para tener paciencia, para desestresarse, para encontrar un amor…

Tere, una de las principales artesanas “alasiteras” dice que “la Alasita (comprame en aymara) es  la fiesta  en la que pongo mucha energía. Es el motorcito que me hace creer en esa eterna posibilidad de recrear la vida, tener confianza, renovar nuestro cariño en el dar y recibir totalmente simbólico y real.”

Este año, según ellas (a lo que sumo mi impresión) también había muchos más devotos del Ekeko que el año pasado, al menos en el punto de reunión (el mismo desde el primer año), en la confluencia de la Av. Del Ejército con la Del Poeta, puente sobre el río Choqueyapu. “…esta vez nos han sobrepasado las demandas! Creo que tenemos que hacer un cachito más, ayer me quedé con sabor a poco...” cuenta Tere.

Michelle, otra de las compañeras que viene año tras año, cuenta que cada vez varían sus cositas y muy pocas son las repiten, como la cajita quita penas, por ejemplo; además que no todas las personas (la mayoría son mujeres) vienen, pues muchas de ellas dejan días antes sus artesanías para que las traigan las viajeras, y a la vuelta esperan la recaudación que sólo son billetitos de alasita, pero cargados de la alegría y energía del compartir.

Y así como no todas las artesanas “alasiteras” de Cochabamba vienen, hay también nuevas personas que se incorporan al grupo, el que este año estuvo conformado por Ilka, Claudia, Paula, Michelle y Tere, las que trajeron, además de sus cositas, las miniaturas de Cristina, Susi, Paola, Paty, Lilia, Jorge, Sra. Nelly, Toña.

La semana previa al 24 es ajetreada y chistosa, dice Tere, porque el tiempo apremia a  tal punto que aun durante el viaje terminan algunos detalles. Lo importante es llevar-traer la esperanza, valorar la actitud del compartir que en los últimos tiempos está en franca pelea con la acumulación individualista.

“Que sus caminos sean llenos de luz para sobrellevar cualquier obstáculo, que la vida nos traiga alegrías de encuentros e intercambios de los más novedosos, serios y juguetones”, continúa Tere, quien nos adelanta que posiblemente al año tengan en Cochabamba una “sucursal” ya que el mismo 24, en la Iglesia de San Antonio se celebra también la fiesta del juego del compartir, del no perder la esperanza que tanta falta nos hace.

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